Colaboración: Lic. Hernán CenturiónFaltan dos semanas para el ballotage, las redes sociales hierven de campañas a favor y en contra de los candidatos. “La grieta” vuelve a marcarse nítidamente, no hay medias tintas. Continuidad o cambio, esa es la cuestión. El oficialismo sale a mostrar todos los logros de los doce años del kirchnerismo y dice que si gana la oposición, vuelve la década del ‘90. Desde el otro lado, desechan que ellos sean los que van a traer aquellas calamidades económicas que explotaron en 2001. Al contrario, hunden la daga en las impericias del Gobierno: inflación, inseguridad, avance del narcotráfico, jueces partidarios que ponen en una zona gris la definición de República, corrupción, fondos estatales mal administrados etc. etc. etc.La contestación oficialista deambula por discursos que acentúan las cosas bien hechas: “desendeudamiento externo, asignaciones sociales, profundización de derechos, inversión en infraestructura, soberanía política y toma de decisiones libres de la influencia de Washington, integración Latinoamericana, etc. etc. etc. Las estrategias discursivas aparecen por todos los flancos. El Frente para la Victoria apela a la memoria histórica para socavar la legitimidad de un candidato que propone “un cambio”, pero en realidad (según ellos afirman) es un agente de las corporaciones extranjeras que “volverá a vender el país” como lo hizo el Gobierno de Carlos Menem en sus dos mandatos de Gobierno (1989-1999). La memoria colectiva de los argentinos sigue aún “atemorizada” por lo que fueron aquellos años “ilusorios”. Paridad peso dólar, precios bajos, baja inflación, boom de consumo de productos importados y viajes baratos al exterior, entre muchas otras cosas que llegó a disfrutar el trabajador de clase media baja. Pero mientras eso ocurría, en paralelo cerraban fábricas, aumentaba el desempleo y la pobreza a lo largo y ancho de todo el país. Esto no es ninguna opinión partidaria, es simplemente una descripción de lo que ocurrió en los ‘90. El votante de mediana edad seguro recuerda muy bien aquellos años. Nuestras propias identidades personales residen en nuestra memoria, entonces es muy simple para los encargados de marketing de campaña apostar a la vieja estrategia del miedo, para hacer huir despavoridos a los votantes de un candidato. Usan la “inducción” para que elijan a uno y no a otro. “Vas a votar al que…” y seguidamente unen las políticas neoliberales con ese político opositor. Pero lo mismo hace el otro, cuando apela a la memoria aún más fresca y reciente para sostener “Querés que siga…” la grieta, la corrupción, etc. etc. etc.Todos tenemos un pasado y tenemos nuestros errores, pero los políticos están más expuestos en ese sentido, porque tienen la responsabilidad de gobernar una nación y dirigir políticas destinadas a millones de ciudadanos. En el medio periodístico se hizo común una frase: “nadie resiste un archivo”. Al respecto, hace pocos días la mandataria nacional sin nombrarlo, dio a entender que en el próximo debate de los candidatos, los organizadores deberían acompañar archivos fílmicos para exponer a “aquellos que dicen lo que no son”, en clara referencia al postulante opositor, que en los ‘90 había dicho frases muy lejanas a los intereses de los trabajadores. Fue sólo cuestión de horas para que en los canales que no comulgan con el gobierno comenzaran a aparecer registros y frases de Néstor y Cristina junto a Menem y Domingo Cavallo, los creadores de la “criatura” que se convirtió en un monstruo y dañó seriamente el tejido económico y social del país. Esa memoria política que estuvo guardada en los archivos fílmicos de los canales de TV, ahora regresó para ser subida y hacerla “militar”, desde la “nueva” tecnología de internet. Nadie es como “Funes”, aquel personaje de Borges que recordaba absolutamente todo lo que había vivido. Por eso en la vorágine informativa actual, es fácil olvidar algunas cosas, más allá de que nuestra propia psiquis a veces “olvida” para no torturarnos con los malos recuerdos. Pero están ahí, basta que alguien lo indague para que afloren. La memoria histórica está trabajando a favor y en contra. Los búnkers de campaña la traen al presente, la reinterpretan y la resignifican según sus propias necesidades electorales. Desde el Frente para la Victoria usan una retórica abductiva. Predicen que no votar a su espacio provocará al atraso del país, pero este método argumentativo no da ninguna seguridad de que algo así vaya a ocurrir. Utilizan como premisa ejemplos de lo que dejó la década neoliberal en Argentina. Se mueven en aquel contexto histórico y lo transportan hacia el futuro. Nos alertan que de nuestra conducta electoral dependerá nuestra tranquilidad en los años que siguen. En palabras más simples la ecuación se reduce a: el neoliberalismo fundió al país en los ’90- Macri representa al neoliberalismo- Macri fundirá al país. Desde Cambiemos transitan por el mismo camino argumentativo. Toman como premisa los rasgos más negativos de los doce años de kirchnerismo y también lo transportan a futuro, al afirmar que aunque sea otro quien lleve los destinos de la nación, las prácticas del pasado reciente serán una continuidad en el futuro próximo. Y de la misma forma: El kirchnerismo llevó al país a la delicada situación actual- Scioli representa la continuidad del kirchnerismo-Scioli no podrá sacar al país de la crisis actual. En medio de esos discursos tremendistas están los votantes, que intentan deducir que irá a ocurrir si se vota a uno u otro candidato. Nuestra deducciones están basadas en la experiencia y ello nos lleva a dar como verdaderas aquellas explicaciones que concuerdan con lo que ya hemos experimentado. Esto nos lleva a concluir que quienes ya tienen una inclinación respecto a quién votarán el próximo 22 de noviembre, simplemente terminarán reforzando sus seguridades en uno u otro postulante. A los indecisos la definición le será un poco más complicada. Pero para ellos, pero también para los tremendistas, valen las palabras del lingüista ruso Mijail Bajtin: “La última palabra del mundo y acerca de él, aún no se ha dicho”. Sólo el devenir podrá dar la certeza de cómo serán los gobiernos. Mientras, todas son conjeturas de la efervescencia electoral. La historia no siempre se repite. Así que ¡a elegir!





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