Hoy comparto con ustedes este cuento: ¿Es aquí la fila para los sacrificios? – Sí, aquí es. Tú vas después de mí, yo soy el número 852 y tú el 853- Válgame Dios, ¿entonces cuándo llegará nuestro turno? – No te preocupes, aquí es rápido. ¿Con tal de que vas a ofrecer sacrificio? -Yo, con tal de conservar el amor ¿y tú? -Yo a favor de mis hijos. Ellos son todo para mí. -¿Y qué has traído para sacrificar? -Bueno, he traído mi vida personal. Todo con tal de que los niños estén felices y sanos. Todo lo hago por ellos. ¡Todo sea por los niños! Yo no necesito nada. -Sí que te entiendo. Yo quiero sacrificar mi relación de pareja. ¿Sabes? hace tiempo que todo se acabó con mi esposo, él incluso tiene a otra mujer y bueno, yo también encontré a otro hombre, como parece, pero…. ¡Si mi marido se fuera de casa primero! ¡Pero él no se va con ella! Llora y me dice que está acostumbrado a vivir conmigo y a mí me da lástima. ¡Es que llora y no puedo! Y así vivimos. Se abre la puerta y se oye una voz que dice “Número 852, pase por favor”. -Bueno, es mi turno, ¡estoy tan nerviosa! ¿Y si no reciben mi sacrificio? La número 853 se encoge y espera su turno. El tiempo pasa lentamente y la número 852 al fin sale de la oficina. -Bueno, ¿y cómo te fue? ¿Qué te dijeron? ¿Aceptaron tu sacrificio? -No… Resulta que hay un tiempo de prueba, me enviaron a casa a pensarlo mejor. -¿Verdad? ¿Por qué? ¿Por qué no de una vez? -Pues, me preguntaron: ¿ya lo ha pensado bien? ¡Recuerde que es para siempre! Y yo les respondí: “Sí, no pasa nada, los niños crecerán y valorarán lo que su madre ha sacrificado por ellos”. Y en ese momento me dijeron: siéntese y mire a la pantalla. Y lo que mostraron fue una locura, era acerca de mi vida: era como si mis niños ya hubiesen crecido. Mi hija se había casado muy lejos de aquí, y mi hijo me llamaba sólo una vez al mes como obligado, parece que mis hijos no valoraron mi sacrificio. ¿Será que me esforcé en vano? Desde la oficina se escucha otra vez la voz que dice: “Siguiente, número 853, pase por favor”. -¡Es mi turno!.. Me has dejado impresionada. ¿Cómo puede ser? -Siga usted, siéntese. ¿Qué ha traído para ofrecer en sacrificio? -Mi relación de pareja. -Cuéntenos. Pues verá usted, es una relación corta, pero muy simpática y fresca; no está desgastada. Hace sólo seis meses que nos conocimos. -¿Con tal de qué la va usted a sacrificar? Pregunta el hombre en la oficina. – Con tal de conservar la familia. -¿Cuál? ¿La suya? ¿Por qué? ¿Es necesario conservarla? -Pues sí, mi esposo tiene una amante y hace tiempo que está con ella, me miente todo el tiempo y ya no tengo fuerzas. -¿Y entonces? -¿Y entonces? Se apareció en mi vida un hombre y algo surgió entre los dos. -Ah, entonces es esa nueva relación la que va a sacrificar… – Sí, para conservar la familia. ¿Cuál familia? Usted misma acaba de decir que su esposo tiene a otra mujer y usted misma tiene a otro hombre ¿qué familia es esa? -¿Y qué? En los documentos nosotros seguimos casados, o sea, tenemos una familia. -Quiere decir que se siente bien así ¿verdad? -¡No! ¡Nada de eso! ¿Cómo me puedo sentir bien con algo así? Lloro todo el tiempo y estoy intranquila. -Pero aún así no quiere cambiar eso por una nueva relación ¿cierto? -No, la nueva no es una relación tan seria, es más bien sólo pasar el tiempo… En fin, no siento lástima. -Pues bueno, si usted misma no siente lástima, nosotros mucho menos. Sacrifíquela, entonces. -¡Afuera me habían dicho que aquí muestran un video acerca del futuro! ¿Por qué no me lo muestra? -Bueno, aquí mostramos muchos videos, a algunos acerca del futuro, a otros del pasado. A usted le vamos a mostrar uno sobre el presente. Mire. -¡Soy yo! ¡Dios mío! ¿Así me veo? ¡Es mentira! Yo me cuido. -Esa es su alma que se refleja en su apariencia. -¿Qué? ¿Así? Los hombros abajo, los labios tristes, los ojos sin brillo, el cabello opaco… -Así se ve la gente cuya alma llora… -¿Y ese niño tan débil ahí? ¡Mire como se recuesta en mí! -¿No lo ha reconocido verdad? Es su esposo, la proyección de su alma. -¿Mi esposo? ¡Pero qué tontería! ¡Él es un hombre adulto! -Pero en su alma es un niño. Y se recuesta como si fuese usted su madre.-¿Y el futuro? ¿Por qué no me ha mostrado mi futuro? -pregunta la dama. -No se lo he mostrado porque no existe. La número 853 sale perpleja de la oficina apretando contra su pecho su nueva relación, sin querer soltarla, y la persona número 854 entra a la oficina con cara de preocupación. -He venido a sacrificar mis intereses con tal de que mi mamá no se preocupe… La puerta se cierra y a lo largo del corredor se ven las personas que ya han pasado por la oficina, apretando contra su pecho sus deseos, sus capacidades, sus carreras, talentos, y posibilidades. Todo lo que un día estuvieron dispuestos a sacrificar, pero ya no. Autora: Irina Semina.Colabora: Patricia [email protected] Facebook: Patricia Mónica Couceiro 3764829015





Discussion about this post