Desde Bartomeu Meliá, antropólogo jesuita residente en Asunción (Paraguay) o el correntino José Miceli del Gabinete de Investigación Antropológica, el escritor e historiador ituzaingueño Miguel Raúl López Breard y la colombiana María José Almarales Díaz, antropóloga de la Universidad Nacional de Colombia, coinciden en afirmar que la celebración de “Ángeles somos – Ángeles tomo”, es una manera de rendir homenaje a los amigos y familiares fallecidos, en especial niños, el Día de todos los Santos. No pocos de ellos aluden a las ceremonias y las acciones de “Ángeles…”, como destinadas a contrarrestar los festejos de Halloween. Miceli dice al respecto que “en nuestro país (Argentina), se observa una influencia que promueve la implantación de este culto pero transformado superficialmente en un formato de fiesta de disfraces y bailes, producto de la transculturación que parte de los medios masivos de comunicación”.En cuanto a los cantos y versos que se entonan para conseguir la “colación”, Miceli señala que “en algunos casos se finge la voz y se les da un efecto picaresco, como una manera de relajar las tensiones que provocó el recuerdo del ser querido que murió”.Hay emotividad y un cierto grado de búsqueda de “no olvidar” a aquellos que han partido. Los grandes lo hacen con encuentros de canciones, comidas y bebidas y los niños con la exaltación de la pureza mediante sus blancas vestimentas: “lo que más me emocionó fue ver a los chicos (niñas y niños), vestidos de blanco, con alitas como las de un ángel pero de papel y algunos con una cruz de palitos que destinarían al lugar donde yacen los restos del amiguito o familiar”, fue la respuesta de una entrevistada en Ituzaingó (2009) y coincido con ello.Por Esteban Abad





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