En una inexplicable e incalificable actitud, que la oposición validó con su voto, el Concejo Deliberante local prestó acuerdo ayer a la designación de dos jueces de Faltas y otros tantos secretarios letrados, así como modificó la estructura funcional de los Tribunales Administrativos y de Faltas municipales. Ambos dictámenes ingresaron a último momento, luego de haber sido acordados previamente en el bloque renovador en un encuentro a puertas cerradas que motivó el retraso en más de 90 minutos el inicio de la plenaria.En presencia de la totalidad de los integrantes de la magistratura municipal, los actuales y los futuros, se brindó aval a la designación de los doctores Fernando Marcelo Adrián Escalante y Bettina Alejandra Balbachán como jueces municipales de Falta Uno y Tres respectivamente. También se otorgó acuerdo al nombramiento de las doctoras Vanessa Blanca Elena Gross y Patricia Esther Klekailo como secretarias letradas de ambos despachos.Proceder irregularEstas designaciones no trajeron mayor cuestionamiento, ya que surgían de la selección hecha desde junio pasado por el Consejo Asesor de la Magistratura Municipal. Pero junto a ellas, se planteó además la urgente necesidad de modificar la estructura administrativa y funcional de la justicia administrativa comunal. Lo que también fue planteado ayer mediante un dictamen de ordenanza, de 40 artículos, que se introdujo a último momento y por fuera del orden del día previsto.Ese proceder inexplicable –pero ya habitual en la gestión renovadora en el cuerpo–, motivó el rechazo inicial de la oposición, generando múltiples cabildeos y largos cuartos intermedios para acordar qué se iba a hacer. Aunque desde ésta se optó, finalmente, aceptar la imposición oficialista –la presencia de los jueces era una presión indisimulable– no sin antes dejar en evidencia su malestar. “Es una falta de respeto a la oposición”, puntualizó el radical Fernando Pianesi al cuestionar ese proceder; al que se sumó el camionero Alejandro Velázquez que exigió una copia del dictamen a votar y que desconocía en su contenido.Aunque, finalmente, prestaron su voto para aprobar esa reforma, con la única excepción de Rolando Rubleski, quien se abstuvo de votar.¿Sólo una “escribanía”?Por enésima vez en este bienio, la oposición acompañó con su voto la sanción de una norma cuyo dictamen fue introducido a última hora, así como desconocía en detalle. Repite una vergonzosa actitud que ya ocurrió varias veces y se justificó en variadas razones de urgencia, en el peso de la mayoría renovadora en el recinto o en la presencia de sectores interesados a los que “no había que desairar”.Así ocurrió con muchas distinciones u homenajes, pero también cuando se votó el presupuesto o se suscribió y giró el balance municipal al Tribunal de Cuentas. Además, por supuesto, de otras decisiones que urgían al Departamento Ejecutivo que, como en este caso, ya tenía prevista la fecha de su anuncio público antes de su aprobación.Es inexplicable la actitud de ambos sectores, pero en particular la de la oposición que no ha sabido marcar sus potestades –salvo en alguna excepción para confirmar la regla– y aceptó la imposición de una mayoría que sólo existe por el doble voto presidencial. Como nunca, acepta las reglas limitantes del oficialismo y se muestra impotente, sumisa y resignada.





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