La meditación. En la nota anterior expusimos el sexto paso del Astanga, Dharana concentración o contemplación, que es focalizar la mente sosegada en un punto u objeto específico (visaya). “En el paso siguiente, la mente es desprovista de la cognición de su existencia. El visaya es lo único que existe para la mente. Tal estado de existencia se llama Dhyana o Meditación”, nos dice Krishnamacharya en su explicación de los Yogasutras de Patanjali. DHYANA o DHYANAM significa “yo estoy en meditación”, o más: “yo soy meditación”. Es el séptimo grado del Astanga en los Yogasutras. Hemos ingresado al universo interno (Antaranga), habiendo transitado la fase externa del método (Bahiranga), cuando los naturales obstáculos en el proceso de aquietar la mente pudieron ser disipados “si el desempeño moral del practicante redujo las perturbaciones generadas por los deseos y emociones, si la postura estable (ásana) logró lo mismo respecto de los disturbios en el cuerpo físico, si los pranayamas corrigieron los desórdenes energéticos… y si el Pratyahara consiguió minimizar la actividad de los órganos sensoriales. Este Sadhana (sendero, disciplina) holístico conduce a la secuencia DHARANA-DHYANA- SAMADHI”, como resume Ramiro Calle.En nuestras lenguas occidentales la palabra meditar significa reflexionar sobre un hecho, asunto u objeto, pero sin trascender su forma y valor. No tenemos una palabra que contenga la inefable significación de Dhyana, por eso decimos Meditación. Este método de sabiduría se expandió en la antigüedad por todo Oriente y, como en cada idioma la pronunciación cambia, los chinos tomaron la palabra Jhana -modificación de Dhyana en la lengua pali que hablaba Buda-, convirtiéndola en ch’an. Llegado a Japón, este nombre se pronunció zen. En las últimas décadas en Occidente se difundió esta práctica como consecuencia de la divulgación del Hatha Yoga, por sus efectos beneficiosos en la salud psicofísica de las personas. Estudios médicos efectuados en los años 70 sobre practicantes del Ashram Aparna en Nueva Delhi, demostraron que en estado de absorción meditativa aumenta la frecuencia y difusión de ONDAS ALFA en todas las regiones del cerebro, junto con una importante retracción de la actividad sensorial externa, lo cual beneficia a todos los sistemas corporales y al psiquismo. Muchas investigaciones similares se vienen realizando desde entonces en el mundo entero, tema que abordaremos próximamente. Ahora insistimos en exponer estos ocho grados de los Yogasutras porque proponemos a todos los practicantes no olvidar la profunda e intemporal sabiduría que originó nuestras prácticas de hoy, en la colchoneta, en la hora de Yoga y en paz.El erudito rumano Mircea Eliade expresaba en su libro Técnicas del Yoga: “Las experiencias específicas de penetración en la esencia del objeto son indescriptibles, porque suceden en un plano intuitivo ante el cual se hacen evidentes las limitaciones del lenguaje y del conocimiento descriptivo. Aunque tampoco pueden ser concebidas desde el punto de vista de la imaginación poética o de una intuición de tipo bergsoniano. Lo que distingue a Dhyana es el estado de lucidez que la acompaña y orienta, donde el ‘continuum mental’ no se nutre lateralmente con asociaciones no controladas o analogías, porque la meditación yogui en ningún momento deja de ser un instrumento de penetración en la esencia de las cosas, de ‘asimilación’ de lo real, de ser uno con la realidad esencial, el ‘purusha’”. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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