Deshauciada, lo primero que Nancy Mellinchuk (60) hizo cuando se enteró de que el autor del hecho había recibido doce años de prisión, fue visitar a su hijo en el cementerio. Dejó algunas flores y varias lágrimas. Y se retiró. Hizo algunos pasos y llegó a la tumba de su otra hija que, asegura, “murió de tristeza” por aquel crimen inentendible.La historia de la familia de Carlos Horacio Ramírez (41), asesinado a puñaladas cuando defendía a su sobrino de un ataque incomprensible, es el triste reflejo de que a veces el dolor también mata. “Ella murió de tristeza, fue decayendo día a día. Era una chica sana, de 39 años, que no tenía problemas de salud hasta que todo esto pasó”, aseguró Nancy a PRIMERA EDICIÓN en referencia a Sandra, una de las hermanas de Carlos.Y no fue la única víctima. Junto a ella, que sufre de picos de presión, también terminó afectado otro de sus hijos, de 33 años, víctima de una enfermedad grave que ahora, afortunadamente, se apresta a superar.¿Puede matar el dolor por la partida de un ser querido? No hay una respuesta concreta, pero sí muchas pistas para afirmar que a veces la angustia se transforma en el virus que termina por acabarlo todo. Al menos así lo cree Nancy Mellinchuk y los suyos.Un final inesperadoCarlos Ramírez era albañil y padre de cuatro hijos. Después de tanto ahorrar, ese sábado 15 de junio de 2013 había logrado comprarse una motocicleta. Fue a festejar el logro junto a su familia en la casa materna de calle Bermúdez, a un par de cuadras de la terminal de ómnibus de Posadas.En un momento, Carlos le prestó la moto a su sobrino, de 18 años. El muchacho salió a comprar algunas cosas a un kiosco de la zona sin imaginar que era vigilado sigilosamente. Cuando regresaba del comercio, el agresor se abalanzó sobre el joven con un cuchillo e intentó ultimarlo. Al parecer, intentaba saldar una cuestión de índole sentimental.Lo que el atacante no sabía era que la escena era observada por Ramírez, quien salió en su defensa pensando que trataban de robarle el vehículo. Carlos alcanzó al joven e intentó reducirlo, pero allí recibió una cuchillada en la ingle que horas más tarde le provocó la muerte en el Hospital Madariaga. Segundos después, el acusado fue atrapado por Javier (33), uno de los hermanos de Ramírez, quien también sufrió lesiones en una pierna.La causa debía llegar a juicio oral y público este año en el Tribunal Penal 1 de Posadas, pero Matías Emanuel Ifrán (27) finalmente firmó un juicio abreviado en el que confesó el hecho y recibió una condena de doce años de prisión. Para Nancy y su familia, esa pena no es suficiente.Dolor desde adentro“Para nosotros, esto no es justicia. Ese fallo quedó muy corto. Ifrán prácticamente quiso cometer tres asesinatos. Quiso matar a mi nieto y también a mi otro hijo. Él anduvo todo el día merodeando en el barrio. Nosotros esperábamos el juicio oral, pero nos enteramos de esto. Esto no es justicia”, afirmó Nancy desde el dolor más profundo junto a Evelyn, una de sus hijas.La mujer nunca dejó de seguir la causa y visitó tribunales y fiscalías innumerables veces en busca de información. El mes pasado, cuando se enteró de que el responsable había sido condenado a doce años, decidió ir al cementerio a ‘contarle’ a su propio hijo lo sucedido. “Cuando nos enteramos del fallo, nos fuimos al cementerio a llevarle una flor y contarle lo que había pasado”, rememoró. Pero junto con Carlos, a pocos pasos, también descansa Sandra, que se fue a los 39. Para la familia todo está claro: la mató el dolor, la angustia, la desilusión de haber perdido así a su hermano.“Ella murió de tristeza, fue decayendo día a día. Era una chica sana, de 39 años, que no tenía problemas de salud hasta que todo esto pasó”, repite Nancy, con lágrimas en sus ojos. Evelyn, su hija, agregó que “ella -por su hermana- ya no quería más nada, no quería tomar sus remedios. Ella ya no podía más. Cualquier cosa se alteraba, se ponía nerviosa”.El miércoles 13 de mayo, finalmente, su cuerpo dijo basta. “Justo ese día que ella murió habíamos ido a visitarlo a Carlitos al cementerio”, recordaron las dos. La tristeza la había consumido por completo. Sobrevivió apenas un año y diez meses a la muerte de su hermano. Fue demasiado.Ella no logró superarlo, pero Javier (33), otro de los hijos de Nancy, pudo reponerse de una grave enfermedad que repentinamente lo enfrentó a la muerte. “Él hace un año que está bajo tratamiento, sin poder trabajar. A él también lo afectó, como a todos. Mi mamá ahora no sale de las pastillas, cuando antes no estaba medicada ni nada. Nadie pudo superarlo, hace dos años vivimos con esta misma angustia y ahora, con esa condena, nos sentimos decepcionados”, reconoce Evelyn.Nancy apenas puede seguir. Retoma fuerzas para continuar, pero se quiebra. Es mucho lo que tuvo que vivir en menos de dos años. Es demasiado. Sólo recuperará fuerzas una vez más: “Junto con mi hijo mataron a toda mi familia. Vamos a llevar este dolor de por vida. Todo cambió, ya nada es igual. Para nosotros no hay navidad, año nuevo, día de la madre.?Seguimos adelante por los chicos, pero esto es una tragedia familiar. Seis chicos quedaron sin sus padres y nadie siquiera vino a pedirnos perdón”.¿Puede matar el dolor? Nancy y su historia dan algunas certezas al respecto. Sólo ellos tienen la respuesta. “Para nosotros acá no hubo justicia, pero hay una justicia divina que algún día va a llegar”, resume Nancy, la madre de Carlitos, como lo nombran con especial cariño cada vez que lo recuerdan. Su muerte, su crimen, dejó más que una víctima.




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