“El final es en donde partí”, canta la banda de rock La Renga. Pese a que la Argentina actual dista bastante de la del inicio de la era kirchnerista, en 2003, hoy como ayer los pronósticos agoreros se acumulan sobre el futuro de la economía nacional. En la semana que terminó el mundillo económico se concentró en la Asamblea del FMI y el Banco Mundial realizada en Lima, donde las noticias para la Argentina fueron poco alentadoras.Con pocas horas de diferencia, la Cámara de Diputados aprobó gracias a los votos del oficialismo un presupuesto 2016 con un crecimiento estimado de la economía del 3%, un dólar a $10,60 y una inflación del 14,5%, mientras el FMI corrigió a la baja su pronóstico sobre el PBI de la Argentina, al considerar que se contraerá 0,7% el año próximo con una inflación de 25,6%.El Fondo argumentó que la Argentina no crecerá por sus desajustes fiscales y por la irradiación de los problemas en Brasil. También se verá alcanzada por un horizonte desfavorable para América latina, debido a perspectivas negativas para el rendimiento de las materias primas. Y reclamó ajuste.Las maldiciones del organismo habían quedado archivadas en los primeros años K por los superávits gemelos, fiscal y comercial, forjados durante el gobierno de Néstor Kirchner -con otros precios internacionales de la soja y menos subsidios- y el propio pago al FMI en 2005. Pero ahora la situación económica es otra.El Gobierno salió rápidamente al cruce de las pálidas de los tecnócratas, pero al mismo tiempo apuró la colocación de deuda para financiar un déficit fiscal que trepará este año electoral hasta un nivel cercano a los 400 mil millones de pesos. Además, con la emisión del Bonar 2020 por el que se obtuvieron 669 millones de dólares y otras colocaciones buscó paliar la caída de las reservas del Banco Central, que se hizo pronunciada a partir del pago a principios de semana del Boden 15.Ahora el nivel de reservas internacionales es otro motivo de preocupación. La calificadora de riesgo Moody’s aseguró que “sólo alcanzan para sobrevivir hasta el 10 de diciembre”. En ese contexto, el Gobierno insiste que las siete plagas anunciadas por el establishment internacional no existen y se hizo evidente una divisoria de aguas con los hombres que trabajan con Daniel Scioli como el ex presidente del Banco Central Mario Blejer y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quienes salieron a recomendar una rápido arreglo con los fondos buitre. Salomónico, Scioli salió a decir que ese frente no será su prioridad en caso de convertirse en el próximo presidente.Lo cierto es que la Argentina redujo por tres la carga de la deuda tomando como parámetro el porcentaje en el PBI, pero el pleito con los holdouts funciona como dique para que alcance una solución definitiva y pueda financiarse a tasas bajas.La herenciaEn ese contexto, tanto Scioli como Mauricio Macri y Sergio Massa miran con preocupación la herencia que dejará Cristina Kirchner, pero puertas adentro dicen que los problemas no son tan graves y tratan de encontrar un equilibrio en el discurso para no asustar a un electorado que no quiere ajuste.El líder del PRO mantuvo esta semana su primera reunión con el equipo completo de economistas de Cambiemos, que incluye a los de la UCR y de la Coalición Cívica. Para desterrar la idea de que su propuesta se basa en el ajuste, ya había puesto como voceros económicos a Rogelio Frigerio y Alfonso Prat Gay. Un día antes los economistas de las distintas fuerzas se habían reunido entre sí para analizar las medidas que adoptaría el gobierno de Cambiemos en caso de llegar al poder. Los hombres de la UCR se fueron satisfechos porque el plan no incluye ninguna receta neoliberal como suele pregonar el oficialismo.





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