Los tradicionales y ya virtualmente eternos gremialistas peronistas no pueden conciliar el sueño como ellos quisieran. Sucede que, si bien tienen claro que van a volver a unirse y que sus “aparatos” son piezas importantes para cualquier político con aspiraciones, no cuentan con la mínima certeza acerca de lo que les deparará aquel que esté en lo máximo de poder desde el 11 de diciembre.Por eso andan refunfuñando por lo bajo y cuando pasan los “besamanos” con los candidatos salen con la misma cara de incredulidad con la que entraron. Lo único que han recibido son previsibles palabras de compromiso, pero nadie les dijo con todas las letras “vamos a devolverles la plata de las obras sociales”, “vamos a modificar a fondo el Impuesto a las Ganancias”, “vamos a ponerle cepo a la desregulación de las obras sociales”, “vamos a dejar que las paritarias floten libremente, sin topes”. Encima, el mundo sindical peronista recibió el mazazo de la imputación al jefe de la CGT “K” y de la UOM, Antonio Caló, por presunto lavado de dinero, investigación que alcanza a una larga lista de integrantes del gremio metalúrgico.Caló descalificó al mensajero del cual partió la revelación –un ex abogado de la UOM- con una palabra que suena pesada en las corporaciones con códigos de silencio: le dijo que era un “buchón”, palabra que suena a delación y traición. Pero entre los adversarios de Caló prefieren, según dicen, “no hacer leña del árbol caído”, aunque tampoco salir en su defensa abiertamente.En realidad hay prudencia ante la posibilidad de que la Justicia empiece a indagar en los libros de las obras sociales y de los sindicatos y encuentre a alguna organización floja de papeles. Hay que recordar que ya hubo y hay algunos dirigentes con problemas en los tribunales, por razones diversas.El exbancario Juan Zanola estuvo un tiempo detenido por el caso de la “mafia de los medicamentos”; el exferroviario José Pedraza purga cárcel tras ser condenado por el crimen de un militante de izquierda del cual la Justicia halló culpables a activistas de su sindicato; y el marítimo Omar Suárez está procesado por entorpecimiento de la navegación, pero también fue denunciado por supuestas irregularidades en su accionar al frente del SOMU, su organización.Inquietos y movilizadosTodas estas cuitas mantienen inquietos y movilizados a los espíritus de la dirigencia, varios de cuyos referentes más experimentados practican movidas diversas, que combinan lo individual con lo colectivo. Mucho ruido hizo la foto de Hugo Moyano con Mauricio Macri, quien fue elogiado por el camionero. Pero esa misma foto del también presidente de Independiente puede repetirse hasta el infinito con gobernadores e intendentes de cualquier color político.Nadie quiere tener en la vereda de enfrente a un hombre que representa a los trabajadores del transporte de cargas, pero también de otras áreas tanto o más vitales, como la recolección de residuos. Todos saben lo que pasa en cualquier comunidad cuando la basura se acumula más de un día por una protesta sindical.Lo de Moyano, claro está, fue un mensaje más que una adhesión particular. Y siempre en estos casos hay que hablar de “los Moyano”, pues su hijo Facundo es uno de los principales espadachines de Sergio Massa. Ambos practican el juego que mejor juegan y que más les gusta, y proclaman la independencia uno de otro a la hora de sus movidas, lo que debe ser segura comidilla a la hora de los almuerzos familiares moyanistas.Otro “pícaro” es Luis Barrionuevo, que por estos días anda con bajo perfil pero siempre activo en materia de “roscas”. Suelen decir cerca del gastronómico que habría sorpresa mayúscula si se publicara la lista de dirigentes –de todos los ámbitos- que dialogan a diario con el jefe de la CGT Azul y Blanca, en muchos casos desfilando por su despacho.También dan que hablar los jefes de los gremios del transporte, que estos días rehusaron adherir a cualquier candidato a presidente y, en los hechos liderados por el marítimo Juan Carlos Schmid (mano derecha de Moyano), reclamaron a los postulantes que expliciten sus propuestas para el sector de los trabajadores, especialmente en materia de empleo. Pero lo que todos tienen en común es que cuando llega la noche, la hora en que, como dice el tango, “el músculo duerme y la ambición descansa” (aunque también recuerda que “la ambición trabaja”), no pueden conciliar el sueño como desearían y duermen con un ojo abierto.





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