POSADAS. Judith Salom es una voz autorizada para hablar de la realidad de los niños de hoy. “Yoli”, como la conocen todos, es maestra jardinera y hace más de 20 años está al frente del Jardín Maternal Campanita. Ha crecido con cientos de chicos de la ciudad y el diagnóstico que su experiencia hace es claro: “hoy en día pensamos muy poco en cuáles son las necesidades, los intereses del niño y no se respetan sus tiempos madurativos”, indicó.Desde su trabajo diario con los más pequeñitos observa prácticas que atentan contra la idea de niñez. “Antes de enseñarles cosas nuevas a los chicos, debemos darles tiempo y las posibilidades de que resuelvan las dificultades que tienen. Están los niños que todavía no controlan esfínteres y la mamá ya los pone a estudiar danza, manejan la PC y el celular antes de saber atarse los cordones. El niño pequeño primero tiene que aprender a ser persona, y aprende de las vivencias, desde el juego, la experiencia y sobre todo desde la imitación: el adulto que tiene en frente es su referente y es de quien aprende”, aseguró en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.Muchas veces se piensa, se dice y se mantiene que “los chicos de hoy vienen más vivos” porque aprenden rápidamente a utilizar elementos del mundo adulto o por la viveza impregnada en sus respuestas. “Yoli” disiente: “creo que al niño se lo preserva y se lo cuida menos. Participa mucho del mundo adulto, de vivencias que en realidad no debería tener que experimentar todavía, participa de las charlas de los adultos, de los problemas de los adultos, de las reuniones con adultos. Antes el niño era niño, hacía cosas de niños y se lo preservaba mucho más. No es que hoy estén más vivos que antes, pasa que se los preserva menos. Están inmersos en ese mundo donde no les queda otra que ser más vivos”, sentenció.Licencia para ser padreEs cierto que para muchas de las actividades que se realizan de manera cotidiana se necesitan licencias específicas, como por ejemplo para pescar o conducir, pero no hay cursos, ni libros ni licencias que preparen a los padres. Esta situación, que atraviesan todos los seres del mundo que se aventuran a tener un hijo, se nota. “Se ven papás que trabajan muchísimas horas, están ausentes y por ahí el tiempo que sí están con los chicos no es tan bueno en calidad, entonces se recurre a estos aparatos, el juego en la computadora, el celular o la televisión”, indicó Salom. Hay muchas prácticas que implementaban las mamás de antes, como horarios para comer, dormir, jugar, bajar las luces, contar un cuento, armar el momento, que ahora se ven cada vez menos. “Esto tiene que ver con que al niño lo arrastramos, va a todos lados con nosotros. El mundo moderno no respeta esa necesidad de espacio del niño, relacionado con sus ritmos biológicos. Cuando son personas grandes no pasa nada, pero cuando son niños se siente. Estamos muy apurados con nuestros ritmos de vida y no nos damos cuenta de que cuando somos papás, tenemos que abocarnos a eso y lo otro tendrá que esperar”, explicó. La pedagogía WaldorfComo conocedora de este contexto, Salom decidió implementar la pedagogía Waldorf en el jardín que lleva adelante y que el pasado 8 de agosto cumplió 20 años. “Con este proyecto sostenemos que el niño pequeño tiene que estar primero en casa con mamá. Sabemos que es una utopía en una sociedad donde una mamá estudia, trabaja, y el Estado le exige por ley que a los 45 días de haber nacido el bebé, se reintegre a trabajar”, indicó. Según Salom, lo ideal sería que un niño esté con su mamá hasta los tres años y si se puede más, mejor. “A los tres años el niño ya manifiesta una necesidad de compartir y de jugar, pero los primeros años tiene que fortalecer el concepto de nido y el nido es la casa y la contención de la mamá. Lo que intentamos desde el jardín es procurar para el niño el ambiente más familiar posible y que la maestra pueda cumplir con el rol más maternal posible, que no quiere decir sustituir el rol materno, si no desde los cuidados básicos y esenciales como el dormir, el comer, la atención, etcétera. Tampoco inducir el aprendizaje, si no que el niño explore. Porque la idea es facilitar a que el niño desarrolle su capacidad imaginativa y creativa”. Sucede también que los padres, en su afán por explotar las capacidades de los chicos, los inscriben en computación, inglés, ballet y todo curso que hay. Salom considera que “tienen una vida para ese tipo de aprendizajes, pero para lo que no tienen toda una vida es para ser niños. Y es algo que lo tienen que hacer ahora, el niño necesita aprender desde el movimiento, de la experiencia, de los juegos, de la libertad sin condiciones, sin tantas reglas, sin tantas pautas. Tiene que ser niño”.





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