POSADAS. “El score final del partido por el tercer puesto fue 6-4, 6-2. Se complicó un poco en el primer set pero después fue todo de Melo”, iniciarán algún día las crónicas deportivas sobre el triunfo de Horacio Melo. Ese que le permitió traerse a Misiones la presea de bronce en las XXXVI Olimpíadas Mundiales de la Salud, que se disputaron en Limerick, Irlanda, del 18 al 25 de julio. Ojo que no fue la única. En su haber sumó otra de plata en dobles mixtos y, porque tenía un día libre, como quien no quiere la cosa, se presentó en la prueba de power lifting (levantamiento de pesas) y alcanzó allí la de bronce. Tres medallas para este reconocido doctor que fue el único representante misionero en tierras irlandesas y que dejó bien alto el nombre del país en esa disciplina que bien conoce y a la que le dedica muchas horas de sus días: el tenis. No es un desconocido de estas competencias. Ha participado alrededor de siete veces en esta cita mundial que reúne a profesionales de la salud de todas las áreas: médicos, bioquímicos, odontólogos, etcétera. Todos aquellos que toman los mismos consejos que les dan a sus pacientes: practicar deportes. La decisión de hacer este viaje no fue fácil. Los montos para costear el mismo rondan los 100 mil pesos que debe asumir cada deportista, además de cerrar la práctica por al menos quince días y porque hay que entrenarse duro para llegar. Sin embargo, Melo hace tiempo que asume los riesgos y, hasta ahora, disfruta de todas las satisfacciones. “Fui el único representante misionero, por el tema de los costos, las horas de vuelo, etcétera. Además, tenés que tener un buen nivel. No se puede hacer un viaje tan largo, para perder en primera ronda. El objetivo es traerse una medalla”, contó a PRIMERA EDICIÓN este doctor -tenista. “Todos los que vamos a las Olimpíadas queremos traer una medalla. Es un orgullo y uno piensa qué valor monetario tiene, ninguno; pero tiene un valor moral y espiritual que te gratifica. Es mucho el esfuerzo que se hace: yo entreno todo el año, casi todos los días de la semana. Esto no es coincidencia, y eso que yo no vivo del deporte”, destacó. Pasa que el hombre es un apasionado: de dos a tres horas diarias le dedica a su práctica y entrenamiento, justo después de cumplir con sus obligaciones laborales.Hace veinte años que juega al tenis, pero antes de eso se dedicó al básquet. Como todo buen deportista, no estuvo exento de lesiones. Es más, después de una lesión grave en una rodilla, le afirmaron que lo mejor era que no juegue más. Pero no se dio por vencido. “Esto es bueno transmitirlo: la gente que está lesionada en este momento, que sepa que se puede tener una mejor calidad de vida. Yo superé muchas lesiones crónicas y agradezco a Dios y a muchos amigos que me apoyaron y que, gracias a ellos, hoy puedo estar jugando en un nivel elevado”, señaló. La delegación argentina Quizás haya retumbado en su cabeza esa frase de “…lo mejor es que no juegues más…” cuando ingresó como parte de la delegación argentina, con el pabellón nacional al frente, en esa entrada inaugural en las Olimpíadas. Tal vez cuando recibía las de bronce o la de plata. O quizás cuando mira los trofeos conseguidos en su carrera como tenista: uno de los más importantes, el torneo de veterano de la ITF (Internacional Federación de Tenis) que disputó en el 2014 en Asunción y del cual resultó vencedor. “Jugué con gente que vive del tenis, de países como Chile, Brasil, Argentina, Paraguay. Es más, en Misiones nunca hubo un mayor de 35 años que haya ganado un torneo internacional de la ITF. Ninguno -repitió- y yo la gané dos veces”. ¿La experiencia en Irlanda? “Muy buena, porque estar en un campo de juego te hace valorar la salud física y mental, porque sólo cuando la perdés te das cuenta del valor que tiene”, afirmó. Para cerrar “siempre digo que somos millonarios por tener salud y doy gracias por poder estar dentro de un campo de juego y no mirarlo por la tele, eso me enseñó la vida. Le agradezco a Dios estar adentro y no detrás del alambrado”.





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