POSADAS. Sin acto ni protocolos, Natalia Colman recibió ayer una silla de ruedas motorizada que entregó personalmente el ministro de Salud Pública, Oscar Herrera Ahuad. La joven, de 26 años, cursa tercer año de Antropología Social, la carrera que eligió como su verdadera vocación luego de haber culminado Analista de Sistemas en Campo Viera, donde vivió con sus padres hasta hace tres años. “A mi mamá casi le dio un infarto cuando le dije que quería dejar Campo Viera para estudiar en Posadas”, recordó con humor Natalia. Todos los días, para ir a la facu, cuenta con la ayuda y compañía de una de sus dos hermanas mayores, Marcela, con quien hasta ahora comparte un pequeño departamento distante a unas diez cuadras de Humanidades. Ahora, con la silla de ruedas motorizada, Natalia ya no necesitará que nadie la empuje aunque deberá conseguir un lugar más cercano donde vivir para facilitar su acceso. La silla llegó en un momento justo pues su hermana, que se recibió de abogada, acaba de conseguir trabajo en la localidad de Los Helechos y en pocos días deberá mudarse allí. “Nunca me trataron como si fuera diferente”“Ahora voy a poder movilizarme sola sin depender de nadie, no es difícil de manejarla, tiene una batería que dura casi todo un día y se recarga como un celular. Generalmente, me levanto temprano, voy a revisión médica y luego me dirijo a la facultad donde estoy casi todo el día”. Natalia nació con esta patología que le impide caminar pero eso nunca fue impedimento para avanzar. “Hice mi educación primaria y secundaria en escuelas comunes, y ahora estoy estudiando la carrera de grado que siempre quise. No digo que haya sido o sea fácil para mí porque todo es más complicado para una persona discapacitada, pero uno va aprendiendo en el momento a superar dificultades… cuando entré en Humanidades, no había ningún compañero en silla de ruedas, por eso, recién entonces se empezaron a ver las cosas que faltaban para que una persona con silla de ruedas pudiera movilizarse sin problemas en la facultad… y de a poco van cambiando todo lo necesario para adaptarlo”, contó.Aseguró que el trato con sus compañeros y docentes “siempre fue muy bueno, nunca sentí que me traten en forma diferente al resto… de hecho no soy diferente a nadie, salvo que ando en silla de ruedas”, observó. Renacer de las cenizasMuy emocionada, la mamá de Natalia, Ángela Petroski, se acercó ayer para hablar con PRIMERA EDICIÓN con un viejo recorte de este diario donde, hace diez años, contábamos la historia de esta joven cuyos padres hacían todos los días doce kilómetros para llevarla a la escuela secundaria. “En 1995, uno de esos días cuando regresábamos de llevar a nuestra hija a la escuela donde ya cursaba el segundo año del secundario, nos encontramos con nuestra casa incendiada. No quedó nada, todo era cenizas. Nos quedamos con lo puesto. Fue un golpe terrible quedarse sin casa de un día para otro… pero aún así seguimos adelante. Natalia nunca se llevó una materia, siempre fue una excelente alumna, no perdió ningún año pese a que viajábamos mucho a Buenos Aires porque fue intervenida quirúrgicamente en varias oportunidades”. Para poder acceder a una vivienda, la familia vendió una chacra y no bajó los brazos. “Yo sigo trabajando en la chacra… mis hijas no saben lo que es la leche en polvo porque nosotros producimos la mayoría de nuestros alimentos.”, comentó. Aunque sabe que su hija es independiente, Ángela está muy preocupada “vamos a tener que contratar a una persona para que la ayude en las cuestiones cotidianas. No será fácil para nosotros porque Natalia no cobra una beca ni recibe algún tipo de ayuda”.





Discussion about this post