POSADAS. Alfredo Fernández y Silvina Mendez son dos misioneros que siempre soñaron con conocer el mundo y sobre todo entrar en contacto con personas de otras culturas. Desde hace dos años hallaron una manera de hacerlo y sin la obligación de moverse de la casa: alojan, de forma gratuita, a los viajeros que integran una comunidad de Internet llamada “couchsurfing” (algo así como “surfistas de sofá”).Gracias a esto no sólo han convivido con los estilos de vida más diferentes de cada rincón del planeta, sino que han generado vínculos “y eso tiene mucho más valor que mirar un paisaje en el fin del mundo”, contó Alfredo a PRIMERA EDICIÓN, quien los buscó para que relataran la experiencia de mirar el “planeta a través de otros ojos”. “El espíritu inicial de la página había sido crear una posibilidad económica para alojar a los surfistas, quienes viajaban permanentemente en busca de nuevas olas y experiencias; sin embargo los usos que le dieron las personas se fueron modificando y quienes viajan con esta modalidad ya no son tantos surfistas, pero sí personas que además de recorrer el país que visitan, tienen interés en el contacto, en el intercambio y en los vínculos”, explicó Alfredo. La página en sí, permite a los couch crear un perfil que pueden ver otros socios y viajeros para que puedan comunicarse entre sí y viajar no sólo de una manera barata y sencilla, “de sofá en sofá”, sino que la finalidad mayor es tener la posibilidad de dejar de ser “turistas comunes” y conocer la forma y las costumbres de las personas que los alojan en cada uno de los lugares que visitan. La experiencia que el matrimonio considera “bisagra” fue un viaje a Bahía (Brasil), oportunidad en la que habían decidido cambiar el estilo del viaje y alojarse en hostales. Allí conocieron a uno de estos viajeros de sofá, a quienes por esas cosas de la vida les dieron un “aventón” hasta su casa y éste les brindó alojamiento y de paso les contó que era parte de la comunidad de viajeros 2.0. Cuando regresaron buscaron la web y se crearon un perfil, acondicionaron un cuartito que les quedó de más, que antes era de su hija, quien ya no convive más con ellos, para ponerla a disposición de los viajeros. A partir de allí ya recibieron en su casa a franceses, españoles, italianos, polacos, checoslovacos y la lista sigue… Aunque no es obligación brindarles comida ni sacarlos a recorrer la zona, ellos lo hacen y esa buena energía vuelve a ellos como por efecto boomerang. “Hemos tenido visitas inolvidables. Por ejemplo un chef italiano con quien nos sentimos tan a gusto que hasta lo llevamos a una reunión familiar, nos cocinó y todo. Fue estupendo”, relató el hombre.Tanto él como su esposa Silvina se mostraron gratificados por los huéspedes que les tocó alojar como caseros. “De todas las experiencias que tuvimos ninguna fue mala, por así decirlo, a lo sumo fueron raras”, rió él al recordar la visita de un europeo que no tenía “para nada incorporada la rutina del aseo personal”. Desde entonces el perfil que tienen como caseros en la página subraya lo siguiente: “Nos gusta bañarnos como mínimo tres veces por día en verano y eso esperamos de nuestros visitantes”. Cómo es y de qué se trata“Para ser couch la persona se crea en la web un perfil con sus gustos y los requisitos para acoger a alguien. También se describe la casa, los gustos personales, filosofías de vida, gustos musicales y se delimita quien es bienvenido a la casa, sutilmente. Son datos que están permanentemente colgados en la página, suponiendo que vaya a hacer un viaje cualquiera, siendo socio de la página y ésta te tira opciones de quienes reciben huéspedes en la zona. Por una cuestión de lógica, sobre todo cuando viajan mujeres solas, siempre es recomendable fijarse bien, tanto el que va a solicitar como a quien le solicitan la casa, vemos que el perfil sea acorde a nosotros. Básicamente le abrís la puerta de tu casa y a partir de ahí compartís todo. Siendo claros evitás malos entendidos o lo que es peor, momentos incómodos”, contaron. “Cuando abrís la casa no tenés obligaciones, ni siquiera de contestar los mensajes que te mandan por privado. No sos ni siquiera anfitrión. Pero la gente que nos tocó recibir ya estaba muy experimentada en el sistema y muy ubicada. El que viaja de esta forma es porque ya usó el método muchas veces, y nosotros admitimos, en general, personas que tienen un perfil con el mundo ya recorrido. Si nos aparecen perfiles nuevos, de oportunistas que no quieren pagar el hotel y se anotaron hace tres horas, y te piden la casa porque llegan ese mismo día, no les abrimos la casa porque ese no es el espíritu”, afirmaron.





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