POSADAS. Características similares a las particularísimas de Sheldon Cooper, el personaje principal de la serie “The Big Bang Theory (La teoría del Big Bang)”, serían difíciles de encontrar: desde muy pequeño demostró ser un genio, creó un robot con circuitos integrados construidos por él mismo utilizando un horno de juguete y hasta construyó un reactor nuclear en su propia casa para iluminar su vecindario. Es más, su primer doctorado lo obtuvo a los 15 años. Difícil es en esta Argentina de hoy donde no hay presupuesto ni proyectos para detectar a chicos con altas capacidades y superdotación que muchas veces se pierden detrás de los interminables y estructurados años de escuela donde se pasa de aprender algo de matemática y un par de conceptos de lengua: nada interesante que responda a sus necesidades.Remediar esto es la misión de José Brítez, un profesor de educación especial que está empecinado en modificar esta realidad y descubrir a esos talentos dormidos y a esos genios que el sistema no ve y a los que, por ende, no les da espacios donde aprovechar estas capacidades únicas, que podría festejar toda la humanidad. “Estos alumnos son invisibles dentro del sistema educativo argentino”, afirmó el “profe” Brítez en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Pasa que al no existir un marco normativo, ni programas a nivel institucional, muchas veces no se los reconoce, y las actitudes que los delatan pasan a ser molestas. “Hay determinadas características que no se identifican pero que se manifiestan: la mala conducta, chicos expulsados de las escuelas, el desafío constante a la maestra, a los compañeros y estar aislados son sólo algunas de ellas”, explicó el docente. Muchos de estos niños puede sufrir bullying, porque son diferentes a sus compañeros en general. “Esto puede generar odio o rencor que puede manifestarse de diferentes maneras: físicamente o en contra del sistema. Un ejemplo de ello son los delincuentes muy inteligentes que vemos todos los días en la televisión, es gente muy capaz pero que desarrolló sus capacidades de una manera contraria a lo que son las normas establecidas. Personas geniales que en su momento tuvieron altas capacidades y superdotación, pero no fueron enmarcados dentro de la comunidad, entonces no colaboran, al contrario, perjudican”, señaló. Como padres, hay que estar atentos a señales claras, muchas veces subestimadas. “Hay que prestar atención a las manifestaciones primarias, como las respuestas que da. A veces uno subestima al niño y dice que no sabe, pero ellos pueden elaborar hipótesis mucho más complejas que un adulto; aquel que quiere marcar sus reglas, que quiere decir cómo se tiene que hacer determinada cosa, que cuestione las decisiones que toma la madre, o una precocidad, como por ejemplo un nene de dos años o tres que empieza a leer. Algo pasa y puede ser muy bueno”, alentó Brítez.El sistema educativo argentino no contempla estas posibilidades. Una muestra clara de ello es que dentro de la Ley de Educación Nacional (la 26.206) hay un solo artículo, uno solo, el 93 que en un par de renglones sintetiza esta situación: “Las autoridades educativas jurisdiccionales organizarán o facilitarán el diseño de programas para la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación de los/as alumnos/as con capacidades o talentos especiales y la flexibilización o ampliación del proceso de escolarización”. Nada más, ni cómo, ni cuándo, ni con qué. Entonces, cuando algún padre llega a José Brítez con la duda de que su hijo pueda ser un superdotado, ingresar a la escuela puede llegar a ser un trámite burocrático y engorroso al no haber una legislación que lo enmarque.“Nuestro sistema educativo es gradual, promocional y anualizado. Con este tipo de necesidades, estos alumnos necesitan de un programa de atención de altas capacidades y superdotación que no está instituido ni a nivel provincial y tampoco a nivel nacional. Para crear este programa es necesario primero reconocerlos”, indicó Brítez y tomó la posta: inició una serie de charlas gratuitas para crear conciencia acerca de esta situación y de ahí en más avanzar. “Una vez descubiertos pueden alcanzar lo que se propongan y ayudar a la comunidad de diferentes maneras. A mí me angustia y me preocupa que haya un alumno que pueda tener esto como potencial y no aprovecharlo”, aseguró mientras indicó que también hacen falta patrocinadores que colaboren. Difícil, pero no imposible.





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