PUERTO RICO. Cuando Román Martínez le enseñó el oficio de cortar cabello a su hijo Mauricio, seguramente no imaginó que esta enseñanza trascendería en el tiempo y por varias generaciones. Éste a su vez le enseñó el oficio a su hijo Carlos, quien se la transfirió a Marcos, la cuarta generación de peluqueros en la familia Martínez, y a la vez el primero en dedicarse profesionalmente a tiempo completo. Román y Mauricio ya fallecieron, pero su legado sigue más presente que nunca, en la vida que le dan al oficio familiar todos los días los herederos de ahora, padre e hijo, y a la vez, en los cientos de clientes satisfechos que enaltecen con sus halagos la reputación de “excelentes peluqueros y muy buenas personas”, de los Martínez.Cuando tenía 17 años, Carlos, o, don Carlitos como lo conocen sus clientes, comenzó a cortarle el cabello a sus amigos. Para poder hacerlo le tenía que sacar escondido las herramientas de su padre, pero valía la pena arriesgarse, porque su vocación se lo pedía, ya que con esa travesura practicaba con sus amigos los más modernos peinados de la época.A 40 años de esos inicios, don Carlitos recuerda varias anécdotas: “Antes venían los abuelos y te decían que le cortes el pelo al nieto, y cuando se le preguntaba qué corte quería, te decían: que quede como hombre; y esa era toda la instrucción. Hoy vienen los chicos con el diseño del corte que quieren en el celular, ellos eligen, y tenés que hacerle el peinado de moda, que como toda moda, cambia rápido, por eso somos una peluquería masculina que está a tiempo con la moda, pero sin dejar de lado lo clásico que siempre sigue vigente”, comentó. Carlos tiene 58 años y siguiendo la enseñaza de su padre, cuando su hijo era un adolescente, le enseñó el oficio para que lo pudiera usar como herramienta cuando se fuera a la facultad, sin embargo, cuando Marcos tuvo que elegir entre una carrera y la peluquería, eligió la peluquería y se convirtió en la primera generación en ser peluquero a tiempo completo, ya que las tres generaciones que lo sucedieron siempre tuvieron dos trabajos. “Estudié peluquería, pero todos los secretos del trabajo y del trato con la gente me los enseñó mi padre, y yo pienso enseñárselos a mi hijo, para que los pueda usar como una herramienta en su vida si lo llegara a necesitar”, explicó Marcos (29), casado, padre de un hijo. El peluquero es alguien que uno elige con mucho cuidado, con gran delicadeza y exigencia, pero cuando se elige uno, pasa a ser un amigo y se dice que de peluquero no se cambia. Debe ser por ello que Carlos tiene clientes de décadas, y algunos ancianitos a los que les ofrece un servicio a domicilio porque tienen dificultad con la movilidad.“Le estoy muy agradecido a todos nuestros clientes, por confiar en nuestro trabajo por tantos años, este trabajo que me ha dado muchas satisfacciones”, expresó desde su local en la galería del Cine San Martín de Puerto Rico. ¿Y qué opina de que su hijo haya elegido este oficio como su fuente de vida?, preguntamos desde PRIMERA EDICIÓN: “Me gusta que mi hijo sea peluquero, y es uno muy bueno, creo que uno de los mejores”, respondió.





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