“La radio es mi lugar”Alejandro Batalla llegó desde Buenos Aires como Maestro Mayor de Obras (MMO), cuando se iniciaba la carrera de Locutor Nacional y decidió probar suerte porque era algo que ya había hecho cuando era más joven y no veía mucho futuro sin profesionalización. Unos 150 esperaban el ingreso y el cupo era para 45. Logró pasar la barrera y a partir de ahí “fui remando como podía con ayuda de amigos, novia, madre, para tratar de sustentarme mientras conseguía trabajo” en una ciudad que desconocía.Admitió que la carrera fue “una aventura, una sorpresa, donde fui dándome cuenta de mis carencias. En un momento desperté y dije, definitivamente, ésto es lo mío”. Empezó a trabajar en Express en 1992 y luego armó su primer equipo para FM Light en 1995. Después de cinco años, lo llamaron desde LT 4 para dirigir artísticamente la reestructuración de la emisora. Allí permaneció hasta el 2005, año en que presentó un proyecto para iniciar una nueva emisora donde permanece desde hace diez años.Para ser docente lo convocaron luego de dos años de haberse recibido. “La verdad que no pensé que me iba a gustar tanto. Al punto que hace 18 años estoy al frente de Práctica Integral de Radio, de primer y tercer año. Soy como el que otorga el carnet a los locutores porque es una materia troncal que si no aprueban no pueden rendir el coloquio con los profesionales de Buenos Aires. Voy dándome cuenta que me sirve a mí también como retroalimentación para estar al día”, confió.A su entender, en Posadas se nota la incidencia de la formación de locutores. “En los medios más respetables, más serios, hay dos o tres colegas que se formaron acá aunque me encantaría que los 300 locutores que nos recibimos estuviéramos insertos, pero no es así. Creo que eso pasa en todas las profesiones. Tendrá trabajo un 30%. Todavía hay una tarea muy grande por hacer y por eso me empeño mucho. A veces tengo una hora de clases y me quedo tres, hablando, sacando dudas sobre cuánto se puede cobrar un spot, una conducción, como hacer para insertarse. No soy una persona egoísta”, manifestó.Se define como “un amante de la radio, de siempre”. Y si bien le ofrecieron trabajo en televisión, es un ámbito en el que no se siente cómodo. “La radio es mi lugar. La radio en todos sus espacios (producción, conducción, locución comercial, e informativa, móvil de exteriores)”, insistió.Al referirse a la audiencia la calificó como “alucinante”. Y habla con conocimiento de causa porque “sigo siendo oyente de radio, sigo buscando cosas en el dial. Me gusta escuchar contenido, me gusta esa cosa fresca de aquel que tiene la pasión por la radio. A veces me quedo, otras no. El oyente es el que de alguna manera te va marcando cuando vos estás medio equivocado en lo que estás haciendo. Se da cuenta cuando no se es auténtico, cuando estás para rellenar un espacio, presentás canciones para cobrar el sueldo a fin de mes o cuando lo hacés con pasión. Lo nota de una manera increíble, lo sé porque soy oyente”. Hoy, en su día, pidió a sus colegas, muchos de los cuales fueron sus alumnos, que “sigan respaldando la profesionalización del locutor porque si no lo hacemos nosotros esto seguirá siendo una cuestión amateur”. “Es en TV donde me siento más cómoda”Mariela Martínez es oriunda de Eldorado. Era alumna del Instituto San José cuando un equipo del Instituto Montoya presentó el plan de carreras y su atención se centró en televisión y radio. Llegó a Posadas donde residía su hermana, hizo el cursillo de ingreso, rindió el examen, fue admitida y concluyó la carrera en los tres años que propone el plan de estudios. Incursionó en el ámbito laboral en el segundo año de la carrera, con ayuda de colegas que ya estaban trabajando. Comenzó con un programa de cultura en FM Stilo, que duró un mes porque había que conseguir publicidad para pagar el espacio. Siguió con prácticas, primero con Gerardo Strejevich, en FM Uno, y luego con Omar Pereira, en FM Special. Más adelante, llegó a FM Express y desde ese momento, no se detuvo. “Se me fueron abriendo las puertas y la mayoría de las veces permanecí por varios años. Fui cambiando, probando y haciendo otras cosas que la profesión me permite”, señaló, al tiempo que admitió que la locución comercial no es su fuerte. “Nunca me identifiqué con la cuestión de hacer publicidad, nunca me atrajo. Me sentía mas cómoda con los noticieros, escuchaba mi voz más aceptable en ese ámbito”. Cuando surgía la idea de hacer informativos cada media hora, como en las radios de Buenos Aires, en FM Express quedó leyendo noticias. Allí se consolidó, pasó por FM del Sol, Radio República. A pesar de estas experiencias, es en la televisión donde se siente más cómoda. “Nunca me sentí muy cómoda con mi voz, y la radio es pura voz, es darle matices además del contenido. En la televisión puedo expresar con la voz, con la imagen, con los gestos y puedo transmitir mejor”, agregó.La carrera “me dio una oportunidad, me dio algunas cosas, pero hay otras que las fui creando, desarrollando, con la gente y con mis posibilidades. No me puedo quejar, es lo que buscaba”, dijo Martínez, que conjuga su profesión con su rol de madre y esposa. Esté donde esté trata de interactuar con el grupo de trabajo: “Que el otro te enseñe y que uno también le deje algo, de lo contrario el paso por el lugar queda como una cosa vacía. Lo importante es poder aprender del que esté al lado, que el otro aprenda de vos, y que la gente lo pueda recoger y aprovechar”. “No podría ser otra cosa”“Tony” Sabaré (49) nació para ser locutor y se considera un bendecido de la profesión. En 32 años de carrera, se convirtió en uno de los más reconocidos locutores obereños. Pensar en un momento exacto en el que descubrió su vocación le es imposible aunque desde muy niño recuerda la admiración que sentía por los que “hablaban bien”, por eso sostiene que su pasión es innata. De familia humilde, supo encontrar en el mundo de las letras el lugar donde soñar y ser feliz.&am
p;nbsp;Raúl Celada, coordinador general de LT 13, radio pionera de la región, le propuso el primer trabajo como locutor en diciembre de 1983, cuando terminaba el secundario y había sido presentador en eventos estudiantiles. Su paso por allí fue “la mejor etapa” porque “cumplí todos los roles, hasta fui relator de fútbol”. El día que pisó la radio supo que su destino se empezaba a cumplir. Trabajó por cuatro años sin dejar de lado la ilusión de estudiar y “tener el carnet”. Su madre, era su gran preocupación. Si bien costó mucho tomar la decisión y dejar sus afectos, fue más la necesidad de ser fiel a su sueño y en 1988 ingresó al Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (Iser). La pensión donde vivía fue testigo muchas veces del dolor conjugado en llanto, por el desarraigo. Encontró tendidas manos amigas, siempre que necesitó. Entre ellas las de familiares de Héctor “Chiquito” Dalmau. En una ocasión había vuelto de Misiones, dejó su bolso sin desarmar y fue a clases. Cuando volvió, su compañero de pieza se había llevado sus pertenencias. Se sintió más solo que nunca. Mientras estudiaba, trabajó en una Cadena de Radios Iberoamericana y como corresponsal de radios desde el Congreso de la Nación. Todo servía, todo representaba algo para sostenerse. En diciembre de 1990 vio coronado tanto esfuerzo y dedicación. Las penurias recobraron sentido. Egresó como Locutor nacional y retornó a su tierra. Nunca pensó en quedarse en la Capital, añoraba su Oberá natal que “es donde soy feliz”. Trabajaba en FM Iguazú, cuando Celada reapareció en su vida para ofrecerle trabajo en FM Integración, en Oberá, donde fue jefe de locutores y director. Es docente desde los inicios en la carrera de Locutor Nacional en el Instituto Montoya, de Posadas, y como tal sufre ante las carencias que a veces presentan sus alumnos y aspira a darles herramientas para el buen uso del lenguaje. Condujo el noticiero de Canal 5, y desde hace 15 años produce y conduce el programa televisivo con contenidos de inmigrantes denominado “Este es el lugar”, tal como la periodista Olga Kolesnikoff titulara en PRIMERA EDICIÓN un artículo sobre la Fiesta del Inmigrante. Persigue incansablemente la armonía de las frases, la excelencia en la expresión. En esa búsqueda interminable y seguramente eterna, cursa el segundo año del Profesorado de Lengua y Literatura.Sabaré es una marca registrada en la locución obereña. Considera que su camino fue fácil y que “hoy cuesta mucho más la inserción laboral”. La contención perfecta a su profesión la encuentra en su esposa, Norma Horrisberger, y en su hijo Sergio Aníbal (9). “Tony” Sabaré, es Locutor Nacional. No podría ser otra cosa.





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