POSADAS. Algunos son ciegos o nacieron con síndrome de Down, otros sufren discapacidades motoras o neurológicas. La mayoría pasó sus años de infancia y adolescencia en las escuelas especiales pero, al cumplir los 18 años, “egresaron” de la modalidad. ¿Hay espacios en el sistema educativo formal para los jóvenes discapacitados de la provincia? Desde hace algunos años la respuesta a esta pregunta es afirmativa pues las Escuelas de Jóvenes y Adultos son inclusivas. Más recientemente, también las escuelas de la modalidad técnica de la provincia abrieron sus talleres de contraturno para las personas discapacitadas. En la actualidad, según precisó la coordinadora de Enseñanza Especial, Mónica Schettini, hay 540 alumnos especiales en escuelas de adultos y técnicas. En esas instituciones acceden a cursos de capacitación de oficios y talleres técnicos. Allí, además, pueden socializar con otras personas de su misma edad. Integración“Prácticamente todas las escuelas de la modalidad de jóvenes y adultos tienen alumnos especiales. Se trabaja muy bien con ellos, siempre con la participación de docentes integradoras. No es necesario haber pasado por escuelas especiales, pues este no es un requisito para ser admitidos en las escuelas de adultos”, destacó Schettini quien participó ayer de las Jornadas de Articulación entre modalidades de Educación Especial, Técnica y Educación de Jóvenes y Adultos que tuvo lugar en la exestación de trenes. “La inclusión en las escuelas de adultos se fue dando en forma natural desde hace ya varios años atrás. En las escuelas especiales siempre tuvimos alumnos que empiezan a adquirir nociones de lecto-escritura y cálculo en la adolescencia, y entonces nada mejor que estén con sus pares. Entonces, desde la escuela especial los acompañamos como alumnos integrados en su trayectoria educativa”, señaló. Cambio social Por su parte, la directora de Educación Primaria de Adultos, Marjorie Márquez indicó que “la inclusión de chicos especiales a las escuelas de otras modalidades tiene un alto impacto en el día a día pero, donde más se nota, es en el interés de los alumnos hacia la problemática de la educación especial. Ellos son partícipes en esta toma de decisiones y son los que van a producir la sinergia colectiva en el futuro”. La funciona destacó las tareas solidarias que llevan adelante los alumnos de escuelas técnicas.El caso de la Epet 6 Al igual que el resto de las técnicas de la provincia, la Epet 6 de Eldorado fabrica diferentes elementos para la población discapacitada. La particularidad de esta escuela es la forma en que logró incluir a los chicos especiales y a sus madres en el proceso educativo. Según contó a PRIMERA EDICIÓN el profesor de hidráulica, dinámica y carpintería, Oscar Homilka, autor del proyecto “Los niños nos necesitan” a través del cual hace ya cuatro años que los alumnos de la Epet 6 y de la Escuela Especial 6 fabrican elementos pedagógicos didácticos para niños de visión muy reducida. El año pasado, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) los distinguió como “Primera Escuela Solidaria”. También fueron reconocidos por las plazas saludables para la tercera edad que fabricaron, “los planos vienen todos del Inti, nosotros hacemos los equipamientos para hacer ejercicios”, precisó el docente. El premio nacional del Inti consistió en un taller de prótesis para hacer brazos, piernas y caderas ortopédicas. “Nosotros vamos a hacer sólo la parte mecánica, el resto lo maneja el Ministerio de Salud para lo cual están trabajando en forma coordinada el hospital Samic de Eldorado y el Inti de Buenos Aires”, detalló. Lo mejor de todos estos logros es que son el resultado del trabajo conjunto y, casi siempre, fuera del horario de clases pues la fabricación de los elementos para donar se realizan en horario extra curricular. “Los chicos de la Especial 6 están integrados al resto de los alumnos de la Epet 6 en los talleres. Hay alrededor de ocho chicos especiales en cada taller, en total son unos cuarenta alumnos integrados en los talleres de los dos primeros años del secundario”, indicó. Las tareas no son diferenciadas, “los chicos especiales cumplen la misma tarea que nuestros alumnos. Es una experiencia muy buena. Al principio, pensábamos que tendríamos que cuidarnos un poco más pero la verdad es que desarrollan muy bien sus actividades en los talleres. La relación entre los alumnos es excelente”. Madres incluidas El profesor Homilka siempre notaba la presencia de un grupo de mamás en la puerta de la escuela en los horarios de los talleres. “Un día me acerqué y me contaron que ellas acompañaban a sus hijos especiales y se quedaban afuera durante las tres horas del taller porque vivían lejos. Entonces, les pregunté si querían venir a trabajar con nosotros en los talleres…la primera vez entraron dos, el segundo viernes ya eran diez y después llegamos a 55. La inclusión de las madres fue muy buena porque a través de ellas podemos darles tareas a los alumnos para que sigan practicando en sus casas”, destacó el docente.





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