OBERÁ. “Cuando fui atleta de alto rendimiento, corría treinta kilómetros por día. En 2012 cuando empecé a dializar, caminaba dos cuadras y tenía que sentarme a descansar. Hoy, volver a correr sin límites, a ritmo de atleta, no tiene precio, no hay nada que se pueda comparar con eso”, describió Andrés Fabián Romaszczuk (35), atleta, profesor de Educación Física y entrenador en Oberá. Hace apenas diez meses, el 11 de agosto de 2014 recibió un trasplante de riñón (donante cadavérico) en el IOT de Posadas y desde entonces pudo mejorar totalmente su estado de salud, que desde la adolescencia se venía deteriorando por mal funcionamiento de este órgano.“El trasplante me cambió la vida”, resaltó quien participa activamente de las reuniones que buscan que la Ley del Trasplantado sea una realidad en Argentina. Alto rendimientoEste atleta, que tuvo una infancia con muchas carencias, comenzó a entrenar en Oberá desde la adolescencia y a los 17 años se radicó en Mar del Plata junto a una familia con la cual él trabajaba como cadete. “Estuve con ellos hasta que volvieron a Misiones, entonces empecé a trabajar en una juguetería. Entrenaba en el campo de deportes municipal -en esa pista se hicieron los Juegos Panamericanos- con Alexis Abot, técnico de la selección argentina de atletismo en el área de medio fondo y fondo (más conocido como maratón. Son atletas de resistencia, en la modalidad medio fondo se corre 1.500 a 3.000 metros y en fondo, 5.000)”, recordó Romaszczuk. En el año 2000 cuando tenía 21 años logró un gran despegue deportivo en alto rendimiento y se destacó en competencias de Provincia de Buenos Aires. En 2002 siguió mejorando llegando a quedar primero en el ranking argentino de 3.000 metros, categoría mayores.Fue medalla de plata en el campeonato Sudamericano de Cross Country, una modalidad de maratón que se realiza en circuitos cerrados como campos de golf, y una lesión en el quinto metatarso (en el pie) no le permitió participar en el mundial que se realizó en Suiza.Salvando esa lesión, todo parecía encaminarlo a llegar a los 25 años, es decir el momento cumbre de los atletas, con marcas y competencias internacionales. Pero poco tiempo después (en 2004), las señales de malestar comenzaron a acentuarse y la competencia se hizo cuesta arriba. En 2004 terminó el secundario y al año siguiente decidió retornar a Oberá y comenzó el profesorado de Educación Física, en el instituto Carlos Linneo. “Cuando cursaba el último año del profesorado (2008) sentía falta de rendimiento. Empecé a trabajar en varias escuelas como todo profesor, tenía que viajar hasta 25 kilómetros para ir a dar clase, porque quedaban alejadas. Y llegó un momento que no podía concentrarme, estaba muy desganado, sólo pensaba en llegar a mi casa y dormir”.En 2012 comenzó a dializarse y lógicamente su delicado estado de salud hizo crecer un miedo, el de pensar que nunca más podría volver a correr. Pero con el trasplante todo cambió. Los corredores “del monte”Junto a un grupo de corredores Andrés creó “Del Monte running teem”, donde entrenan veteranos y chicos de 15 y 17 años de Oberá, San Javier y Alem. “Trabajamos en conjunto con profesores de Atletismo de Oberá. Yo me encargo de medio fondo y fondo”, explicó.Muchos de los jóvenes que participan tienen historias que a Andrés le hacen recordar su difícil infancia. Es entonces que se llena de satisfacción cuando los ve crecer y entrenar alcanzando las metas deseadas. Uno de ellos es Agustín Da Silva “una promesa del atletismo misionero”, definió. El joven está primero en el ranking nacional 3.000 metros y está sexto en el sudamericano.Otro de los jóvenes es de Leandro N. Alem, trabaja en el hospital local y viaja a Oberá dos veces por semana para entrenar con el grupo. El resto de los días, tiene una planificación para desarrollar en Alem.Doble revanchaPor medio del trasplante, del cual se recuperó rápidamente, su calidad de vida mejoró día a día. En enero pasado comenzó con caminatas y trotes leves, hasta que pudo comenzar a correr por varias horas sintiendo en cada paso el viento en el rostro y con él, la sensación de libertad más plena.Las vueltas de la vida y el ímpetu por recobrar la vitalidad hacen que hoy Romaszczuk pueda pensar en tomarse revancha y participar en un mundial deportivo. Será en un mundial de atletas trasplantados. Por cuestión de meses, no podrá hacerlo en el Mundial 2015, que justamente se celebra en Mar del Plata, donde él construyó una vida e hizo muchas amistades (para poder competir en los juegos selectivos que este año fueron en abril en Mendoza, debía pasar un año de la fecha del trasplante). Pero las ganas y la fuerza siguen vivas, con lo que el Mundial de Trasplantados de España, que es el próximo, seguro tendrá a Romaszczuk entre sus competidores más destacados.





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