POSADAS. Bailar folclore, la mejor excusa para hacer actividad física y afianzar vínculos entre compañeros participantes del Centro de Rehabilitación del Ciego Santa Rosa de Lima (CRC). Este novedoso proyecto fue iniciado en mayo pasado y son alrededor de doce los bailarines que se sumaron al mismo.Todos los martes de 8.30 a 10.30 se reúnen en el salón del primer piso del centro ubicado junto al Obispado de Posadas. Chamamé, chotis, valseado, polca son los ritmos que ya han bailado en estas semanas de encuentro. Y a través del baile traen a la memoria algunos recuerdos de juventud, salones y eventos en que participaron. “Me acuerdo que en el 6.22 iba siempre un personaje que bailaba toda la noche con los ojos cerrados, se conocía toda la pista, no le hacía falta mirar”, retrató Juan Acuña. La pasión que pone este hombre al bailar siempre con una sonrisa nunca permitiría adivinar sus dolencias. Es diabético y se dializa, y pese a estos contratiempos, el taller de danzas es el momento de recobrar energías. Y así también lo vivencia Sara Cáceres, su compañera de baile. “Nos conocimos en el taller, yo empecé a venir hace dos semanas y congeniamos muy bien porque sentimos la música”, señaló contenta.Al compásLuis Urbina tiene baja visión. Concurre hace un año y medio al centro y no dudó en sumarse a la propuesta. Delia Casco baila con él. “Me encanta bailar, es una belleza. Voy a los bailes del centro de jubilados Centenario y en mi casa cuando me gusta una música, bailo y bailo”, indicó la mujer marcando que cuando hay ganas, no hay limitaciones.Teresa Sosa, de Villa Cabello, concurre hace un año al centro. “Quedé ciega por un glaucoma de presión, por la diabetes hace cuatro años”, explicó. Baila con Gabriel Hackbartt (32), el más joven del grupo.El profesor de danzas es Herber Benítez, quien integra el ballet municipal y por medio de un convenio con el Centro del Ciego comenzó a dar las clases. “Hace tiempo trabajo en un psiquiátrico y con personas de la tercera edad. Este año empezamos con esta propuesta, la idea era enseñarles, pero ellos ya bailan todo”, señaló con entusiasmo.Pronto incorporarán otros ritmos de la región brasileña como el corrido. Una ronda de sillas de plástico delimita la pista y hace las veces de guía para que los participantes puedan orientarse y evitar chocar contras las paredes. Una buena excusaLas profesoras Karin Henning, del área de educación física y Marina Rodríguez del área de arte y expresión son quienes idearon el proyecto y tras ser presentado al director del CRC, Luis Viarengo, se firmó un convenio con la Municipalidad de Posadas para poder acceder al docente de danzas.“Los participantes ya bailaban estos ritmos desde jóvenes, y la propuesta es generar un espacio en que puedan hacer actividad física y también afianzar vínculos, hacerse amigos”, señaló Rodríguez.“Es importante que hagan actividad física pero por ahí si uno propone clases de gimnasia, unos se resistan, por eso el baile nos pareció lo más adecuado”, agregó Henning.Otro de los efectos positivos que generaron estos espacios es vivenciar la historia personal de cada uno, que siempre comparten con los compañeros en la parte más teórica de la clase, que inicia a las 9.30 después del desayuno. “Nosotras traemos material, leemos sobre los ritmos y los músicos, les contamos y ellos terminan enseñándonos a nosotros”, coincidieron las docentes.





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