<p>POSADAS. En el marco del Día Nacional del Tarefero, el docente jubilado Carlos Almeida recordó junto a PRIMERA EDICIÓN sus años como director de la Escuela 6 (hoy 406) de Aristóbulo del Valle, entre 1970 y 1978. “La mayoría de los alumnos eran hijos de tareferos que trabajaban en los yerbales del nordeste o en secaderos de la zona. Los padres estaban muy comprometidos con la educación de sus hijos”, recordó Almeida. De esa época recuerda muchas anécdotas pero una de las más queridas es cuando se propuso institucionalizar el uso del guardapolvo. “Casi ninguno llevaba guardapolvo, me acuerdo que les dije que a partir de un lunes sí o sí tenían que traerlo y, los que no podían comprarlo, tenían que ir con el club de madres a que les tomen las medidas para mandarlos a hacer. Llegó el lunes y todos los alumnos, a excepción de uno, vinieron con los guardapolvos. Entonces, le pregunté porqué no había llevado el uniforme y me dijo que su papá no tenía plata para comprarlo. Lo sorprendente era que era el único alumno cuyos padres no eran tareferos, sino que tenía dos chacras, coche y hasta una retroexcavadora ”, rememoró. </p><p> </p><p> </p><p> </p><p>Tarefero</p><p> </p><p>Ya está en el campo </p><p>el sufrido tarefero</p><p>al filo de la cruda madrugada </p><p>ya está allí, pisando la maleza helada</p><p>para iniciar su artesanal tarea. </p><p>Y al levantar su brazo hacia el follaje </p><p>brilla de pronto el reluciente acero </p><p>al incipiente sol de la mañana</p><p>y al caer de la planta cada rama</p><p>en las manos de su noble compañera</p><p>surge allí por vez primera</p><p>el producto final de la cosecha. </p><p>Y al caer la tarde de aquel día</p><p>un perfume vegetal inunda el campo </p><p>y el yerbal, en silencioso llanto,</p><p>recorta al horizonte</p><p>la silueta de los árboles desnudos.</p><p>Y a la puesta del sol, </p><p>cuando el silencio</p><p>anuncia el fin de la febril jornada</p><p>vuelve el tarefero a su morada,</p><p>y en su carga de soles y de heladas</p><p>lleva la evidencia renovada</p><p>de un jornal que ganó</p><p>¡con su trabajo!</p><p> </p><p> </p><p>Carlos Almeida </p>





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