POSADAS. Pese al enorme rechazo de los vecinos de esta ciudad, la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) retirará los 239 bancos de madera de los cuatro tramos de la costanera y los reemplazará por asientos de hormigón sin respaldo y expuestos al implacable sol de los veranos misioneros, en una obra que se inició hace cinco días y que terminará recién a fines de este año. Los bancos de madera retirados “serán colocados en la costanera del arroyo Mártires, que no tiene”, aseguró a PRIMERA EDICIÓN el encargado de obras complementarias de la EBY, Carlos Freaza. Los de hormigón, en tanto, son provistos por la empresa “supercemento”, contratista de las obras complementarias, por un monto que el funcionario aseguró “no tener a mano”. El funcionario reconoció que no tomarán en cuenta las críticas recibidas y el plan continuará como se había previsto, sin variaciones, es decir que no modificarán ni el diseño ni el material de los asientos. Según dijo, la Municipalidad no fue consultada sobre el tipo de equipamiento urbano más adecuado para Posadas según el tórrido clima veraniego. También advirtió que antes de mediados del año 2016, la EBY tiene intenciones de marcar el final de obra en Posadas, por lo que no se hará cargo de problemas posteriores con el equipamiento urbano. En ese marco decidieron este cuestionado modelo de bancos para asegurar “su permanencia en el tiempo”. Inconsultas y polémicasComo la EBY tampoco había informado a dónde irían a parar los cientos de bancos de madera noble que serán reemplazados, los vecinos se dieron permiso para especular sobre el destino de este equipamiento urbano específico. En las redes sociales la gente expresó sus sospechas sobre la doble inversión de la EBY tanto en los bancos como en las barandas de madera que también fueron reemplazadas, y el temor de que se pierdan en el limbo en el que se “guardaron” otros elementos que ya no están en plazas, bulevares y paseos remodelados. Freaza aseguró que irán al Oeste posadeño, donde, contradictoriamente, necesitarán igual mantenimiento, por lo que el argumento no parece consistente. La polémica por el reemplazo de los bancos fue antecedida por otra de similar tono, aunque de consecuencias ideológicas más profundas. La EBY decidió rodear al nuevo “centro de frontera” inmediato a la cabecera del Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz con una muralla de hormigón de cuatro metros de alto por 899 metros de longitud, es decir, una valla visual impenetrable de casi un kilómetro de largo. Según Freaza, esto se corresponde con indicaciones de la autoridad nacional de Aduanas, que establece la obligatoriedad de una separación física entre el espacio. “Teníamos que hacer un alambrado de cuatro metros de alto con alambre de púas arriba, iba a ser un campo de concentración. Un muro lo podemos manejar desde lo paisajístico”, argumentó el funcionario de la Entidad Binacional. Más y más cementoParalelamente a las dos intervenciones mencionadas, la EBY culmina con las obras de la “plaza seca” en la excantera Enriquez, debajo de la avenida Marconi. En este punto nuevamente el hormigón fue el protagonista: 25 mil metros cuadrados de duro cemento -con algunas pocas manchas de césped- destinados a “eventos culturales” en un espacio que no tiene ingreso por otra vía que no sea el Acceso Sur, y que no previó lugares para estacionamiento, por lo que será de difícil llegada a pie, y hasta complicado para los que tienen auto. En este punto construyeron un sistema subterráneo de bombeo desde el río Paraná hasta el borde superior de la cantera para crear una cascada artificial, y por el momento hay un solo árbol en todo el inmenso espacio. Los vecinos del barrio aledaño están en alerta por el cambio drástico que provocará la presencia masiva de personas en los eventos y los niveles de contaminación sonora que deberán padecer. Según Freaza, el nivel de ruido “ya fue probado” y los habitantes de la zona no escucharán nada de lo que pase abajo.





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