POSADAS. Justicia que tarda no es justicia. Bien lo sabe Luisa Abreu (69), que desde hace ocho años lucha contra la impunidad y el olvido. Diego Stecler (23), su hijo, murió tras un incendio en mayo de 2007, en Concordia, Entre Ríos, donde estudiaba para ingresar a la Prefectura. Fue la propia madre del joven obereño, la que sigue sin bajar los brazos, quien descubrió que todo había sido intencional.“Estoy enferma del corazón, sufrí pérdida de memoria por tanto dolor, pero pese a todo, camino, porque no puedo parar”, le dice Luisa a PRIMERA EDICIÓN en una de sus tantas visitas en busca de que la causa no se olvide.El episodio sucedió el domingo 20 de mayo de 2007. Alrededor de las 9.30, la habitación de una pensión privada a la que Diego había sido invitado por sus compañeros a pasar la noche se prendió fuego. El muchacho intentó escapar del infierno, pero la puerta estaba cerrada desde afuera y nadie reaccionó a sus gritos. Sufrió graves quemaduras y murió horas después.“Ellos eran todos misioneros; había un chico de Posadas, otro de Oberá y otros dos de Itacaruaré”, recuerda la mujer sobre aquella noche. Y aunque las primeras pericias no arrojaron mayores resultados, la insistencia de Luisa permitió establecer que había sido intencional. “Hay cinco pericias que confirmaron que no fue un corto, fue un incendio provocado con combustible”, señala.En todos estos años Luisa viajó innumerables veces a Concordia, donde está emplazado el Juzgado de Instrucción 4. Fueron eternos kilómetros desde Oberá a Entre Ríos. Una y otra vez. Una y otra vez.“La causa cambió de juez tres veces y yo sólo este año ya cambié de abogado cuatro veces”, sostiene Abreu, quien argumenta que hay algo más atrás del hecho y que las autoridades no quieren destapar la verdad. “El último abogado me dijo que la causa era muy pesada y que había que trabajar demasiado. Así surgen excusas y más excusas, pero atrás de todo hay algo que no podemos explicar”, sostiene la madre.Además del desgaste físico, tanto esfuerzo también repercutió en la economía de Luisa, que ahora pide ayuda para continuar con el pedido de justicia. “Económicamente no tengo más, me mantengo al tanto vía telefónica, pero ya no estoy en condiciones de volver a viajar”, le confesó a este diario, al borde de las lágrimas. “Sólo quiero que se haga justicia, después de todo esto uno nunca más vuelve a vivir, es un muerto que camina. Son muy pocos los que pueden entender este dolor”, sintetizó.Una emotiva cartaLa semana pasada se cumplieron ocho años de la muerte de Diego. Sin tener aún respuestas, Luisa decidió escribir una carta que compartió con este diario y que se transcribe a continuación. Es el fiel reflejo del amor de una madre y de su desesperado camino por encontrar justicia. Y además, un agradecimiento a uno de los compañeros de la víctima, que intentó salvarlo pero no pudo.“Querido hijo, desde el día que respiraste por última vez en aquella terapia, todo quemado, no puedo dejar de pensar un sólo instante en vos. Estás todo el tiempo en mis pensamientos. Te pido perdón por no lograr que se haga justicia en esta tierra. El asesino, tu compañero, sigue libre, pero yo sé que nunca tendrá paz y jamás podrá olvidar tu grito pidiendo auxilio ni tus golpes en la puerta, que él escuchó pero no abrió. Mi corazón está destruido, desde aquel día te busco pero no te veo. El que te mató caminará sin rumbo por este mundo como un animal abandonado y vivirá atormentado día y noche. Yo sé que la justicia divina hará lo suyo sin dudas, hijito mío. Cuánta falta me hacés. Gracias también Marquitos por haberte jugado la vida, entrar en medio del fuego y sacar a mi hijo. Te debo la vida. Sos un héroe, te quiero mucho y te agradeceré todos los días de mi vida”.





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