POSADAS. A más de dos años del espeluznante homicidio de la estudiante Lucía Isabel Maidana (24), aún no hay elementos de solidez suficiente para elevar la causa a la instancia de juicio oral y público. Sin embargo, la Justicia cuenta con un elemento que puede ser decisivo, siempre y cuando tenga un sospechoso con quien cotejarlo: el resultado de un ADN. El patrón genético no encontró punto de coincidencia con ninguno de los sospechosos que se sometieron al examen; entre ellos el estudiante de Antropología Nicolás Sotelo.El dato no es menor, al contrario, tiene mucha relevancia. La existencia de esa pericia científica pone sobre el tapete dos hipótesis: los asesinos fueron dos o incluso más, o el único homicida es un completo desconocido, un “Hombre X” que jamás apareció en la lista de sospechosos de la Policía de Misiones.Esta es, justamente, una de las últimas teorías sobre la que trabajaron los detectives, sobre todo de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic) del Poder Judicial.Ese ADN fue posible merced al hallazgo de semen en el cuerpo de la víctima. A partir de él surgen al menos tres teorías: fue asesinada después de un ataque sexual en el que participó un solo hombre, cuya identidad no integra la lista de sospechosos de la Policía; la mataron entre dos pero sólo uno fue el autor material, o se trató de un crimen en circunstancia de robo y los rastros de actividad sexual son previos a la concreción del mismo.Aunque nadie lo dice oficialmente, los investigadores creen que Sotelo tiene relación con el hecho. Que su ADN no coincida con el hallado, no lo desliga de las circunstancias del asesinato. En esta línea, su actuación tendría relación con una responsabilidad ideológica; el hombre que habría planificado el mismo.Según la reconstrucción policial-judicial, la cerradura del departamento en que vivía Lucía Maidana no fue violentada y constituye un dato indiciario de preponderancia. O ella abrió la puerta al homicida, porque lo conocía, o este ingresó con su propia llave. Tal vez, y no resulta descabellado pensarlo, el asesino ya estaba dentro del departamento.En este punto el testimonio de Felicitas Maidana, hermana de la víctima, toma fuerza. Esta joven aseguró que el sospechoso Sotelo se quedó con una copia de la llave de acceso en ocasión de un incidente con él, tiempo antes del crimen. Por ese entonces, el imputado alquilaba un departamento al lado del que habitaban las hermanas. Ese juego de llaves, supuestamente, fue el que encontraron en el techo de un inmueble situado frente a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam.La carencia de pruebas contra el principal sospechoso en la causa obligó a los detectives a ampliar el campo de trabajo, el número de teorías. A partir de allí, se pensó en la posibilidad de que el homicidio no tuviera vinculación con un ataque sexual sino con otro móvil: venganza, rencor o despecho.Las circunstancias del hecho describen una conducta a todas luces violenta pero sobre todo cruel, macabra, de mucha bronca contra la víctima. La autopsia reveló que Lucía tenía terribles golpes en el cráneo, efectuados probablemente con un hierro, pero uno fue devastador. Habría sido efectuado cuando ella estaba de espaldas y pudo ser con un martillo.Si hubo acceso carnal, como presupone una de las teorías en torno al caso, agrega más crueldad a un hecho de por sí espeluznante. Y ni hablar de la intención del asesino de borrar cualquier huella o rastro prendiendo fuego al cuerpo y al departamento.Para la Justicia está claro que se trató de un homicidio agravado por el ensañamiento y la alevosía. El o los asesinos tuvieron la intención de hacer sufrir a la víctima. Y lo lograron. La autopsia determinó, en forma indubitable, que Lucía Maidana estaba viva cuando le prendieron fuego. Los forenses encontraron restos de hollín en las vías aéreas respiratorias de ella. Es decir, aún respiraba cuando el departamento comenzó a incendiarse. Demasiado ensañamiento para un simple robo.Lo concreto es que Lucía Maidana murió hace más de dos años y aún no hay pistas sólidas, o con la entidad suficiente para llevar a los responsables a juicio oral y público. Más allá de la intervención o no de Sotelo en el caso, hay demasiados puntos aún por esclarecer para que la víctima y la familia encuentren justicia y puedan regresar a casa para cerrar un capítulo triste, quizás insoportable, e insoportablemente injusto de sus vidas. Un hecho que aún dueleAunque el cuerpo sin vida de Lucía Maidana fue descubierto alrededor de las 21.45 del sábado 6 de abril de 2013, no fue hasta el día siguiente que los investigadores pudieron determinar que se había tratado de un hecho intencional.Aquella noche vecinos del complejo de departamentos para estudiantes emplazado en Estado de Israel 3.495 de Posadas notaron que salía humo de la ventana de la habitación 2 y acudieron en auxilio. El resto de los estudiantes que habitaban en el pensionado no estaban: era fin de semana y todos habían regresado al interior.Los vecinos llegaron al lugar e intentaron apagar las llamas. Después llegaron los Bomberos y la Policía, para descubrir que en el interior del departamento 2 yacía sin vida el cuerpo de Maidana, oriunda de Capioví y estudiante de Gastronomía, tras un breve paso por la carrera de Comunicación Social de la Unam. El cuerpo fue trasladado a la Morgue Judicial por orden del juez Cardozo. Al día siguiente, se supo que murió por las graves lesiones que sufrió al ser atacada con un elemento contundente. Eso lo cambió todo.





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