SAN SALVADOR, El Salvador (Agencias y diarios digitales). Treinta y cinco años después de que la bala de un francotirador impactara en su pecho, el arzobispo Óscar Arnulfo Romero será beatificado hoy en una multitudinaria ceremonia en San Salvador por impulso del papa Francisco, que lo eleva a los altares como modelo de una iglesia comprometida con la justicia social en América Latina.Presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y enviado especial del Papa, la ceremonia tendrá lugar a las 10 locales (13 de Argentina) en la plaza El Salvador del Mundo.Al acto central acudirán seis cardenales, más de 100 arzobispos y obispos y como invitados especiales figuran el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, sus pares Rafael Correa (Ecuador), Juan Orlando Hernández (Honduras), Juan Carlos Varela (Panamá), y los vicepresidentes de Bolivia, Costa Rica, Cuba y Belice.“Será una día inolvidable, será una fiesta planetaria. Esta fiesta va a unir al mundo entero en la esperanza de un mundo en el que de verdad los valores por los que luchó monseñor Romero vayan haciéndose presentes”, anticipó el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez.Los preparativos para la beatificación comenzaron desde que el Papa firmó el 3 de febrero el decreto que reconoció a Romero como mártir de la iglesia al ser asesinado por “odio a la fe”.Desde el martes, la cripta de Romero en el sótano de la catedral de San Salvador comenzó a recibir fieles que depositan flores. Arrodillada frente a la impresionante escultura de Romero, Amanda Domínguez, una vendedora ambulante, exclama dirigiéndose al religioso homenajeado: “Duerme el sueño de los justos”.Lento proceso de beatificaciónLa causa para beatificar al pastor la inició en 1990 el sacerdote Rafael Urrutia, quien investigó durante tres años los escritos de Romero.“Con monseñor Romero aprendimos a hacer procesos de canonización, y lo fuimos haciendo lentamente”, reconoce Urrutia.El proceso llegó a la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, pero se detuvo para estudiar las causas del martirio. Fue necesario “dilucidar si fue asesinado por causas políticas o ideológicas o si fue un martirio por odio a la fe, por eso (el proceso) fue largo, llevó diez años (2000-2010)”, explica Urrutia.El proceso de beatificación de Romero, al que se oponían sectores conservadores, permaneció estancado por varios años, hasta que en abril de 2013 fue desbloqueado por el actual pontífice.Monseñor Vincenzo Paglia, postulador de la beatificación, buscó poner fin a la polémica al señalar que los santos “son para unir, nunca para dividir” e instó a los salvadoreños a unirse alrededor de la figura de Romero.La beatificación del arzobispo tomó fuerza en momentos en que la izquierda llegó al poder en El Salvador con el presidente Mauricio Funes, quien el 24 de marzo de 2010 pidió perdón en nombre del Estado por el magnicidio y declaró a Romero “guía espiritual de la nación”.Ante el desagrado de la derecha, Funes bautizó con el nombre de Romero un moderno bulevar, el aeropuerto internacional y ordenó inmortalizar al pastor con un imponente mural en el salón de honor de la Casa de Gobierno.Monseñor Romero fue asesinado por un francotirador durante una misa en la capilla de un hospital para cancerosos en el oeste capitalino el 24 de marzo de 1980, un día después de dirigirse a los soldados en su homilía: “Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cesen la represión”.En 1993 se identificó como autor intelectual del crimen al mayor del Ejército y líder de la derecha local Roberto D’Aubuisson, quien murió de cáncer en febrero de 1992.Con el asesinato de Romero se desató el conflicto armado que de 1980 a 1992 dejó en El Salvador 75.000 muertos y al menos 7.000 desaparecidos.Otro aporte latinoamericanoDesde Rosa de Lima, la primera santa americana, canonizada en 1671, hasta el asesinado arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, que será beatificado hoy, la aportación de Latinoamérica al santoral es importante, como corresponde a la región con más católicos del mundo.Romero es llamado “el arzobispo de los pobres” y la “voz de los sin voz”.Prácticamente no ha habido nada tan señalado para los católicos de América Latina desde las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII en abril del pasado año, también durante el pontificado de Francisco.Según el último Anuario Estadístico Eclesial, publicado en abril pasado, el número de católicos bautizados en el mundo alcanzó en 2013 los 1.254 millones, lo que significa un 17,1% de la población mundial.La cifra es un 12% superior a la de 2005 y América, con un aumento del 10,5%, es donde más creció.Los países latinoamericanos concentran el mayor número de católicos del mundo y también un buen número de santos, beatos y siervos de Dios.Según los registros del Vaticano, México es el país latinoamericano que más santos ha brindado al catolicismo, entre los cuales se destaca Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el primer indígena canonizado en la historia de la Iglesia, quien fue testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el siglo XVI.Durante el pontificado de Juan Pablo II, quien se refería a América Latina como el “continente de la esperanza”, la lista de santos mexicanos creció fundamentalmente a causa de los muchos mártires que dejaron las revoluciones.Monseñor Romero también fue asesinado por odio a la fe, según concluyó la Congregación para las Causas de los Santos cuando aprobó su beatificación.Lo mismo pasó con el sacerdote italiano Alessandro Dordi y los polacos Zbigniew Strzalkowski y Michel Tomaszek, que fueron asesinados en 1991 por la banda maoísta Sendero Luminoso en Perú y cuyas beatificaciones ya están aprobadas.Perú, cuenta con dos santos emblemáticos: Santa Rosa de Lima, canonizada en 1671 y patrona de Hispanoamérica y Filipinas, y el mulato San Martín de Porres, elevado a los altares en 1962, más de tres siglos después de su muerte.La ecuatoriana Mariana de Jesús Paredes y Flores, conocida como “la Azucena de Quito”, fue canonizada en 1950 pese a que vivió en la primera mitad del siglo XVII.Los primeros santos del pontificado de Francisco, iniciado en marzo de 2013, fueron mujeres y latinoamericanas: la colombiana Laura Montoya Upegui y la mexicana Anastasia Guadalupe Garc&iac
ute;a, conocida como la madre Lupita.Antes que Laura y Lupita fueron canonizados la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo (2008), el chileno Alberto Hurtado Cruchaga (2005), el mexicano Rafael Guizar Valencia (2006) y el brasileño Antonio de Santa Ana (2007).En Brasil ya iniciaron un proceso para que sea beatificada la misionera Zilda Arns, fallecida en el terremoto que devastó Haití en 2010, quien fue fundadora y responsable de la Pastoral de la Infancia, y otro para que Odette Vidal de Oliveira, conocida como Odetinha, una niña fallecida a los nueve años, en 1939, sea también declarada beata.Además, el Vaticano autorizó en 2014 la apertura del proceso de beatificación del médico brasileño Guido Schäffer, un seminarista que se caracterizó por su compromiso con las causas sociales y que murió en 2009, a los 34 años.En 2013 el sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914), apodado el “cura gaucho”, fue beatificado.Argentina cuenta con un santo, Héctor Valdivieso Sáez, ejecutado en España durante la Revolución de Asturias (1934), y cinco beatos, José Brochero, Laura Vicuña, María del Transito Cabanillas, Artimides Zatti y Ceferino Namuncurá.A la lista de santos americanos se sumará pronto el franciscano Fray Junípero Serra, evangelizador y fundador de varias misiones en California y México en el siglo XVIII.El fraile, nacido en la isla de Mallorca y conocido como el “Apóstol de California”, será el primer santo hispano de Estados Unidos y será canonizado por Francisco el 23 de septiembre, durante un viaje que le llevará a Estados Unidos y Cuba.El franciscano fue beatificado en 1988 por Juan Pablo II en una ceremonia en Los Ángeles. El papa polaco recordó que el “gran objetivo” de la vida de Fray Junípero fue llevar el Evangelio a los nativos de América.Precisamente por eso hay quienes se oponen a que sea declarado santo, pues consideran que España implantó la religión católica en América a la fuerza.





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