Las tensiones en torno de las paritarias, que llevaron a que hasta el gremio metalúrgico encabezado por el titular de la CGT oficialista Antonio Caló amenace con un paro de actividades de 36 horas; revelan una tensión latente detrás del escenario electoral en el que un gradual y complejo cronograma se desenvuelve, por ahora, sin desafiar en exceso las premisas previas. Con la habilitación de las consultas a los padrones, ya se vislumbra la pelea de fondo que se librará el 9 de agosto próximo, fecha de realización de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, (PASO) nacionales, tras las que se podrá contar con la primera foto objetiva de la relación de fuerzas entre los primeros candidatos para las presidenciales del 25 de octubre, final de juego que coincidirá con los comicios misioneros. En el camino a esa instancia decisiva, el Gobierno kirchnerista se muestra activo en la contención de las variables más inflamables de la economía, y de ahí que, a pesar de insistir en que las paritarias son libres, se ocupa de cuidar que los forcejeos entre patrones y obreros “no se salgan de madre”, al decir de Aníbal Fernández; objetivo para el que intenta imponer un límite de 25% de incremento salarial. En esta patriada que lo hace renegar de su propio relato, el Gobierno se apuró a desactivar temporariamente la amenaza de un paro metalúrgico, potencialmente devastador por el carácter de caso testigo de la paritaria en ese gremio, recurriendo al clásico expediente de decretar la conciliación obligatoria; ganando diez valiosos días de oxígeno, de cara a la definición de los acuerdos salariales que, otra vez, se demora más de lo razonable. La incertidumbre en cuanto al costo de la fuerza de trabajo, unida a las dudas sobre otras variables inquietas de la economía, como la inflación y el tipo de cambio, complica la marcha de la economía y , por ello, se explica la opinión positiva que obtuvo en círculos empresarios como la UIA, la decisión del ministro Kicillof, anunciada el lunes pasado, de mover las alicuotas del Impuesto a las Ganancias para los salarios de entre 15.000 y 25.000 pesos. Si bien la disminución de los porcentajes mejora el poder de compra de un 70% de quienes tributan el discutido impuesto -al no alterar el piso y ante la continuidad de las subas de precios a pesar del retroceso de la tendencia inflacionaria-; poco rédito puede cosechar el gobierno de este parche costoso, equivalente a un costo fiscal de 70.000 millones. La Corte en la miraTampoco parece ir a buen puerto la ofensiva lanzada en la semana por el gobierno, a través de la Comisión de Juicio Político del Congreso, contra la Corte Suprema de Justicia, y en especial su presidente Ricardo Lorenzetti, recientemente reelecto con un año de anticipación por sus pares y claramente enfrentado al Gobierno. Más allá del apuro en asegurarse la reelección, que aparentemente, sería una respuesta a las presiones del gobierno para ampliar el número de integrantes del organismo, la artillería kirchnerista volvió a enfocar al ministro Carlos Fayt, de 97 años, quien habría emitido su voto – en la acordada para la reelección- desde su domicilio. La avanzada edad del magistrado habilita las dudas sobre su capacidad para ejercer el cargo que ocupa. Sin embargo, el gobierno se mueve en base a conjeturas que no avalan la propuesta de someter a Fayt a un examen médico compulsivo. El anciano juez tiene de su parte un argumento decisivo para su permanencia en el fallo a su favor de la propia Corte Suprema en 1999, año en que se fijó en los 75 años el límite para una estadía ininterrumpida en la Corte. Va de suyo que al ser exceptuado de los alcances de la nueva legislación por haber sido electo antes de su sanción, Fayt sigue gozando de la estabilidad ilimitada en el cargo que concedía la anterior legislación. El prestigio del magistrado, que tiene en su haber abundantes publicaciones, no sólo en materia jurídica sino referidas a la historia política argentina, desde una óptica democrática y progresista, agrega otro argumento para descalificar una ofensiva exacerbada por motivos políticos. En tanto, otro hecho significativo en la semana, fue la reunión del Partido Justicialista en Parque Norte, el pasado viernes, en la que se decidió no poner límites a las candidaturas, pero de hecho se bajó la premisa de achicar la cantidad de candidatos; sobre todo en la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo parte de encuestas que, en la actualidad, conceden a Daniel Scioli el primer lugar en las preferencias del electorado, pero teme que al dispersión en el distrito donde se juega “la madre de todas las batallas”, pueda jugarle en contra. Desde Chaco, Cristina se refirió al tema advirtiendo que es hora de “darse un baño de humildad” y dejar las apetencias personales en favor de quienes tienen posibilidades de ganar. Scioli, notoriamente favorecido por las palabras de la presidenta, elogió la postura, como lo hicieron todos los precandidatos presentes; aunque nadie se apuró a darse por aludido. Cortar por lo sanoEn la provincia, el caudillo renovador, Carlos Rovira, decidió salir a la palestra con claras definiciones en una conferencia de prensa en la que reafirmó su liderazgo en la alianza de gobierno y descartó de plano cualquier posibilidad de que las candidaturas se decidan por internas, o se aplique el sistema de primarias en la provincia; medidas que viene reclamando el diputado nacional Alex Ziegler, autoproclamado precandidato a la Gobernación. El conductor de la renovación cortó por lo sano cualquier expectativa para el eldoradense al advertir, con su característico estilo, que “quienes se autopostulen por otros espacios no están más en la renovación. En algún momento pertenecieron, pero no están acá”. De paso, Rovira ratificó la candidatura de Hugo Passalacqua y la participación de Closs y suya propia en la boleta electoral, y anunció la pronta proclamación de las candidaturas del oficialismo en un acto público. De esta manera, además de dar una demostración de poder, el líder renovador colocó al oficialismo en la `pole position´ respecto a los comicios provinciales; tomando la delantera frente a las fuerzas de oposición, embarcadas en una guerra de hipótesis, pronósticos y vedetismos, sobre la conformación de un frente que nunca llega. El afaire Ziegler, en este contexto, habría ayudado a reavivar la hoguera de vanidades en que se demora la definición del frente opositor con capacidad de ganarle a la renovación, y la candidatura del “Polaco” se internaría en una zona de riesgo. La salida, que el propio Ziegler anunciaría m
añana en conferencia de prensa, junto a su ladero, el diputado renovador “Pai” Revinski, sería una candidatura con un soporte de “sellos fantasmas”, entre ellos el del propio Revinski, y colgada de la candidatura nacional del ministro Randazzo. Este último detalle genera dudas, ya que las elecciones misioneras son el 25 de octubre; mientras la apuesta presidencial del ministro vence, más que probablemente, el próximo 9 de agosto, fecha de las Paso. Pocos dudan de que en las primarias Randazzo quedará relegado y renuncie a seguir en carrera en beneficio de una candidatura única en el kirchnerismo; que correspondería, según las encuestas, a Daniel Scioli. Por su parte, la discusión política que, en teoría, pretendió impulsar Ziegler, al proponer definir las candidaturas por internas partidarias, supone un reclamo de democracia formal imposible de aplicar de un día para otro en una fuerza política como la renovación, donde las decisiones se toman por consenso, pero dentro de un férreo esquema de poder verticalista; basado en un acuerdo fundacional de las dos fuerzas constitutivas, los radicales que ingresaron detrás de Closs y los peronistas que lo hicieron del lado de Rovira. La supervivencia de dos sectores con dos cabezas visibles, referenciados en la tradicional matriz bipartidista; sirvieron en no pocas ocasiones para garantizar la dinámica interna. Los que conocen la trama fundacional, dicen que este año en el juego pendular acordado, le toca a Rovira poner los candidatos; con lo cual el reclamo de Ziegler resulta extemporáneo. La candidatura de Passalacqua, que se afirma con el espaldarazo de la presencia de los dos popes renovadores en la boleta; tiene la virtud, en el caso de ganar, de que le corresponden sólo cuatro años de gobierno. En la perspectiva de un fin de ciclo político, y ante el nuevo período que se aproxima, el candidato elegido despeja tensiones y abre el camino a una transición de cara a nuevos desafíos.





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