POSADAS. El sacerdote Alberto Barros es la referencia obligada cuando comienzan los primeros fríos y la mirada periodística se posa sobre la realidad de los chicos en situación de calle. Sin embargo, cada vez que se habla de éste y otros dramas sociales, este particular sacerdote que prefiere “que al menos las cosas se digan, aunque no cambien”, vuelve al problema medular que está carcomiendo a los chicos misioneros, “que es la droga y que no distingue entre clases sociales”. El titular de Cáritas fue contundente al señalar que existe un “silencio cómplice” en todos los estamentos, especialmente entre funcionarios del Estado, que pretenden negar la tremenda influencia del narcotráfico en Misiones. Ese “silencio cómplice” explicaría “por qué en dos horas de discurso del Gobernador el 1 de mayo, no habló una sola palabra del drama de la droga, del narcotráfico”. Con una valentía absoluta, el sacerdote también apuntó a la falta de mención de la corrupción y a su combate: Closs “no dijo ni una sola palabra dirigida al problema de la corrupción, porque para mí, el narcotráfico funciona con corrupción. No hay narcotráfico si no hubiera gente corrupta enquistada en organismos del Estado, en el Gobierno, en los distintos poderes, en las fuerzas de seguridad. Es un negocio tan grande, que involucra a tanta gente, que el tema es quién le pone el cascabel al gato acá”. Oberá, la que dueleEl padre Barros refirió que el suicidio de un adolescente en Oberá, asediado por una banda de vendedores de droga hace algunas semanas, no fue una excepción en la provincia: “Cada vez que con Cáritas Diocesana nos reunimos con los delegados de las parroquias, tanto en la capital como en el interior, plantean el tema de la droga como el drama más acuciante. Ya no se puede ocultar, hay un crecimiento notable en el consumo y cuando hablamos de drogas hablamos de marihuana, cocaína, paco, pastillas, drogas sintéticas y en todos los círculos sociales. Hoy la droga la encontrás en los colegios céntricos, en las escuelas de barrios, del interior, en todas las clases sociales”. Reconoció que “en el imaginario se cree que la droga está sólo en los barrios marginales, donde supuestamente son adictos y delincuentes, pero la droga la tenés metida en colegios ‘paquetes’ del centro, en adultos ligados a ámbitos de mucho dinero… No sirve estigmatizar, sino entender que está haciendo estragos y más en los más indefensos, los más pobres, los que no tienen la contención familiar adecuada”. Silencio cómplice Para el padre Barros, “el negocio del narcotráfico es el gran problema que tenemos en Misiones”. “El comercio del narcotráfico es absolutamente criminal y cuanto más avanza, obviamente hay más consumo, pero acá nadie habla de esto”. Todo pese a que “la gente nos lo dice en los barrios todo el tiempo, todos saben quién vende, dónde se vende, qué se vende”. Aseguró que “la gente tiene una indefensión muy grande con el tema de la droga. ¿Y cuál es la conclusión que saca? No hay que ser muy astuto para saber que si la Policía no actúa, que si los funcionarios no actúan, si el Ministerio de Gobierno no actúa, significa que acá hay complicidades enormes. Si nadie habla del tema a nivel político, son silencios cómplices, y por algo será que hay tanto silencio”. Voz necesaria, voz valienteAlberto Barros sabe que lo que dice puede molestar a quienes están en el poder, pero no está dispuesto a callarlo porque “por ahí no todo el mundo tiene la posibilidad de decirlo, o por ahí no se anima, pero no son cosas de otro planeta, nos pasan acá. Hay docentes -refirió- que te cuentan que los chicos llegan totalmente fritos y duermen toda la mañana porque están completamente drogados, esto en nuestras narices”. Según entiende, “no se habla porque hay mucha gente a la que no le conviene que se hable, pero los problemas que se ocultan no se solucionan, con consecuencias duras para la gente”. Valiente, resumió las que, para él, son las tres grandes deudas que tenemos los misioneros como sociedad, especialmente quienes están en la política: “El combate a la corrupción, el combate al narcotráfico y el combate a la pobreza, porque estos tres dramas matan”. Por eso “me encantaría escuchar a todos los candidatos, de todos los partidos, que nos digan claramente cómo van a combatir la corrupción y el narcotráfico, cómo van a rehabilitar a nuestros chicos adictos, como van a trabajar la prevención. Pero que nos digan, porque de esos temas ninguno quiere hablar y si seguimos en silencio, vamos a terminar mal. No existe el narcotráfico sin un ambiente de profunda corrupción e impunidad”. Barros aclaró que, pese a su diagnóstico tan crudo y real, “creo que todo puede cambiar”. Y mientras tanto, “por lo menos digamos las cosas, digámoslas”. Sin red de contenciónAnte este drama innegable del aumento en el tráfico y consumo de drogas en Misiones, “tampoco a nivel salud hay nada hecho”, advirtió el sacerdote Alberto Barros, quien tiene larga experiencia en la contención de chicos y jóvenes que no encuentran salida por los carriles estatales. “Salvo ‘Manantial’ que tiene 18 camas y hace tratamientos ambulatorios, la gente no tiene dónde recurrir y ese es un problema grande”, advirtió, recordando que ése fue el contexto en el cual la familia del obereño Carmelo enfrentó el drama de su hijo. “Hasta el año pasado tuvimos algunos talleres en conjunto con la Subsecretaría de Prevención de Adicciones, y no negamos que haya esfuerzos en la prevención, pero si la prevención no va acompañada por una red de contención y rehabilitación de adictos, no termina de ser efectiva”, planteó el religioso.





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