SAN VICENTE. La improvisación e informalidad con la que actuaron los asesinos parecieran inclinar la balanza, al menos por ahora, hacia la hipótesis de una muerte en ocasión de robo, en la que probablemente los autores se pasaron de la raya o la víctima se resistió y terminaron matándola. Lo cierto es que Fabio Rafael Lorenzo tenía 26 años y está muerto como consecuencia de un disparo de arma de fuego que le impactó en la zona occipital del cráneo y le salió por el cuello, tal como reveló ayer el resultado de la autopsia. La lesión del orificio de salida hizo presumir en un principio que fue degollado, algo que ahora quedó descartado. Hubo un segundo tiro en el cuerpo del joven, que atravesó su brazo e ingresó por la axila, interesando su corazón. La Policía busca intensamente a dos jóvenes, de entre 19 y 20 años, como posibles autores del hecho. Se cree que arribaron a San Vicente en colectivo, desde San Pedro o Bernardo de Irigoyen.En ambas pistas trabajan la Policía sanvicentina y efectivos de la Dirección Investigaciones de Posadas. La desaparición de Lorenzo fue denunciada el sábado, alrededor de las 20.30, por la esposa, con la que tuvo un hijo que actualmente tiene cuatro años.Esa noche, los empleados de una estación de servicios se convirtieron, probablemente, en las últimas personas en ver con vida al trabajador del volante. Lorenzo arribó al lugar para cargar combustible. Los testigos indicaron a la Policía que llevaba a dos muchachos de pasajeros, posiblemente los asesinos.El coche de alquiler partió de San Vicente con destino a la muerte, pero nadie lo sabía. Fue abandonado en jurisdicción del barrio Irrazábal, al sur del municipio de San Pedro. Allí lo encontraron al día siguiente, hacia las 10.30. Los investigadores aguardaron la llegada de la Policía Científica hasta las 16.30, en simultáneo con la mujer de Lorenzo, quien procedió a abrir el baúl del Chevrolet Corsa gris.Allí sucedió lo peor; algo de lo que nadie se había percatado: en el interior yacía, bien acomodado, el cadáver del taxista. Presentaba -según se supo a última hora de ayer- dos heridas de arma de fuego: una en el cráneo y otra que ingresó por la axila y le habría afectado el corazón. La Policía Científica determinó que el taxista no fue atacado dentro del vehículo, porque perdió mucha sangre y en el interior no había una sola gota. Tampoco había rastros de pelea. Minutos después del hallazgo, no muy lejos del lugar, los detectives demoraron a tres hombres.En un principio se pensó que tenían vinculación con la autoría del crimen, pero todo cambiaría con el devenir de las horas: en realidad, esas tres personas fueron las que auxiliaron a los dos homicidas, sin saber que lo eran, por supuesto. Es que el motor del Chevrolet Corsa se había sobrecalentado. Entonces los vecinos les dieron agua para que pasaran el sofocón. Un dato llamó su atención, pero no lo suficiente como para imaginar que se trataba de asesinos: el conductor manejaba con el freno de mano accionado. Eso fue lo que, justamente, provocó una falla motriz. Para la Justicia se trata de tres testigos decisivos para la investigación, porque son los únicos que vieron y pueden identificar a los criminales.En paralelo, avanza la pesquisa para dar con los responsables. Se sabe que viajaron en micro, que descendieron de éste en la terminal de San Vicente y subieron al auto de alquiler de Lorenzo.Los detectives creen que ascendieron al de este hombre, pero pudieron hacerlo a cualquier otro.Lamentablemente, la víctima no alertó a ninguno de sus colegas que viajaba hacia San Pedro. Lorenzo medía 1,90 de estatura y pesaba casi cien kilos, por lo que no era un hombre fácil de reducir o controlar. Por eso creen que pudo haberse resistido. Lo curioso del caso es que los homicidas se llevaron la remera de la víctima. ¿Es posible que tuviera sangre de alguno de ellos? Es uno de los interrogantes que se plantea la Policía. Según las primeras versiones, el deceso no se produjo en el acto, sino que Lorenzo agonizó.





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