OBERÁ. Omar Valiente (24) tenía un plan. Entonces preparó el cuchillo y salió de casa decidido a cumplir el mandato. En el camino se topó con Julio Argentino Braga (85), el primero de la lista. Sin titubear, desenvainó el arma y se la clavó en la espalda. El abuelo agonizó y murió a los pocos minutos.Debía ir por otros dos conocidos para concluir con su cometido, pero la Policía lo detuvo antes de que efectivizara la masacre. Ya en la comisaría, contó todo: era parte de una secta satánica que le había exigido acabar con tres vidas durante ese fin de semana. Si no lo hacía, se cobrarían con su propia sangre.El caso conmocionó a la provincia y llegó incluso a los medios nacionales. En las últimas horas finalmente Valiente fue condenado por la Justicia misionera. Confesó el hecho y recibió una pena de trece años de prisión que ya cumple en la Unidad Penal II de Oberá, según confirmaron las fuentes a PRIMERA EDICIÓN.El drama se descubrió cerca de las 12.40 del viernes 9 de mayo de 2014 en un camino vecinal del “Kilómetro 28” de Campo Viera, en la zona rural, a unos tres kilómetros del casco urbano.Hasta ese lugar llegaron efectivos policiales tras el llamado de vecinos que hablaban de un cadáver a un costado del camino. Los policías confirmaron el hallazgo y descubrieron que se trataba de Braga, un vecino de la zona que no tenía problemas con nadie.El cadáver presentaba una herida lineal de arma blanca en la región posterior del hemitórax derecho. Primero se pensó en una pelea del momento, quizás en un robo. Pero la realidad guardaba una sorpresa para los investigadores.Mediante algunas pistas, los detectives llegaron hasta Valiente, el vecino más cercano de Braga. Después de algunas preguntas, comenzó a mostrarse nervioso. Su coartada no cerraba. Entonces lo trasladaron a la comisaría.En la dependencia, el joven se quebró. Confesó que había matado de un cuchillazo al anciano y dio a conocer los escalofriantes motivos. No había sido un “ajuste” ni un robo, sino el mandato diabólico de una secta de Oberá a la que asistía y que le había pedido la sangre de tres de sus conocidos. Se trataba de un pacto satánico.“Si no lo hacía, me iban a matar a mí”, les dijo el muchacho a los policías, que lo escuchaban incrédulos. Y añadió que el trabajo debía realizarse durante el fin de semana o el derramamiento de sangre sería en vano.Primero los uniformados dudaron, hasta que Valiente les dio precisiones sobre el cuchillo -de 20 centímetros de hoja- que había utilizado en el crimen. Estaba clavado en la tierra en un yerbal cercano a la escena, en la continuidad del ritual.Desde entonces, el joven permaneció detenido y las autoridades solicitaron pericias psiquiátricas que aseguraron que se encontraba en sus cabales. La investigación avanzó apenas un poco más y develó que la secta a la que asistía estaba en el barrio San Miguel de Oberá. Sin embargo, nunca se pudo dar con sus líderes y todo quedó en la nada.Valiente fue imputado formalmente de “homicidio simple” y, bajo esa acusación, la causa llegó a juicio. El debate debía realizarse el próximo jueves en el Tribunal Penal 1 de Oberá, pero la defensa del muchacho entendió que no era necesario llegar a esa instancia y firmó un juicio abreviado. El joven confesó el crimen y recibió una condena de trece años de prisión. Justamente 13, un número que para muchas culturas está vinculado con los espíritus del mal.





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