POSADAS. Un día le preguntó a su hija Noelia “¿qué podemos hacer con estos restos de lana?”. Así nacieron los muñecos de Margarita Esther Mileski, que despiertan eso del “amor a primera vista”. La emprendedora estuvo el sábado en la Feria de Villa Cabello, una de sus tantas participaciones en las exposiciones que organizan en esta ciudad, y a pesar de que las ventas no fueron del todo buenas, reconoce que siempre resulta un gran momento para compartir con otras emprendedoras. Margarita trabajó durante 25 años en la Administración Pública y luego se sumó al retiro voluntario. Para sumar unos ingresos a la casa, surgió eso de querer hacer algo con los restos de lanas que tenía. “Mi hija Noelia es muy creativa y tiene mucha chispa, con ella decidimos comenzar a tejer y vamos siempre los sábados a la costanera a vender. Por ahí la gente pregunta y no compra, pero luego surgen los pedidos; entre una cosa y otra, las ventas resultan una ayuda. A veces me canso, pero nos ha sacado de apuros muchas veces”. Ya no va a las ferias de los domingos porque prefiere descansar, así que los sábados “vamos y nos instalamos en la costanera como si fuera un paseo”. Pasaron seis años y todavía siguen vigentes, por eso quisimos saber cuál es el secreto y Margarita piensa que es “hacer bien el trabajo, ser delicado, asegurarse de que esté bien terminado. Yo soy muy puntillosa y para mí tiene que estar perfecto, me fijo en todos los detalles que hacen que el trabajo quede lindo, presentable y duradero. Si me equivoco, lo vuelvo a hacer y siempre estoy mirando el dibujo original para que el muñequito sea igual”. También hay que ser responsable y cumplir con los pedidos, aunque tenga que quedarse hasta tarde o levantarse muy temprano. A todo esto se le suma la terapia del tejer, pues “te olvidás de todo al hacerlos y te ayuda porque sabés que les gusta a las personas, sabés que estás haciendo algo para otros y que les gusta”. Emprender es también disfrutar.





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