PUERTO RICO. Agustín Johan (18) es no vidente. Se rehabilita desde los seis meses y desde los cuatro años viaja una vez por semana al Centro del Ciego en Posadas. Esa búsqueda personal constante por la inclusión que lo caracteriza y en la que su familia lo acompaña fue premiada en diciembre del año pasado cuando el Consejo de Discapacidad de la provincia le anunció que había salido beneficiado en un programa y que le entregarían un perro lazarillo para continuar con su rehabilitación en busca de la autonomía. Luego de la algarabía lógica de la familia, comenzaron los viajes a la ciudad capital para iniciar el contacto con quien se convertiría en su compañero inseparable, “Aluá”, un macho Golden de un año y medio. Quien luego de fortalecido el vínculo, en el mes de enero se mudó a Puerto Rico para iniciar una vida juntos. El programa impulsado por la Vicegobernación tenía como requisito fundamental que la persona beneficiada cumpla con algunas condiciones, como por ejemplo: el estado psicológico del beneficiario, que haya cumplido con ciertas facetas de rehabilitación y que cuente con la preparación necesaria para poder avanzar con el perro en busca de su autonomía total que es en definitiva el objetivo final. Como se verá, no solamente el perro necesitaba entrenamiento e instrucción, sino que la persona no vidente también. El perro fue entrenado en un 80% por la Brigada de Canes, pero le queda a Agustín hacer el resto por lo que todos los días se realizan tres caminatas por la ciudad, además de convivir juntos y hasta dormir en la misma habitación. Si bien existen relatos del siglo XVI que hablan de perros guías, recién en Alemania después de la primera guerra mundial se fundó la primera escuela destinada a formar perros para ayudar a los veteranos de guerra. Acceder a un perro guía no es fácil, siendo uno de los principales obstáculos su elevadísimo precio, lo que hace que no cualquiera pueda tenerlo. Y esto se debe a que la selección y el proceso de entrenamiento son muy complejos. Los perros tienen que ser seleccionados con gran precisión, no cualquier perro puede cumplir esta tarea. La selección empieza desde la madre de los cachorros y no de todas las camadas salen perros aptos para ser guía. Después de que el cachorro ha estado un tiempo con la madre, inicia su entrenamiento. Debe comenzar a aprender a recibir órdenes como “sí”, “no” y “vamos”. Luego que se cumple este entrenamiento básico viene otro año más de entrenamiento específico para pasar después a una breve etapa de adaptación a su amo, y recién entonces comienza a trabajar la unidad perro guía-ciego. En algunos casos, para que un perro esté totalmente entrenado pueden pasar hasta cinco años. Como se ve es un proceso bastante largo, complejo y costoso, por lo que no está al alcance de todo el mundo.La vida de la familia Johan cambió por completo según relató a PRIMERA EDICIÓN Patricia, la mamá de Agustín: “Durante los primeros meses no fue fácil acostumbrarse, porque se requirió un cambio de hábitos en muchos aspectos, pero estamos avanzando bien, es una construcción diaria, aprendiendo muchas cosas, ellos se van conociendo y confiándose mutuamente. Y la comunidad es muy solidaria, aunque todavía se sabe muy poco respecto a cómo colaborar y qué no hacer para evitar entorpecer, pero esto se debe únicamente a la falta de información, sin dudas esto se irá mejorando con el tiempo.”Cuando una persona ciega camina por la calle con su perro, no es conveniente hablarle, ni acariciarlo, ni tocar bocina, porque son acciones que pueden desconcentrar al perro de su labor y lo pueden confundir. Es un trabajo en conjunto de la familia con la comunidad para que el perro no modifique su perfil y cumpla a la perfección con el entrenamiento que recibió.El animal está entrenado para acatar órdenes y desviar todos los obstáculos que se encuentren a ras del suelo, postes, escalones, calles, pero son dificultades insalvables los vehículos mal estacionados, o los basureros suspendidos en una reja.Respecto a la experiencia, Agustín le contó a este diario: “los primeros días me costó mucho porque no estaba acostumbrado a tener un perro conmigo, pero ahora es mi compañero, duerme en mi habitación, me acompaña a todos lados, no me deja solo nunca. En el momento en que le pongo el arnés él sabe que está trabajando y se enfoca en interpretar las órdenes que le doy, nos llevamos muy bien”.Agustín Johan va a la facultad, estudia Profesorado de Portugués que dicta la Unam en esta ciudad, además asiste a clases de computación, toca la batería en una banda, va al gimnasio y tiene muchos amigos como cualquier joven. Junto a su familia: José (papá), Patricia (mamá) y su hermanita Amanda, se consideran muy afortunados de haber sido receptores de este beneficio que lo definen como grandioso, no solamente para Agustín y la familia, sino también para la comunidad toda. • Un perro guía es un perro de trabajo, no una mascota. Cuanto más lo ignores mejor.• No tocarlo ni acariciarlo cuando esté trabajando, o sea, cuando esté con el arnés puesto, porque se puede distraer y confundir. • Evitar que se cruce con otros perros. • No alimentarlo ya que es tarea exclusiva de su dueño. • Se puede hablar con la persona ciega, pero no con el perro. • Que el perro mantenga siempre el lado izquierdo de la persona que guía. • Nunca tocar el arnés.• Un perro guía está entrenado para viajar a los pies de su amo sin causar molestias a los otros pasajeros de cualquier medio de transporte. • Los perros guía tienen el mismo derecho que sus amos ciegos para gozar de libre acceso a todos los lugares públicos.





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