POSADAS. La denuncia que radicó Ramona Gauto (37), un año antes de ser asesinada brutalmente a finales de mayo de 2010, está en manos de la Justicia y es un grave antecedente contra el ahora acusado de quitarle la vida, Jorge De Jesús (42). De ser cierta la autoría, hoy resultaría lamentable pensar que antes del homicidio esa presentación penal no tuvo tanta significancia. Tal vez porque sus dichos estaban impresos en el frío papel, en un olvidado estante y dentro de uno de los tantos expedientes que existen por violencia doméstica. Sin embargo, cuando una persona asegura haber sido testigo de los relatos de la mujer antes de ser muerta a golpes, contando el horror que le tocó atravesar, es inevitable no revivir ese espanto. Quienes estuvieron presentes ayer en el marco de la tercera jornada del juicio oral que se le sigue a De Jesús por el violento deceso de quien era su expareja, revivieron y seguramente se conmovieron al escuchar la declaración de un exempleado de la víctima. Relato del horrorJosé Rodríguez Do Santos dijo que Ramona Gauto fue su patrona durante unos cuatro años y que al momento de suceder el hecho ya no formaba parte de su grupo de trabajadores en las panaderías de las cuales ella era dueña. “Ella me decía: ‘Viste que la gente cree que me pongo los anteojos oscuros y grandes por fachera… ni se imaginan lo que hay abajo’. La verdad era que tenía todo hinchado y morado por los golpes que él (por el imputado) le daba”, afirmó Rodríguez Do Santos. “Al menos tres veces me contó que él le pegó e incluso yo la vi con lesiones, pero recuerdo una vez en particular. Una tarde, a eso de las 17, llegué a la panadería que tenían en el barrio Santa Rita. Yo vivía enfrente, en una piecita, así que prácticamente estaba todo el tiempo con ella. En esa ocasión no estaba, así que uno de los hermanos de Jorge (De Jesús) abrió el local y cuando ingresé noté que había gotas de sangre en el pasillo, también la marca de una mano con sangre en uno de los freezers y hasta en una sábana. El hermano de Jorge me hizo limpiar la sangre. Cuando llegó Ramona, le pregunté que había pasado. Me contestó: ‘El enanito me pegó’. Tenía uno de sus ojos hinchados y un hematoma en la cabeza grande como un huevo”, indicó el testigo. Seguidamente, el exempleado refirió que “le fui a buscar medicamentos a una farmacia porque me dijo que le dolía la cabeza. Insistí para saber que pasó y dijo que hasta le amenazó con un cuchillo de esos de cortar verdura. Se lo puso en el cuello, menos mal que era de esos sin filo”. Con respecto a qué pudo motivar semejante agresión, Rodriguez Do Santos señaló que “ella me contó llorando que ‘todo empezó cuando descubrí que él tenía un ticket del hiper en la camioneta, donde figuraba la compra de una tanga. Le saqué en cara y entonces él me pegó, me arrastró de los pelos’. Ella era muy celosa, cuando discutían o era por temas del negocio o por celos. Esa vez él le llevó al hospital de Villa Cabello para que le hagan curaciones”. “Fue entonces que ella decidió radicar una denuncia, creo que ante la Comisaría de la Mujer. Era mi patrona, mi amiga, le quería demasiado. Cuando me enteré de lo que pasó, me quedé shockeado”, puntualizó el joven. La vecina que no escuchó nada Durante la jornada de ayer también se sucedieron otros cinco testimonios. Quizás el que pudo haber aportado más certezas con respecto a lo ocurrido entre las 15.15 y las 18 de aquel sábado 29 de mayo en el departamento B -tercer piso- de la calle Colón 1824 de Posadas finalmente quedó en nada. Es que la vecina de la víctima, identificada como Yesica Glaser, afirmó no haber escuchado nada extraño el día del brutal crimen, que solamente oyó llantos y al abrir la puerta ya estaban en el pasillo De Jesús y sus dos hijos, quienes -tal como figura en el expediente- fueron quienes descubrieron el cadáver. La mujer agregó que vio que uno de los hijos de Jorge De Jesús golpeaba de impotencia sus puños contra la pared. Posteriormente brindaron testimonio dos empleadas de la panadería que tenían en conjunto la comerciante y el acusado. Una de ellas, María Gazano, admitió que el imputado pasó la noche previa al crimen en su casa porque mantenían una relación amorosa. Luego fue el turno de María Luisa Camargo. Las dos testigos coincidieron en que nunca vieron que el acusado y la víctima discutieran y mucho menos que la agrediera físicamente. También estuvo frente al Tribunal un empleado de mantenimiento de las panaderías, quien no aportó mucho pese a que estuvo trabajando junto a la víctima y al hijo del imputado en la mañana previa al crimen. Posteriormente, un obrero que realizaba labores en el edificio en la fecha en que fue perpetrado el homicidio coincidió con anteriores testimonios de albañiles que aseguraron que no contaban con llave de acceso al lugar. El juego de llaves y un careo que no fue A su turno declaró la hermana de la víctima, Zulma Gauto, quien apenas comenzó a recordar sus actividades el día del crimen de Ramona Gauto dijo una frase al menos inquietante: “Emiliano me dijo que la llave (del departamento de Ramona) la tenía su papá”. Este detalle no es menor si se tiene en cuenta lo dicho durante la jornada del pasado miércoles justamente por Emiliano Gauto, quien afirmó que tuvo que “buscar un juego de llaves -del acceso al edificio donde residía Ramona sobre la calle Colón- en Villa Cabello, porque era el único que había, además del que tenía la víctima”. Esto, siempre según el testimonio del joven, sucedió aquel sábado 29 de mayo de 2010, cuando nadie sabía por qué Ramona no bajaba de su departamento (en el tercer piso), pese a que le envió un mensaje de texto al hijo del imputado alrededor de las 16.30 diciendo “ya bajo”. La defensa del acusado, integrada por los abogados José Luis Rey y Carlos Contristano, solicitó de inmediato un careo entre Emiliano y Zulma Gauto, teniendo en cuenta que -a su criterio- la mujer falta a la verdad, ya que el imputado dijo que no contaba con una llave de acceso al edificio de su expareja. Dicho pedido fue rechazado por el Tribunal.Seguidamente, la hermana de Ramona Gauto completó su declaración afirma
ndo que ella le contó que era víctima de palizas y que en una ocasión Jorge De Jesús la internó en un instituto para pacientes psiquiátricos (San Miguel) pese a que ella no estaba loca. “Fuimos con mis hermanos y la sacamos de ahí”, relató. También dijo que su hermana le contó que “se reunían con Jorge en el departamento de la calle Colón (donde fue asesinada y hallada la víctima) los sábados a la tarde para encuentros íntimos”. Mientras recordaba a la infortunada comerciante, la testigo no pudo evitar quebrarse en llanto. Hoy, a partir de las 8, continuará el debate en el Salón de Usos Múltiples del Palacio de Justicia. Cabe agregar que en lo que va del juicio se sigue complicando la situación del imputado, teniendo en cuenta que al comenzar las audiencias los peritos ratificaron que las huellas de las heridas halladas en la frente de la víctima son compatibles con la suela de las zapatillas que ese día usaba el acusado, además de que una psiquiatra habló del presunto trastorno de personalidad del imputado.





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