SAN JAVIER (Especial). En una jornada radiante, a pleno sol, más de 20 mil peregrinos de toda la provincia se movilizaron ayer para visitar el Cerro Monje donde se realizó la conmemoración de la Pasión de Cristo, con el tradicional Vía Crucis Viviente y la Adoración de la Santa Cruz. De algún modo, la magnitud de la convocatoria reflejó el sentido místico que tiene el cerro para los católicos, en esta fecha en especial, tan cara para el fervor religioso. Los fieles llegaron desde muy temprano y también desde distintos puntos de la provincia para poder ser parte de esta tradicional actividad. El acceso hacia la cima, que solía ser muy complicado, se facilitó bastante gracias a las nuevas obras que se realizan en el Cerro; aún así, se formó una fila tan extensa, que en un momento dado hasta hubo seis kilómetros de fila, entre autos y peatones, sobre el camino de tierra. Igualmente la masiva convocatoria superó todas las previsiones y el control policial del tránsito se vio desbordado, por lo cual a las 10.15 se debió cortar el acceso vehicular al Cerro para permitir únicamente el ingreso de que quienes seguían llegando a pie pudieran participar del Vía Crucis.La Parroquia San Francisco Javier, a cargo de organización de las actividades en el predio del Cerro Monje, buscó revalorizar este espacio tradicional, resaltando el valor espiritual y a fin de poder conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo en un ámbito más adecuado. Para ello, desde la sacristía se tomaron algunas medidas restrictivas en cuanto a la instalación de cantinas y servicios de comidas no autorizados, algo que años anteriores iba en crecimiento y a contramano del sentido espiritual.Ya el jueves por la noche se realizó la procesión con antorchas desde el pie del Cerro Monje hasta la cima, tras lo cual se desarrolló la misa con lavatorios de los pies. Posteriormente siguió la Adoración del Santísimo, siempre con una buena cantidad de asistentes. La actividad de la víspera arrancó bien temprano, con el arribo de los primeros peregrinos, quienes aprovecharon para confesarse, previo al rezo del Vía Crucis. Solemne lavado de pies El Jueves Santo, para el santoral cristiano, es sinónimo del día anterior a la muerte de Jesús, es decir de la “Última Cena” en la cual el maestro lava los pies a los discípulos, como muestra de humildad. En la Catedral de Posadas se replica año a año la escena en el marco de la Misa de Lavatorio de Pies. Se acostumbra realizar dos celebraciones de este tipo. La primera tiene como destinatarios a los ancianos, enfermos y niños. La segunda, ya en horas de la noche y en el marco de la solemne misa popular, se vuelve a realizar el lavatorio de pies e institución de la eucaristía, destinado a sacerdotes, seminaristas y colaboradores.





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