POSADAS. Una treintena de vecinos de la chacra 147 de Villa Cabello, que estaban esperanzados con la idea de efectuar mejoras en sus departamentos a través del Programa “Mejor Vivir”, denunciaron al Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha) por el incumplimiento en los contratos de la construcción. Lo cierto es que una obra que en el Edificio 2 debería culminarse en veinte días se “terminó” en cuatro meses, con muchos más errores que aciertos. Y ése es el más leve de los casos. Los habitantes del Edificio 12 cumplieron ayer nueve meses esperando que se terminen las refacciones que complicaron más aún la situación de los edificios que fueron inaugurados hace treinta años.La obra debía realizarse en los bloques húmedos de los edificios, que en el interior abarcan: cocina, lavadero, baño, revoque fino, cambio de pisos y caños principales de las cloacas y caños de agua, cambios de aberturas y ventiluz y pintura, entre otros. En el exterior debían hacer el arreglo de las barandas de las escaleras y cajas de electricidad, pasillos y basureros. Mónica Allara explicó las penurias por las que debieron atravesar los vecinos de las escaleras 2 y 3 del Edificio 2, durante y después de los trabajos realizados por obreros inexpertos de una empresa tercerizada. Dijo que en la Escalera 2 empezaron en noviembre y permanecieron hasta un día antes de las fiestas de fin de año. Debían regresar el 5 de enero pero, como no aparecieron y ya empezaron las pérdidas de agua, presentaron reiteradas notas al Iprodha. Son seis familias por escalera y todas se encuentran en las mismas condiciones, con cuestiones inconclusas, sin respuestas y sin que las autoridades los atiendan, aunque más no sea en forma telefónica. La construcción costará 90 mil pesos a cada familia, aunque todavía no saben cuándo deberían comenzar a pagar. “A mi entender, tendrían que haber hecho un contrato para cada departamento, según los problemas que presente y según los cambios que se deberían hacer en cada uno, y presupuestar en base a eso. Según el contrato, tenemos que tener una conexión individual de agua y por eso nos cobran. También abonamos por los trámites que se van a hacer en Samsa, pero hay un montón de cosas no se cumplieron”, agregó.Contó que después de 30 años se realiza una mejora para poder revaluar la propiedad. “Hay ocasiones en que una pérdida que se produce en el último piso perjudica a los de abajo y hay que romper los tres departamentos. La mayoría de la gente no puede afrontar estos costos, entonces nos dieron la posibilidad y a nosotros nos pareció perfecto. Pero resulta que la mano de obra no es calificada, entraron pintando, después rompieron, parcharon y no querían volver a pintar”, ejemplificó.Fabián Caíno vive con su mamá de 80 años. Aseguró que desde que comenzó la obra “fueron todas anomalías, todo para atrás. Empezaban pintando una pared y después venían y soldaban un hierro al lado, me arruinaron dos cortinados, me sacaron dinero de una billetera y hasta el día de hoy conservo en ella la mancha de pintura blanca. Pedí que reemplacen unos mosaicos que habían quemado con la soldadura, pero cortaron los azulejos que estaban en el piso del lavadero”. Lamentó que “regentean a gente sin experiencia. Por el manejo de la herramienta te das cuenta que son chicos muy jóvenes, creo que es por la mano de obra barata, para nada es gente profesional. No tengo interés en que sigan trabajando en mi departamento, pero queremos que venga un directivo, alguien con poder de decisión, porque estamos tratando con gente inepta”.Marcos Duarte, del Edificio 12, se quejó porque “nos abandonaron cuando comenzó la obra en el Edificio 2. Quedamos en la nada, sin agua y, a partir de la obra, se está inundando el edificio. Es un desastre. Está todo nuevo, pero peor de lo que estaba antes. La mano de obra no es de cuarta, es de sexta; y el control del Iprodha, cero. Nunca vinieron a controlar, no hicieron pruebas hidráulicas de las cañerías, la mano de obra es pésima. No sé quién les va a firmar el conforme, así que el Iprodha tendrá que hacerse cargo”. En el Edificio 12 son 16 familias y, cuando comenzaron, rompieron los 16 baños al mismo tiempo. “Tardaron cuatro meses para que comiencen a funcionar, cuando hay gente de edad y enfermos”, contó Duarte, quien mandó a su familia de “vacaciones forzadas” por dos meses a la casa de los suegros.Ercilia Núñez Silveira (84) vive en el Edificio 2. Tras los “remiendos”, tiene problemas de electricidad en el baño y debió pagar a un particular para que los arregle, porque nadie le reconoció el inconveniente. “Todo salió mal”Rosa Pereira, también del Edificio 12, recordó que entraron a su casa el 30 de junio de 2014. Ayer se cumplieron nueve meses. “Mi casa fue la primera. Mi baño era muy lindo y funcionaba bien, pero como vivo en planta baja, tenía la pérdida de agua del vecino de arriba. Ahora tengo que andar con un tachito porque la mochila del inodoro no carga. Es una lástima, porque teníamos muchas ilusiones con ese trabajo. Luché durante dos años y medio para llevar los papeles al Iprodha, lastimosamente salió todo mal. Con una vecina cocinamos durante tres meses para que esta gente tuviera la voluntad de venir a hacer bien las cosas. Mi casa fue depósito para todos los materiales de los vecinos hasta unos días antes de las fiestas, por la simple cuestión de que hicieran bien las cosas y no nos dejaran así”.





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