PARAJE MBEKI HOVY (PUERTO LIBERTAD). El aula satélite de la Escuela 511 fue, como en muchísimos parajes de esta querida provincia, construida totalmente por los padres de la comunidad. Durante 2011, la necesidad de contar con una escuela en el lugar, dada la enorme distancia hasta los establecimientos educativos existentes, generó que padres y madres de esa comunidad educativa pusieran manos a la obra y donaran los materiales y el trabajo, para la edificación del aula que en 2014 brindó educación a más de 24 niños, de entre 4 y 13 años.Ausencia totalDesde su creación se presentaron proyectos y se solicitó al Estado la provisión de agua y suministro eléctrico, pero en su quinto año de funcionamiento el único aporte estatal es el sueldo de un docente que trabaja con nivel inicial y primario acoplados desempeñando todos los roles, aún aquellos que no le corresponden. “Obligado por las circunstancias, soy maestro de Nivel Inicial, primario, cocinero, portero y todo lo que haga falta. Soy el único personal aquí y los chicos no tienen otra posibilidad, así que lo que haya que hacer lo hago”, explicó el docente a cargo de la escuelita, Carlos Benítez. “Pedimos a las autoridades que, aunque sea, designen a una maestra de Nivel Inicial por lo menos tres veces por semana, pero ni siquiera eso hemos conseguido”, contó el maestro. Benítez recorre, todos los días, 40 kilómetros para asistir a clases, “la mitad de mi recorrido es por caminos intransitables, hace mucho tiempo que no pasan las máquinas municipales por acá, cuando llueve es prácticamente imposible llegar hasta la escuela”.Consultado acerca de la ausencia de servicios básicos e infraestructura, el docente respondió que “hay un proyecto aprobado para la construcción de un aula, un comedor con cocina, baños…es decir, para construir un establecimiento educativo como corresponde. La respuesta que obtenemos es que, si bien está aprobado, no lo pueden concretar porque no hay luz ni agua para realizar los trabajos”.Agua, un derecho al que tampoco accedenA unos 15 metros de la escuela se observa una letrina como único sanitario para los chicos, que desde que encontraron una víbora adentro, han desistido de utilizarla. “La letrina no se usa más y el comedor no pudimos ni siquiera terminarlo, igual sin agua no tiene sentido”, indicó.Para proveerse de agua, actualmente deben recorrer 500 metros hasta una vertiente o venir con un bidoncito desde la casa. “Un vecino ofreció su conexión de agua para la escuela, sólo faltarían 200 metros de manguera y un tanque, nosotros le pedimos al Municipio pero nos respondió que no tenía plata para eso”, explicó Luana, madre de dos alumnos.“Es indignante ¿cuánto puede representar para una municipalidad 200 metros de manguera? Eso demuestra que, sin dudas, no les interesamos”, indicó la mujer a este Diario. “Sin agua, los días de calor son insufribles para los chicos; realmente no sé qué piensan las autoridades”, agregó otro papá, Francisco Armoa. “Esto es necesidad, seguro que algunos no entienden sentados en sus oficinas con aire acondicionado, pero me gustaría que piensen un minuto, que vengan y vean, o que por lo menos traten de comprender la situación de nuestros hijos. Mi pregunto es si algún funcionario mandaría a sus hijos a esta escuela… la respuesta es obvia, la desigualdad evidente”, reflexionó.Las “compus” del Gobierno Benítez contó que en la escuela núcleo hay netbooks que los niños podrían utilizar: “Tenemos netbooks para los chicos del Conectar igualdad, pero es en vano, no hay luz en la escuela ni en todo el paraje, lamentablemente ellos están quedando excluidos de las nuevas tecnologías”.“Los únicos a los que les pusieron luz es a ‘los sirios’ (en referencia a un grupo empresario extranjero productor y exportador de yerba con mucho capital y grandes extensiones de tierra) a nosotros, los vecinos del paraje”, añadió Armoa, “nos hicieron limpiar 5 kilómetros de línea con la promesa de que venía la luz pero nunca nos pusieron, y así estamos más de 35 familias sin luz, la escuela sin luz y el Gobierno que se hace el distraído”.Padres, niños y un docente tienen la esperanza de que la difusión de las condiciones en que están sirva para despertar la sensibilidad de algún funcionario y de esa manera, comiencen a llegar las soluciones. “Esperemos que cuando vean cómo estamos hagan algo, es nuestra última esperanza”, clamó Mirna, madre y vecina del paraje.





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