POSADAS. Unas cien colonias de abejas africanizadas en estado silvestre conviven con los vecinos en esta ciudad, según los cálculos de la Asociación Apícola Santa Rita, compuesta por unos 30 apicultores. Estas colonias silvestres se instalan en troncos de árboles, cubiertas de vehículos, entretechos y hasta en transformadores eléctricos, pero por lo general pasan desapercibidas, salvo cuando -como en los últimos días- producen ataques que son noticia por su peligrosidad.De hecho, la asociación retira unos 150 panales silvestres por año en los distintos barrios de la capital, trabajo que los especialistas realizan ad honorem y con el solo fin de evitar accidentes, salvar a las abejas y reubicarlas en un lugar adecuado bajo el manejo responsable de un apicultor. “No damos abasto con los pedidos, tenemos unas cinco solicitudes pendientes para retirar abejas de distintas casas y patios en los próximos días en barrios de la capital”, advierten desde la asociación. Los ataques también desataron la polémica en torno de qué hacer con esta población permanente de africanizadas, que pueden ser mortales cuando se enojan y cuyo manejo con fines de comercialización está prohibido en el éjido urbano de la ciudad. “Existen muchos mitos en torno de las abejas y también mucho desconocimiento, y eso a veces eleva la peligrosidad y la posibilidad de accidentes lamentables”, advirtió el apicultor Edmundo Gabús Tognola, referente de la asociación y uno de los profesionales que realiza el trabajo voluntario de retirar los panales silvestres.Con hambre y enojadasEl pasado viernes, el empresario gastronómico Gustavo Pona cortaba el pasto en su casa en la zona oeste de Posadas cuando fue atacado por un enjambre de abejas africanas. En un evento que duró casi tres horas, resultó herido pero pudo salvar a tres de sus mascotas arrojándolas a la pileta; dos perros Chow Chow no corrieron la misma suerte: fueron forrados por abejas y cuando Pona abrió el portón para intentar que salgan, los perros ya no reaccionaban. En Santa Ana, apenas horas después, un enorme enjambre de abejas africanizadas cubrió por completo a dos caballos que a los pocos minutos cayeron muertos. Luego de estos ataques, el Ministerio del Agro y la Producción solicitó que se denuncie ante la policía, al 911, ante los bomberos o la Municipalidad la existencia de colmenas de abejas en zonas residenciales, ya que está prohibida la actividad apícola en la ciudad. La advertencia seguramente aumentará las solicitudes de intervención del equipo de voluntarios, por lo cual consideraron oportuno explicar algunos pormenores de la situación actual y, en especial, los motivos de la alteración de la conducta normalmente mansa de las abejas.“Las condiciones ambientales provocaron que las abejas estén con hambre y estresadas. Las lluvias en abundancia lavaron la floración y hay poco polen, no tienen alimento. Con el calor también buscan agua para refrigerar las colmenas, están molestas, les pasa como a las personas cuando tienen hambre o calor”, explicó Gabús Tognola.El especialista dijo que “lamentablemente estos episodios estigmatizan a las abejas y todo el mundo queda sugestionado, y se cree que la solución es matarlas, quemar los panales, pedir exterminio urgente, y lo que decimos es que lo mejor es contactarse con nosotros a través de bomberos para pedir asesoramiento. No hace falta matarlas”. En todo Posadas“En Posadas no hay día que no nos llamen para retirar enjambres”, cuenta Gabús. La operación se llama trasiego y consiste en el paso de una colmena silvestre o rústica a un cajón o colmena estándar. “Nosotros vamos a los lugares a pedido de la propia gente o de los bomberos voluntarios, pero tenemos muchas limitaciones, porque a veces nos quedamos sin cajones y cada uno sale 600 pesos”, graficó Gabús. Por estas limitaciones es que considera que “cada Municipalidad debería tener un técnico apícola formado y los recursos dispuestos para realizar el trabajo de retiro de panales a medida que la gente lo pide, para evitar que se produzcan situaciones de estrés y ataques”. ¿De dónde vienen?Las abejas mieleras no son nativas de América: emigraron aquí en el siglo XVII desde Europa o África. En la década de 1950 las abejas europeas y africanas se cruzaron para dar lugar a las abejas africanizadas. Éstas son muy agresivas al defender su colonia y lo hacen en un mayor número que las europeas, lo que hace que eliminarlas sea peligroso y exponerse a sus picaduras, más todavía. En caso de detectar un panal silvestre en una propiedad o en cualquier espacio urbano, lo mejor es dejar que un profesional haga el trabajo.Los accidentes con abejas no son siempre mortales, aunque una persona alérgica puede sufrir un shock independientemente del número de abejas que le piquen. Las picaduras masivas pueden generar “hemólisis, hemorragia cerebral, edemás en pulmón, en el sistema respiratorio, seguido de muerte”, detalló el jefe del Programa de Animales Venenosos de Ministerio de Salud Publica de Misiones, el doctor Roberto Enrique Stetson. Ante una o varias picaduras, lo mejor es asistir de inmediato a un centro asistencial. Recomiendan ahuyentarlas con agua y jamás usar el fuego “Gravísimo error” advierte Edmundo Gabús Tognola cuando comenta que, por ignorancia o miedo, muchas personas pretenden ahuyentar o exterminar las abejas africanizadas con fuego: “Jamás se puede combatir o correr a las abejas con fuego, por el contrario, se enojan más”, aseguró. Gabús también recomendó que, en caso de ataque de abejas, la mejor alternativa “es simular una lluvia con una manguera, porque de inmediato se retraen y vuelven a la colmena cuando creen que llueve”. “Nadie debe ponerse en riesgo de sufrir de picaduras cuando las abejas invaden las zonas residenciales, especialmente en lugares donde las personas alérgicas están en peligro. Sin embargo, intentar sacar a las abejas por tu cuenta es algo arriesgado y los beneficios de hacerlo por uno mismo rara vez superan a los de contratar a un profesional para que haga el trabajo correctamente”, agregó el técnico apícola. En la Asociación Apícola Santa Rita hay unos treinta apicultores que permanecen en contacto y siempre se puede llegar a ellos a través de los bomberos, tanto voluntarios como de la Policía. Además de producir miel con sus panales, se dedican a rescatar las abejas silvestres porque de esta manera mantienen controlada y tranquila a la población, con el manejo adecuado. Empleados de Emsa, siempre expues
tos Las abejas africanizadas que se encuentran en estado silvestre suelen encontrar los lugares más insólitos para armar sus panales e instalar a la colonia y a su reina. Y no es raro encontrarlas en los transformadores de electricidad, donde seguramente se consideran a salvo y tranquilas.La “tregua” termina cuando los transformadores tienen alguna falla y los trabajadores de la prestataria eléctricas se topan con los panales, situación que ya produjo al menos dos accidentes en los últimos tiempos, ninguno de ellos de gravedad. El último episodio se dio el pasado 24 de enero de este año cuando dos operarios del distrito Candelaria de la prestataria, identificados como Orlando Kolekieris y Toribio Ifran, fueron atacados por un enjambre de abejas mientras trabajaban en inmediaciones de la Unidad Penitenciaria Federal 17. Como consecuencia de las picaduras, fueron asistidos en el hospital local donde recibieron las curaciones pertinentes. Un accidente similar ocurrió en 2010 en la misma localidad, aunque entonces fue mucho mayor el número de operarios que resultaron con picaduras.




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