POSADAS. Algunas de las antiguas farolas, últimos elementos del mobiliario arquitectónico de principios del siglo XX en esta ciudad ya no están en la vía pública y, por el momento, es incierto el destino que han tenido.Tras una recorrida fotográfica por las plazas y paseos públicos, donde habían sido colocadas hace casi una centuria, sólo se visualizan algunas “modernas” farolas led y la postal parece tener un denominador común: no está contemplado restaurarlas para devolverlas a su ubicación original. El millonario presupuesto destinado por la Provincia para “poner en valor” paseos y espacios públicos en la capital provincial ha dejado como resultado que, a lo largo de las plazas en las cuatro avenidas y dentro del microcentro, se imponga una estética basada en el abaratamiento de los costos. Con el argumento de los “beneficios” de esta tecnología de última generación, que implica un 80% menos de consumo por bombilla, el mobiliario urbano emblemático de las farolas empieza a desaparecer y, con ellas, la poca historia que le queda en pie a Posadas. Consultada sobre dónde va a parar el equipamiento urbano “antiguo”, la jefa de Patrimonio Histórico de Posadas, María Marenco, sostuvo que luego de ser “removido de su sitio original, ese mobiliario teóricamente debería estar en depósito en el taller municipal” de las avenidas Urquiza y San Martín.“Sería bueno que se investigue para saber si fueron tomadas indebidamente por funcionarios inescrupulosos”, solicitó la arquitecta, quien subrayó: “El equipamiento urbano, al igual que una computadora, un escritorio, ventiladores y otros elementos de la Municipalidad, no pueden ser vendidos, donados o regalados. Forman parte del patrimonio, con lo cual en el área de patrimonio general, no el histórico, deben tener inventariado”, advirtió.Sostuvo Marenco que “habría que iniciar una campaña para que el posadeño se haga cargo de su patrimonio. Nos estamos quedando sin historia. Lo peor es que se suplanta el Patrimonio Arquitectónico con intervenciones sin valor alguno”. “Un ejemplo es la Plazoleta de los Derechos Humanos, donde se instala un ‘Monumento a los Escombros’ de un edificio que en nada colaboró con nuestra historia, fue un emprendimiento privado aprovechando el espacio público y luego usado como comedor universitario. Como vivo en la zona, puedo asegurar que jamás vi allí un cartel, acto u otra actividad que haya tenido que ver con los derechos humanos no respetados. Los vecinos tenemos que bancar ‘monumentos’ costosos, sin sentido o -lo que es peor- desvirtuando la verdadera historia”, lamentó la especialista. Intenso debateAl igual que con las farolas, hace cerca de un año hubo una polémica anterior por la “desaparición” de los bancos de hierro de la plazoleta Roque Pérez. De hecho, se había armado un intenso revuelo, con especial repercusión en las redes sociales, ya que se había denunciado que los asientos habían sido “tomados indebidamente por funcionarios inescrupulosos y luego vistos que estaban siendo ocupados en sus residencias”. Incluso algunos de los “señalados” tuvieron que salir a mostrar con documentos que demostraban que los bancos que adornaban sus patios habían sido comprados legalmente. En cualquier caso, la mayoría de los funcionarios del área de Patrimonio todavía se encuentran de vacaciones y con quienes pudo indagar PRIMERA EDICIÓN, se pudo establecer de primera mano que las farolas, si es que se cumplió con la normativa vigente, deberían encontrarse en el depósito del taller municipal, lo cual recién podrá corroborase cuando el personal autorizado pueda constatar cuál ha sido el destino del antiguo mobiliario.La docente Beatriz Rivero, máster en Gestión Pública del Turismo, Calidad y Sostenibilidad, opinó al respecto que “para ‘rescatar’ del olvido a la historia de nuestra ciudad no alcanza con mostrar fotos. En el antiguo casco histórico de Posadas existieron muchos elementos que no se cuidaron lo suficiente y hoy ya no están. Las farolas que se colocan ahora las plazas y paseos posiblemente sean más modernas, pero hay una explicación que el Estado debe dar sobre el destino que van a tener las antiguas, porque formaron parte de la comunidad durante muchísimo tiempo. De alguna manera, su rica historia se debe restaurar y volver a poner en valor”. “Acá se las borra”Las antiguas farolas de hierro son denominaciones historiográficas de una técnica constructiva y de estilo originados a partir de la disponibilidad de nuevos materiales que se produjo durante la Revolución Industrial. También se utilizó masivamente la fundición para su implantación en las ciudades planificadas con criterios higienistas propios del siglo XIX, con ejemplos que se convirtieron en emblemáticos: en Madrid las farolas fernandinas (1832), o en París las fuentes Wallace (1870), las columnas Morris (1868) o los edículos Guimard (de estilo art nouveau, en las bocas del Metro -Héctor Guimard, 1900-). Todo tipo de motivos de ferretería arquitectónica cuyo origen puede rastrearse en Inglaterra, al menos desde 1734, comenzó a aplicarse masivamente a mediados del siglo XIX en todo tipo de construcción ecléctica, popular o kitsch y unos acabados uniformes que deploraban los que añoraban el trabajo manual artesanal (William Morris, John Ruskin). “Mientras que las ciudades europeas las lucen restauradas, acá nos encargamos de borrarlas”, criticó la vecina Fluvia Bordón. Reclaman participaciónLa vecina Fluvia Bordón, quien hizo un relevamiento e inició una campaña para recuperar las antiguas farolas, también mostró su inquietud a este diario, quien la consultó al respecto. Bordón hizo un llamado a la reflexión y un especial pedido para que los ejemplares que todavía se conservan en las avenidas Roque Pérez y Roque Sáenz Peña “sean respetados”. Inclusive hay una iniciativa de vecinos del centro posadeño para “que no se borre el elemento arquitectónico y se las vuelva a colocar restauradas, respetando su ubicación original”. A la par de todo proceso de renovación urbana encarada por el Estado nacional y provincial, lo que está haciendo falta es una mayor interacción entre los distintos colectivos que se interesan por el patrimonio. Reclamó en ese sentido la investigadora Beatriz Rivero, experta en Patrimonio, que “hay que con
vocar a los vecinos cuando se encaran transformaciones del espacio público, porque no es muy agradable levantarse un día y ver el hecho consumado”. Para Rivero, “remplazar patrimonio implica mucha participación y debate, porque de lo contrario se estaría, como en el caso de estas farolas, borrando historia”.





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