POSADAS Y EL SOBERBIO. A una semana del robo a la sucursal del banco Macro de El Soberbio, la línea investigativa que señala a una importante organización internacional narco parece tomar el grado de absoluta certeza. Detrás de ese camino están las autoridades brasileñas, que identificaron a dos peligrosos “peces gordos” del mundillo de la droga como autores del violento asalto.Osni Valdemir De Mello (53), alias “Sapinho” o “Velho Sapo” (“Sapito” o “Viejo Sapo”), y Ademar Fracalossi (48), apodado “Batista”, fueron identificados como dos de los prófugos que el lunes 2 de febrero escaparon desde la Argentina hacia Brasil por el río Uruguay y fueron vistos en el país vecino a bordo de una Chevrolet Captiva negra.Fuentes de aquel país confirmaron el nuevo dato a PRIMERA EDICIÓN en las últimas horas y brindaron otro dato escalofriante: uno de ellos tiene “circular roja” de la Interpol y es buscado intensamente por esa organización desde hace al menos tres años.Se trata de De Mello -así figura el apellido en los registros de la Justicia brasilera, más allá de los datos que brinda Interpol en su página web- quien aparece además en el tope de los diez criminales más buscados de los últimos tiempos en el estado de Rio Grande Do Sul.“El jefe” del sur brasilero“Velho Sapo” es considerado por las autoridades como el mayor distribuidor de cocaína del sur brasileño. Por eso se lo conoce como “el jefe” del narcotráfico en aquel territorio.Conocido hace mucho tiempo en los corrillos del mundo narco brasileño, su nombre trascendió a los medios el miércoles 6 de junio de 2012, cuando un operativo interfuerzas desmanteló uno de sus “centros de distribución” en la localidad de Candelária, en Rio Grande Do Sul, a 371 kilómetros de la frontera con Misiones.En aquella oportunidad, las autoridades secuestraron 451 kilogramos de cocaína, insumos para la producción de esa droga y 140 mil reales -cerca de 700 mil pesos al valor de cambio actual- que estaban ocultos en la casa de uno de sus familiares.Aquel secuestro sería apenas “la punta del iceberg”. Esa investigación permitió determinar que De Mello era el líder de una megared con presencia en Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay.Los detectives pudieron establecer entonces que, a través de sus hombres, “Velho Sapo” traía cocaína boliviana por Paraguay y la cruzaba por la frontera seca hacia Brasil. Incluso siempre existió la sospecha de que habría utilizado las fronteras misioneras para acortar distancias.Ya en el “gigante sudamericano”, la droga era distribuida hacia Porto Alegre, la frontera oeste (que limita con Corrientes y Misiones) y Uruguay. Creen que “trabajaba” de esa manera desde hace unas dos décadas.Se inició entonces una intensa búsqueda por tierra y aire. “Agora a Polícia está à caça do Sapo” (“Ahora la Policía está a la caza del Sapo”), le dijo el comisario Luciano Menezes al “Diário Regional” de Santa Cruz Do Sul, en una entrevista que permanece aún en Internet. Sin embargo, De Mello jamás volvió a ser visto y los investigadores creen que permaneció refugiado en Paraguay al menos hasta la semana pasada, cuando según testigos fue visto en El Soberbio.Drogas, shows y riñas de galloMuchísimos puntos conectan a De Mello con Ademar Fracalossi (48), también sindicado por las autoridades como uno de los asaltantes y “cabecillas” del asalto al banco Macro hace siete días.Para los investigadores brasileños, ambos están vinculados y forman parte de la misma organización narcocriminal que incluso tendría nexos con el temible “Primeiro Comando da Capital (PCC)”, con base en San Pablo pero con ramificaciones en todo Brasil y el Mercosur. Incluso varios de sus líderes permanecen tras las rejas acusados principalmente de robos a bancos, cuestión que aparece como poco casual en relación con lo sucedido en El Soberbio.Para empezar, “Batista” compartiría territorio con De Mello. En 2007, cuando fue detenido por primera vez por tráfico de drogas, se descubrió que tenía una chacra con todos los lujos y hasta un “rinhadeiro”, un escenario especial preparado para la riña de gallos. El predio estaba en Venancio Aires, la misma localidad donde también tiene influencias “Velho Sapo”.Más allá de que en Brasil se trata de un delito gravísimo, las peleas entre animales no fueron las que llevaron a Fracalossi a la cárcel esa primera vez, sino la sospecha firme de que era el líder de una banda dedicada a la venta de cocaína.La “Operación Colmena” terminó con 51 detenidos en Rio Grande Do Sul, Santa Catarina y el estado norteño de Ceará. Se secuestraron 300 kilogramos de cocaína, 40 vehículos, dinero, armas, elementos para la producción de drogas y 200 mil reales.Fracalossi -que al parecer “lavaba” el dinero de las drogas por medio de un centro de eventos en Balneario Camboriú, donde convocaba a figuras de la talla de Zezé Di Camargo- terminó tras las rejas pero sólo durante ocho meses, ya que los plazos de la instrucción se vencieron y logró así recuperar la libertad.Los medios brasileños informaron que, en 2009, logró reorganizar la banda que lideraba y comenzó nuevamente con el tráfico de cocaína desde Bolivia. El final no fue diferente: en septiembre de 2010 volvió a caer al frente de una organización encargada de vender más de una tonelada de esa droga por mes en Rio Grande Do Sul. Las últimas informaciones dicen que habría escapado de la prisión domiciliaria que cumplía en su casa.“Cabecillas” y pistolerosEl trasfondo que supone la presencia de De Mello y Fracalossi explicaría para los investigadores brasileños muchos de los interrogantes que se plantean por estas horas en la causa.Para ellos, la presencia de esos dos “peces gordos” fundamenta el alto grado de organización de la banda que tomó por sorpresa a El Soberbio. Un trabajo de inteligencia de por lo menos diez días, la presencia de fusiles de guerra que no valen menos de 300 dólares cada uno, chalecos antibalas, vehículos de alta gama y hasta balsas listas para el escape en el río Uruguay son todos puntos que significan una importante inversión económica que sólo podrían solventar hombres como “Sapinho” y “Batista”.También el “campo de acci&
oacute;n” de ambos en sus momentos de máxima “gloria” en el mundillo narco: ambos manejaban la región e incluso conocían Misiones, por donde habrían pasado varios cargamentos de cocaína provenientes de Bolivia.La sensación de terror que aún golpea a El Soberbio tiene que ver con todo eso. Por ello, muchos no se animan a hablar sobre lo que vieron en el hecho o días antes del robo. Dos de los criminales más peligrosos del continente habrían estado en las calles del pueblo. Y eso es suficiente como para permanecer en silencio.





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