POSADAS. En un año eleccionario, el análisis de los principales inconvenientes socio-económicos que enfrentan los votantes y sus familias constituye una tarea más que relevante, fundamentalmente para el diseño de políticas públicas de mediano y largo plazo, que atiendan los principales obstáculos de movilidad social propios cada segmento poblacional.El análisis de la situación socio-económica actual (y pasada) del llamado “votante mediano”, sobre el cual presumiblemente apuntarían las plataformas electorales, permite afirmar que entre éstos se observa un mayor nivel de instrucción y mayor penetración del empleo público que en años anteriores, destaca un informe elaborado por los economistas Marcelo Capello y Gerardo García Oro, del Ieral.Entre sus párrafos más relevantes destaca que “se vislumbra un empeoramiento significativo en su condición socio-económica (de los votantes promedio), desde 2007 hasta la actualidad. Por ejemplo, un 19% de ellos habita en hogares pobres y con ingresos familiares que, en promedio, apenas superan en un 79% el umbral de pobreza; mientras que para 2007, el 15% habitaba en condición de pobreza y sus ingresos familiares resultaban, en promedio, más de dos veces superiores a la línea de pobreza”.Por otro lado, es posible señalar algunas características propias de los diferentes “tipos de votantes”. En primer lugar, el llamado “voto joven” encuentra a un conjunto con alta incidencia de la pobreza y serios problemas de inserción laboral. Suponiendo que todos aquellos que cuenten entre 16 y 17 años de edad hagan efectiva la posibilidad de participar en el acto eleccionario, involucra un total de más de 6,4 millones de sufragantes de entre (16 y 24 años de edad), motivo por el cual su importancia no es para nada menor.“De hecho, quizás éste sea el conglomerado social con mayores cuentas pendientes desde el año 2003 hasta la actualidad. Una forma de presentar estas conclusiones en forma resumida es analizar la proporción de jóvenes que presenta algún tipo de inconveniente al momento de insertarse en la sociedad. Desde 2007 hasta la actualidad seis de cada diez jóvenes (eventuales votantes) enfrente al menos uno de estos inconvenientes, lo cual involucra a casi cuatro millones de ellos. Esto implica que la problemática de los jóvenes “Ni Ni” (aquellos que no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo) que alcanza al 16,2% de éstos -unos 1,1 millones- es tan sólo una parte del inconveniente y los grandes desafíos para la política pública ligada a estos votantes tienen mucho que ver con el impulso de políticas inclusivas para el progreso y rendimiento escolar, más la promoción de oportunidades de empleo en entornos locales, a la vez que se instrumenten estrategias para la prevención y control de conductas riesgosas y el impulso del compromiso e inclusión ciudadana”, refleja contundente el informe.Por otra parte, el voto de personas en edad laboral constituye un segmento amplio y heterogéneo, con importantes cuentas pendientes en materia de generación de empleo decente.Finalmente, el eventual voto de personas en edad inactiva es el más inquietante, ya que sobre este segmento se observó una importante contracción en la incidencia de la pobreza (con principal motivo en la Moratoria Previsional), aunque por otro lado, no se dio respuesta a viejos reclamos en materia de movilidad y determinación de haberes.Los cambios observados en la población adultaLa población adulta en edad previa a la considerada de retiro incluye a más de 18,7 millones de personas, entre las cuales casi 4,4 millones habitan en condición de pobreza. La contextualización laboral de este conglomerado ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de la última década que merecen la pena ser destacadas.Por un lado, si se analiza la población adulta en condición de pobreza puede encontrarse que la incidencia de la inactividad laboral sobre este conjunto ha crecido en forma tendencial, pasando de incluir a un 25% de este conjunto hacia el año 2003 hasta un 35% (casi 2,5 millones) para 2014. En consecuencia, hay mucho por hacer en materia de revitalizar entornos productivos y lograr incorporar a la vida activa a personas adultas que habitan en entornos de ingresos insuficientes para salir de la pobreza. Parte de este fenómeno se visualizó además en una paulatina reducción en la incidencia de la población desocupada, desde casi un 14% al 8,5% para 2014. Algo diferente ocurre, sobre ambos indicadores, si se analiza el caso de la población adulta que se encuentra fuera de la pobreza, donde la incidencia del desempleo y la inactividad laboral se mantuvieron en entornos estables.Respecto a las condiciones de inserción laboral puede observarse que entre los adultos ocupados sumidos en pobreza se contrajo desde el año 2003 al 2007 a la mitad la presencia de ocupados en puestos públicos, este fenómeno tuvo que ver con el traspaso de beneficiarios del Programa Jefes y Jefas de Hogar (impulsado para contrarrestar la crisis de finales de 2001) a otros programas asistenciales, a la vez que ganó participación el empleo formal en entornos privados pero con una importante participación de empleos precarios, lo cual acentúa las condiciones de vulnerabilidad de los ingresos monetarios de estas familias.En suma, hacia la actualidad un 69% de los adultos ocupados que viven en condiciones de pobreza (casi 1,7 millones) se desempeña en entornos informales y con altas dosis de precariedad laboral, tan sólo un 23% logró acceder a empleos privados formales (568 mil) y un 8,6% (212 mil) actúa en un puesto público. En contrapartida, entre los adultos ocupados que habitan en hogares no pobres, un 44% tiene un empleo formal en el sector privado (más de cinco millones de personas), un 22% tiene un puesto público (casi 2,5 millones) y el 34,4% actúa en entornos informales (3,9 millones).Las altas y crecientes discrepancias históricas en materia de participación laboral y acceso a empleos productivos constituyen motivo de preocupación, en vista de lograr certidumbre y suficiencia sobre los flujos de ingresos de los habitantes, de manera que logren mitigar resultados negativos en materia social.





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