POSADAS. El tema de la inseguridad fue uno de los factores determinantes a la hora de decidir adónde pasar la Nochebuena a la espera de la Navidad en muchos hogares. Los propietarios debieron tomar precauciones, quizás más que las habituales a la hora de dejar su casa, y en especial en aquellos casos de barrios que hasta hace poco tiempo atrás eran tranquilos pero hoy tienen algún asentamiento cercano.Los vecinos del barrio Luz y Fuerza, situado en inmediaciones de las avenidas Tacuarí y Jauretche, vienen padeciendo desde hace un buen tiempo distintos hechos de inseguridad que no tuvieron, a su entender, un tratamiento adecuado por parte de quienes deben velar por el orden, por lo que resolvieron hacer público el “problema que se va agudizando y poniendo en peligro a toda la zona”, según explicaron a este medio.“Estamos ante un problema que la propia policía lo conoce muy bien. Se trata del asentamiento de las chacras 158 y 159, frente a nuestro barrio y otro del Iprodha. Algunos lo llaman la Favela, porque cada vez se hace más difícil para las fuerzas de seguridad ingresar allí, pero nadie desde más arriba, es decir desde el gobierno, hace algo para tratar de ponerle freno a esta situación que si sigue en este camino será incontrolable”, señaló Roberto Ferreyra, uno de los vecinos de Luz y Fuerza, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.Las mencionadas chacras ya fueron noticias en varios hechos policiales publicados por este Medio, incluso cuando se estaba reparando la avenida Tambor de Tacuarí y el tránsito sobre dicha arteria estuvo interrumpido durante meses, los casos de arrebatos en la vía pública a las personas que debían caminar varias cuadras para tomar el colectivo se multiplicaron.“Nos preocupa que no podamos ni siquiera salir a tomar el colectivo para ir a trabajar a la mañana a primera hora porque esta gente sale a robar sin reparos, a punta de cuchillo. Te sacan la cartera o los celulares, en especial a las mujeres y adolescentes, que son los más indefensos. Lo más grave es que muchas veces están drogados, alcoholizados o con olor a pegamento y si uno se resiste son capaces de cualquier cosa. Y a la noche es más complicado aún, porque se amparan en la oscuridad y después salen corriendo hacia la villa”, manifestó Ferreyra.Otro de los vecinos, que trabaja en una repartición pública y prefirió mantener su nombre en reserva por su parentesco con un integrante de una fuerza de seguridad, indicó que “no toda la gente que vive en esas chacras del asentamiento son delincuentes, en realidad son unos pocos que están bien identificados por la policía. En varios casos son menores que cometen un robo, los detienen, pero los jueces se ven obligados a largarlos porque no hay una estructura judicial para contenerlos. Roban a punta de cuchillo, ingresan a las casas con gente adentro, durmiendo, cada vez es peor”.Más adelante apuntó que “hay algunos que tienen en su haber un prontuario extenso. Acá los conocen por ‘Abuelito’, ‘Pajarito’, ‘Diablo’, ‘Pollito’ y otros apodos, son menores y otros mayores, de unos 28 a 30 años. Se reúnen en los pasillos, consumen y planifican los robos. Andan armados y hasta a veces desconocen a sus vecinos de la villa, incluso una familia humilde se tuvo que mudar de ese barrio porque los habían atacado. Y así como en la zona trasciende mucho de lo que pasa allí adentro de la villa, la policía también sabe, pero nadie hace nada”.Lo lamentable para Ferreyra es que “el asentamiento va creciendo, cada vez son más casillas, algunas casitas se están levantando con bloques, es decir que será difícil que los saquen. Son terrenos privados y de la EBY (Entidad Binacional Yacyretá), hasta están asentados sobre la traza de lo que debería ser la avenida Vivanco. Pedimos más seguridad en la zona, no puede ser que en Navidad mucha gente tuvo que quedarse sí o sí en sus casas por temor a que les entren a robar o a que los asalten cuando salen a la avenida, porque allí se instalan los grupitos que abordan a los vecinos”.





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