POSADAS. Vivimos rodeados de parásitos, microbios y demás microorganismos invisibles al ojo humano. Están en el aire que respiramos, en las superficies que tocamos, en las calles donde caminamos y en el agua que tomamos. Nuestro sistema inmunológico ha encontrado la manera de sobrevivir a ellos, pero son ellos quienes sobrevivirán a nosotros. Dentro de este ambiente, de alguna manera “contaminado”, la civilización ha encontrado la forma de generar instituciones que se encargan de hacer que su impacto sea el más mínimo posible. Es así que toda sociedad tiene una empresa potabilizadora de agua, un sistema de recolección de residuos y un aparato de tratamiento de todos los líquidos cloacales que desechamos cuando tiramos la cadena del inodoro. El problema reside en que, en esta ciudad, los sistemas encargados de controlar a los microorganismos no funcionan de manera satisfactoria y atentan contra la salud pública. Al menos así lo manifiesta Roberto Stetson, genetista y profesor de las cátedras de Biología Animal en la carrera de Genética y de Profesorado en Biología de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones. “Para lograr un buen y rápido saneamiento ambiental son necesarias tres variables sumamente importantes: una buena red cloacal, la correcta distribución de agua potable y un buen control de la basura. Si alguno falla, estamos expuestos a numerosas enfermedades que atentarán notablemente contra los servicios de salud pública”, manifestó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. “En Posadas el sistema de basura es deficiente y es un servicio de primera necesidad. Sufrimos constantemente problemas en la recolección, faltan más tachos de basura en la ciudad. Por ejemplo, en la costanera se junta mucha basura que no se recoge”, indicó el profesional. Lo cierto es que los posadeños también deberían tomar conciencia de los riesgos del poco control sobre lo que se tira o de lo importante de no tirarlo en cualquier lado. También “este sistema de recolección tendría que reconocer la importante función social que tiene”, subrayó el profesional. ¿Y la red de cloacas?La red cloacal no se queda atrás. Si bien desde la concesión de Samsa, en 1999, se inició un proceso de armado de la red cloacal y hasta se intimó a los usuarios a que se conecten de manera obligatoria, hoy son miles los posadeños que cuentan con este servicio pero no lo utilizan. “En Posadas, desde la avenida Quaranta al norte está disponible la red cloacal. Incluso la pagan, pero no hacen las obras interiores de su casa para la conexión”, declaró Luis Meyer, vocero de la empresa que brinda agua a la ciudad. El tema es que para conectarse a la red cloacal, que pasa debajo del asfalto por frente de las casas, es necesaria la remodelación de éstas por dentro. “Esto no lo hace Samsa, lo deben hacer los usuarios y los costos varían dependiendo de cómo sea su casa por dentro. La conexión a la red es gratuita, fue financiada dentro de la obra, pero una vez que el usuario realice las obras correspondientes. Sí se paga el derecho de conexión, que incluye los gastos administrativos y la inspección técnica que realiza la empresa”, reconoció Meyer, quien agregó que “para conectarse es necesario que el usuario se acerque hasta Samsa, desde allí se le proveerá de un manual con todas las cuestiones técnicas que debe tener en cuenta a la hora de realizar las obras internas. Cuando esté terminada, personal de Samsa verificará que esté en condiciones, se da de alta al usuario y el monto de este costo se paga en la factura”. Pero de los 442 mil kilómetros de redes disponibles para 51.234 usuarios capitalinos, sólo la mitad (alrededor de 130 mil personas) está conectada a la red cloacal, disponible desde 2004. Si se considera que Posadas tiene alrededor de 297.499 habitantes, todavía falta mucho. “Lo que pasa es que la gente no le da una correcta valoración al servicio. Son muchas las familias que han cambiado su televisor, seguro tienen el último modelo, pero no se han conectado a la red cloacal. Es un servicio sumamente necesario para un ambiente saneado, pero la gente no toma conciencia porque no lo ve”, asumió Meyer. Roberto Stetson, por su parte, expuso que “son muchos los barrios que no tienen red cloacal y donde nadie se preocupa por hacer. Es evidente que falta planificación, en una ciudad que crece a pasos agigantados las cosas deberían hacerse más ordenadas”. El docente sostuvo que “todo crecimiento debe ser planificado, porque de lo contrario no ayuda al buen saneamiento ambiental. En esos casos, los barrios nuevos del Iprodha o de la EBY están en condiciones ambientales para ser habitados, pero los asentamientos que proliferan, definitivamente no”. Stetson reconoció que “lo más probable es que esos asentamientos con letrinas tiren los desechos en los arroyos. Y es fundamental evitar la descarga de cloacas en un agua que a la postre vamos a beber. Eso es básico y elemental. Hay que evitar esa descarga de cloacas y hay que hacer control, expandir la red cloacal y que esas redes desemboquen en un tratamiento cloacal. Nunca debe llegar materia fecal al agua que luego se va a tratar para que la tomemos”, insistió.El cuidado del medioambiente en el que vivimos depende, en la mayoría de los casos, de los ciudadanos: no tirar papeles en la vía pública, clasificar elementos contaminantes como pilas o bolsas de polietileno. Las funciones “macro” le corresponden a quienes tienen mayores responsabilidades, pero de todos depende el buen funcionamiento ambiental en la ciudad. Sobre el agua que bebemosUno de los pilares más importantes para mantener un buen saneamiento ambiental es, sin lugar a dudas, el agua que bebemos. “Hemos realizado estudios parasitológicos en la zona de Itaembé Miní que han arrojado el resultado de que no es conveniente tomar el agua de la zona. Es más, un 25 por ciento de la población analizada en el barrio que rodea al hospital Baliña tenía parásitos y varios sufrían de poliparasitosis, es decir, múltiples parásitos en su organismo. Esto, a su vez, impacta en los sistemas de salud, que permanentemente invierten en curar a personas que se vuelven a enfermar. Incluso, este tipo de enfermedades afectan a los niños en su desarrollo físico y mental, lo que genera múltiples inconvenientes para el aprendizaje. Eso está determinado por la Organización Mundial de la Salud”, recalcó Stetson. Las consecuenciasSi no se trabaja de manera rápida y organizada en el mejoramiento de estos sistemas, “estamos expuestos a una serie
de enfermedades como disenterias o enfermedades intestinales, diarrea”, señaló el docente. A su vez, los perros callejeros también son una preocupación que “hay que controlar, porque debemos dar gracias a Dios que no hay presencia de rabia en la ciudad”, señaló el genetista. También hay que mantener los patios limpios y libres de cucarachas. Otra situación que, por increíble que parezca, sucede, es que hay vecinos que tienen en sus casas, como “mascotas” a chivos, gallinas y chanchos. “Esto está terminantemente prohibido por las moscas que viven con estos animales. Para denunciar hay que ir a Calidad de Vida, pero no siempre actúan con la rapidez necesaria, desconociendo las consecuencias que acarrean. No le dan importancia”. Luis Meyer, por su parte, señaló que “es muy importante tener en cuenta el impacto en la salud pública. Porque mientras más plantas potabilizadoras de agua y red cloacal haya en una ciudad, seguramente se necesitarán menos hospitales”. Además, aseguró que hay prácticas antiguas que nos afectan. “Es mucha la gente que conecta el pozo negro al desagüe claocal, entonces el desecho del pozo sale directamente por el cordón cuneta. Y también hay muchas personas que conectan el desagüe pluvial a la cloaca. Pero el diámetro del caño no está preparado para esa cantidad de agua, entonces cuando llueve, rebalsa la boca de registro, donde una parte es agua y la otra son líquidos cloacales. O los albañiles, que lavan en la pileta común la pala con cemento y cal y todo ese desecho tapa los caños. La gente tiene que comenzar a tomar conciencia”.





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