COLONIA AURORA. Desde junio al día de hoy, pasaron casi seis meses. Tiempo suficiente para cumplir la avalancha de promesas que hicieron todos los funcionarios que pisaron las zonas afectadas por las inundaciones que dejó la crecida del río Uruguay. Pero como era de esperarse, no pasó. Centenares de misioneros continúan esperando la ayuda que todavía no llegó, las casas prometidas, el arreglo de las viviendas destruidas.Tal es el caso de Luciana Andrea Müller, de 36 años y madre de tres hijos. Oriunda de Colonia Delicia, sufrió en carne propia la furia de las aguas y escuchó de boca de funcionarios que le darían una casa y ayuda de todo tipo. Tampoco pasó. “Desde julio estoy viviendo de prestado en una casa de la familia Blum, unos vecinos de la localidad. Ellos son seis y viven en una casa de dos habitaciones, donde yo comparto una con la hija mayor de ellos. Mis dos hijos mayores se fueron a vivir a Chaco con el papá porque no tengo dónde tenerlos, sólo me quedé con mi hija menor de dos años y medio. El padre me amenaza con que si no encuentro dónde vivir, me la va a sacar a ella. Yo necesito la vivienda que me prometieron para reunir a mi familia y poder pasar las fiestas con mis hijos”, declaró en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. “Nadie me da una solución”Se acercan las fiestas de fin de año y la familia con la que vive va a recibir la visita de familiares y necesita el lugar. Entonces, y para recuperar a sus hijos lo más rápido posible, Luciana hace dos semanas que espera, afuera de la Municipalidad local, la llegada del intendente Jorge Kramer. El problema es que hasta el momento no se presentó y cuando le preguntó a un concejal a qué hora venía, éste le contestó que “no viene a la Municipalidad”. “Cuando le llamo por teléfono no atiende, no se hace ver, tiene que dar la cara y cumplir lo que prometió. Me dijeron que iban a construirme una casa con ‘Mejor vivir’ y no lo hicieron, llamo al Iprodha y me dice que no tienen fondos, y así se pasan la pelota”, reclamó Luciana. “Al menos lo que pido es que arreglen la vivienda donde vivía, que con las inundaciones quedó completamente bajo agua y no está en condiciones para ser habitada, que por lo menos me la arreglen para que pueda pasar las fiestas con mis hijos, como corresponde”. Luciana no tiene trabajo. Era dueña de un kiosco en la vivienda que perdió. Ahora depende de la manutención del padre de sus hijos, que ronda los 1.500 pesos. Con parte de esa plata, ayuda a la familia que hoy le presta la vivienda. “No hay ningún tipo de interés del Municipio para ayudarme. No sé por qué y lo necesito ya”, finalizó.





Discussion about this post