POSADAS. “Donde haya alguna injusticia habrá una madre, un pañuelo y 30 mil desaparecidos. Estamos aquí porque es donde querrían estar nuestros hijos”, explicó Nora de Cortiñas, titular de Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la razón de su presencia en la capital misionera para respaldar la campaña del “No a las Represas”. Llegó invitada por la delegación local de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) junto a otra fundadora de ese movimiento, Mirta Acuña de Baravella, también una de esas madres que hace 36 años tuvieron el coraje de ponerse de pie ante una dictadura cívico-militar genocida y brutal, reclamando por sus hijos y nietos desaparecidos.Firmes en sus convicciones, sin la más mínima duda ni titubeo en sus palabras y con miradas profundas, inquisidoras, pero, a la vez, cordiales y amigables, engañan con su aspecto frágil que confunde cuando se las recibe. Con 84 y 89 años, Cortiñas y Baravella siguen en su brega por justicia, por conocer la verdad y saber qué pasó con sus hijos o por los hijos de éstos apropiados por sus secuestradores.El “No a las represas”“Estamos aquí invitadas por la CTA y vinimos a traer nuestro apoyo al No a las represas, en defensa del río, del medio ambiente, de los pobladores afectados y, principalmente, de todo el pueblo. Las represas producen un gran daño en el hábitat, la salud y en la vida de todos”, señaló Cortiñas.Comentó también que estuvieron reunidas con las familias afectadas por la represa de Yacyretá y que mantienen su reclamo frente a la Entidad Binacional (Eby), para conocer su situación y expresarles su solidaridad y apoyo. “Constituyen una clara demostración de ese impacto negativo que se pretende negar” por quienes las impulsan, dijo.“Por eso estamos aquí, porque también están nuestros hijos que nos dan fuerza, fortaleza tras la búsqueda de justicia y esa búsqueda sobrepasa ese hecho. Nuestra presencia es mostrar que está cada uno de ellos, nuestros hijos, en defensa de un derecho violado”, insistió, dejando ambas en claro que la causa antirrepresas es de ellas porque, como toda situación de injusticia, encierra una clara violación a los derechos humanos.Abrir los archivos de la dictadura y la IglesiaEn la extensa conversación, donde no estuvo ausente el sonar del teléfono dándole respiro a la charla, tampoco faltaron referencias a la lucha que las convocó por primera vez allá por 1977. Fue cuando la dictadura de entonces secuestró a sus hijos y se apropió de sus nietos, brindándole una fuerza extraordinaria a esas pocas mujeres que comenzaron a reclamar por su aparición con vida, primero, y justicia y castigo para sus responsables, después.“La dictadura los secuestró buscando acallarlos, pero no pudo hacerlo, como tampoco pudo intimidar a ese pequeño grupo de débiles mujeres que nos juntábamos reclamando por ellos”, recordó.“Gracias a ese caminar por más de 30 años se llegó a los juicios (de la verdad), aunque no todos los jueces están dispuestos a avanzar en ellos, que demoran las causas, que no hacen su trabajo”. Además, “el método de juicio (casos separados) no es el más rápido, ni indicado o positivo para terminar cuanto antes con la condena al último genocida”, subrayó.“No queremos venganza, sino verdad y justicia para construir un país sin impunidad, en el que se cumpla la ley. Queremos que se abran los archivos de la dictadura, servirá para que se termine con las dudas, la incertidumbre, la angustia del día a día, conocer el destino de los bebés entregados y qué pasó con nuestros hijos”, añadió. “La obligación y el compromiso del Gobierno es abrir esos archivos”, enfatizó.Añadió además que “es una lástima que haya terminado el Sínodo de los Obispos sin ninguna referencia a estos casos, porque la Iglesia debe pedir a la Conferencia Episcopal Argentina que también abra sus archivos. La Iglesia Católica Argentina fue intermediaria en la entrega de muchos chicos apropiados y conoce qué pasó con ellos”.“Existen esos archivos, los militares nunca suelen destruirlos y son muchos más de los reconocidos por el Gobierno. Deben ser abiertos”, concluyó. Testigos, abogadosy juecesNora Cortiñas y Mirta Baravella tuvieron un reconocimiento especial hacia quienes se presentaron ante la Justicia como testigos o partícipes en los juicios contra los represores de los años 70, quienes a más de treinta años de las desapariciones y apropiaciones supieron aportar su colaboración para la condena y castigo de los responsables de esos hechos.“Siempre estamos conmovidas por el coraje de los testigos que tenemos en los juicios, por su solidaridad y valentía, y porque pese a los años transcurridos no se olvidaron de sus compañeros desaparecidos y supieron rescatarlos en su memoria. Pero también están los abogados que por estas causas comprometieron su profesión, su prestigio y su trabajo para llevarlos adelante afrontando todos los obstáculos, así como hubo no pocos jueces que también supieron asumir con compromiso y responsabilidad sus obligaciones en esa búsqueda de justicia que todavía continúa”, reconocieron.





Discussion about this post