MOSCÚ, Rusia (AFP-NA). La muerte en un accidente aéreo en Moscú de Christophe de Margerie, presidente de la mayor empresa francesa, la multinacional petrolera Total, suscitó ayer gran conmoción en Francia mientras el presidente ruso Vladimir Putin rindió tributo a un “verdadero amigo” de su país.El avión privado del empresario, un Falcon-50, colisionó el lunes en Rusia en el momento de despegar con una máquina quitanieves en el aeropuerto de Vnoukovo. En el accidente murieron los tres tripulantes y el directivo de 63 años, presidente de la primera empresa francesa por beneficios y volumen de negocios y segunda por capitalización bursátil.Según el comité de investigación ruso, el accidente se debió a una “negligencia criminal” de la dirección del aeropuerto moscovita. Los investigadores indicaron que el conductor de la máquina quitanieves estaba ebrio, lo que desmintió el abogado de éste.“No se trata de un trágico concurso de circunstancias sino de una negligencia criminal de funcionarios” que fallaron en su labor de coordenar correctamente a sus empleados, indicó el comité. Añadió que algunos miembros de la dirección de Vnoukovo que pudieran entorpecer la investigación serían “suspendidos de sus funciones”.Tras conocerse el accidente, el presidente francés, François Hollande, elogió el “talento” de Margerie y recordó que había colocado a Total “entre las primerísimas empresas del mundo”, mientras el primer ministro Manuel Valls dijo que Francia pierde a “un gran capitán de la industria y un patriota”.Margerie, presidente de Total desde 2010, era un “verdadero amigo de nuestro país” y el actor de “una fructuosa cooperación entre Rusia y Francia” afirmó por su lado el presidente ruso Vladimir Putin.Según el diario ruso Vedomosti, Margerie volvía a París después de una reunión con el primer ministro Dimitri Medvedev centrada en las inversiones extranjeras en Rusia.El francés, con buenos contactos entre la dirigencia rusa, era favorable a las inversiones en este país, en un contexto de tensión por las sanciones occidentales a Moscú en el marco del conflicto ucraniano.Margerie consideraba inútiles estas sanciones y abogaba por un “diálogo constructivo” con Rusia.Presente en 130 países de todos los continentes, Total tuvo en 2013 un volumen de negocios de 189.500 millones de euros (245.000 millones de dólares), emplea a 100.000 personas y es de lejos la primera empresa francesa por la talla de sus actividades.El grupo es además la quinta compañía petrolera y gasífera del mundo cotizada en bolsa, en términos de capitalización.“Total debe seguir su camino” tras la muerte de su presidente, declaró el martes el secretario general del grupo, Jean Jacques Guilbaud. Margerie murió sin haber designado a un sucesor, pero estaba rodeado de lugartenientes capaces de tomar la sucesión, según fuentes de la empresa.Nacido el 6 de agosto de 1951, Christophe de Margerie creció en una familia de diplomáticos y dirigentes empresariales. Estaba casado y tenía tres hijos.Conocido como el “Gran Bigotes”, por su tupido mostacho blanco, se convirtió en presidente de Total hace cuatro años tras toda una vida en el seno del gigante petrolero, donde subió peldaño a peldaño hasta entrar en el comité directivo en 1992, antes de convertirse en director general para Oriente Medio tres años después.Bajo su égida, Total aceleró en los últimos años las inversiones en exploración, para cumplir los objetivos ambiciosos de crecimiento de su producción petrolera, al tiempo que se deshacía de otras actividades.Sin embargo, la imagen del grupo se ha visto afectada por varias catástrofes, como el naufragio frente a las costas francesas del petrolero “Erika” en 1999, y la explosión de su filial de abonos AZF en 2001 en Toulouse, en el sur de Francia, o su implicación en el escándalo “petróleo contra alimentos” en Irak.La imagen de Total también se ha degradado en Francia, donde los franceses se quejan de que el grupo no pague impuestos en su propio país -donde es deficitario- pese a sus muy importantes beneficios globales.Europa, Ucrania, Rusia y MargerieEl sentido homenaje en Rusia al fallecido presidente del gigante francés Total, un “amigo de Rusia”, ilustra el rol de algunos empresarios y multinacionales occidentales que mantienen entre bambalinas vínculos con Moscú pese a las sanciones por la crisis ucraniana.“Hemos perdido a un verdadero amigo de nuestro país”, declaró el presidente Putin refiriéndose a Margerie. El primer ministro Medvedev, lamentó la “gran pérdida” de “un amigo y socio de nuestro país”.Total participa en Rusia en proyectos muy ambiciosos: producción de gas natural licuado en el Ártico ruso, con el grupo ruso Novatek y el chino CNPC, o petróleo de esquisto con el petrolero Lukoil.Con Christophe de Margerie, Moscú disponía de un apoyo precioso, en momentos en que se imponen sanciones sin precedentes contra la economía rusa, por la crisis ucraniana, que provocan la fuga de los inversores extranjeros.Margerie, con su habitual franqueza, criticaba estas medidas contra Moscú. Horas antes de morir, en una reunión en la capital rusa dedicada a las inversiones, había calificado esas sanciones de “injustas e improductivas”, según el texto hecho público de su discurso.Igual que Total -aunque a veces de forma más discreta- las empresas occidentales se han mostrado críticas ante las sanciones contra Moscú, advirtiendo que tendrían consecuencias negativas para las economías de los países que las imponen.“Todas las grandes empresas esperan que esas sanciones serán pronto levantadas: muchas han invertido miles de millones en Rusia, y no quieren perderlos debido a juegos políticos”, explica el politólogo ruso Alexei Panin.“Nada reemplaza a un mercado como Rusia. Implantarse en él es complicado y costoso, y nadie quiere perderlo”, añade, interrogado por la AFP.Durante varios meses, tras la incorporación de Crimea a Rusia, las multinacionales quisieron creer que la crisis no duraría y los negocios siguieron, a base de grandes contratos, sobre todo en el ámbito energético.El pasado mes de junio, durante un congreso petrolero en Moscú, los directivos del británico BP, Bob Dudley, y del gigante estadounidense ExxonMobil, Rex Tillerson, ambos ciudadanos estadounidenses,
destacaron el rol esencial que desempeña Rusia en el escenario energético.Es cierto que el clima se enfrió súbitamente tras estrellarse el vuelo MH17 en el este prorruso de Ucrania, y luego con el despliegue de tropas de Moscú en esa región.ExxonMobil acabó retirándose en septiembre de los trabajos de exploración lanzados en el verano boreal en el Gran Norte ruso.Los grandes empresarios occidentales adoptaron entonces un perfil bajo, y sus visitas a Moscú empezaron a ser cada vez más raras. Ahora, es a través de su federación, la Association of European Businesses, que las multinacionales implantadas en Rusia condenan las nuevas sanciones e intentan mantener contacto con las autoridades rusas.La visita a Rusia de Margerie era, pues, una excepción, y se llevó a cabo “pese a los llamados al boicot” según la Cámara de Comercio e Industria Francia-Rusia, que prometió “obrar en defensa de la causa franco-rusa” por la que Margerie “tanto hizo”.




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