POSADAS. Jorge Raúl Godoy (51) se considera un “correcaminos” porque diariamente debe recorrer buena parte de esta extensa ciudad de a pie para poder cumplir con su trabajo: entregar el Boletín Oficial de Misiones a las distintas reparticiones que requieran el ejemplar. Está acostumbrado y agradecido, y siempre lo hace con una sonrisa, pronunciando en voz alta el saludo matinal, aunque reconoció que “a muchos les cuesta responder”. Nacido en el barrio Regimiento, ingresó a trabajar al Boletín Oficial de Misiones, con el cargo de maestranza, después de que lo despidieran de Casa Tía, tras una compulsiva reducción de personal. Deprimido, permaneció dos años desocupado hasta que se le presentó esta nueva oportunidad laboral. “Ingresé a la parte del archivo, acomodando los ejemplares. Colocaba los boletines en cajas que tenía que mandar por correo o iban individuales con su respectiva estampilla. Así mandaba a los juzgados civiles, comerciales, tanto del interior de la provincia como de Buenos Aires. Y ahora se envía por Internet”. Se considera una especie “de correcaminos” porque su misión es repartir los ejemplares “en los juzgados, las comisarías, radios, televisión, también entrego a los periodistas para que de allí saquen la noticia. Y a veces hacemos canje. Si me dan un diario o una revista, yo les doy un Boletín”, comentó entre risas. Contó que sale de la oficina alrededor de las 7 y regresa después de las 11. “Siempre lo hago caminando, bajo el sol o la lluvia, pero muchas veces me preguntan adónde estuve tanto tiempo”. Su maratónica gira diaria incluye el Palacio de Justicia y otras reparticiones del barrio Tiro Federal. “Cuando llueve o el sol es fuerte, igual camino y reparto todo lo que me indican. No me gusta estar atrincherado en el trabajo. Encima me cae mal el aire acondicionado”. Durante estas recorridas, Godoy conoció “a mucha gente importante, a muchos políticos y a algunos compañeros que ya se fueron, como Adelio Suárez”. Además, esta tarea le permitió compartir momentos amenos con varios conjuntos chamameseros, con Capataz Betancourt y Blasito Martínez Riera, que estaban en algún programa radial mientras hacía el reparto. “Muchas veces salía de la Casa de Gobierno e iba hasta la radio para ver si era cierto lo que comentaba Adelio. Y todos se reían. Así también conocí al doctor “Cacho” Repetto, que después fue mi médico de cabecera”, acotó quien es padre de cinco hijos y cinco nietos.Después del servicio militarGodoy recordó que su primer trabajo fue con el dueño de la firma Pastísima. “A los 18 años me encargaba de repartir pastas, poco después que vine del servicio militar”. Más tarde ingresó a Tía, donde se quedó por diez años realizando tareas de maestranza, reparto, limpieza y repositor de mercaderías. “Hubo reducción de personal e indemnizaron a todos los que tenían más de diez años. Y yo estuve entre ellos. Me quedé dos años sin hacer mucho y un día me encontré con una exempleada de Tía que hacía vigilancia. Me preguntó hacia dónde iba, le contesté que a hacer una changa en una obra en construcción y me dijo que ese trabajo no era para mí. ‘Para vos es un trabajo que tiene un pariente que es chofer del gobernador’”, comentó. Añadió que igualmente se dirigió a la obra y que “le dije a los muchachos que iba a trabajar hasta las 16 porque después tenía que presentarme en Casa de Gobierno. Y así fue. Firmé unas planillas y no volví más a la construcción. Aquí llevo 18 años. Me gusta mucho lo que hago y camino mucho”. Como si fuera poco, Godoy asegura que también fue soldado de Malvinas. Si bien fue por un breve lapso, “también estuve en Puerto Argentino, en la Fuerza Aérea. Nuestra misión era proteger el Río Grande, oportunidad en que nos atacaron dos veces. Si bien no resulté herido, tuve algunas secuelas por la contaminación que nos produjo la comida enlatada y el agua del mar. Eso llevó a que estuviera internado por tres meses en Buenos Aires. De ahí volví mal y no podía conseguir trabajo. Me dieron un 30% de incapacidad”. Gracias a esa “patriada”, “muchos me paran, me saludan, me dicen qué hacés soldado, y eso a mí me enorgullece. Hace poco participé de un desfile como tal en Villa Cabello. En Casa de Gobierno me apodaron ‘bayoneta’”, confió, al tiempo que aclaró que del barrio “fuimos tres” y que uno de ellos “es sobreviviente del ARA General Belgrano”, hundido durante la Guerra de las Malvinas. Se crió en el barrio Regimiento, por donde solía vender picolé o diarios, y así “conocí el Tiro Federal y el balneario El Brete”. Ya de chico “era inquieto. Siempre quería tener mi dinero y ayudar a mi mamá, que crió a sus siete hijos con el trabajo de lavandera. A los dos meses después de haber nacido yo, ella perdió el sentido del oído, así que nos manejábamos a través de señas, pero con su trabajo nos mantenía. Con 80 años, hace unos tres años empezó a cobrar la pensión por madre de siete hijos”, contó y reiteró que “siempre saludo fuerte a todos y enseño a los míos que hagan lo mismo”.





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