POSADAS. Actitud y autenticidad, dos adjetivos que le caben perfectamente a los fans del heavy metal. Claro, no al que piensa que tener una remera de Metallica lo convierte en un “fan from hell”, sino a esos fanáticos de hueso colorado y paladar negro como sus remeras, esas mismas que no parecen acusar los más 40 grados de calor de esta extraña primavera posadeña. Efectivamente, a pesar de que se vieron lagartijas usando ojotas para no quemarse en el asfalto, La Bionda, ese reducto que tantas veces ha visto desfilar a las huestes del metal local, se vio abarrotada de participantes de la quinta edición de este proyecto encarado en conjunto por el Ministerio de Desarrollo Social y los Músicos Populares Misioneros.Cabeza rapada, nariz guileña, ojos saltones, remera de Lethal y un bajo Yamaha con muchas guerras encima colgado del hombro. Así se presentó Eddie Walker, sencillo, carismático, buena onda y, como buen heavy argento, sin acusar el calor. “En realidad detesto el frío, el calor no me molesta, relató ante los periodistas que lo esperaban en la sede del MPM. Más de uno lo miró con cara “y a este que bicho le picó”?, mientras se quitaba el sudor de la frente. Pura actitud, como la que tuvo que demostrar alguna vez ante un profesor de la cátedra de Impuestos que se negó a concederle una excepción para que falte a un examen debido a que saldría de gira con su banda y junto a Rata Blanca y Attaque 77. “No me podía impedir salir a trabajar, eran 17 fechas en 25 días, hasta tenía contrato de trabajo porque estábamos con el sello BMG. Allí decidí que no quería ser contador, que lo mío era la música y dejé la facultad”. Detrás de él quedaron 22 materias de la carrera de Contador Público en la UBA y un profesor poco rockero con la nariz sangrando.“Me encanta dar clases y enseñar, incluso a veces un rato antes de un show, cuando estoy precalentando, puedo estar pasándole cosas a alguien. Para mi es una pasión transmitir lo que uno siente y que los chicos se enganchen con esto y no con otras cosas, como el delito o las drogas. La música tranquiliza a las bestias. En ninguna casa debería faltar un instrumento”.Contradictorio, como cualquiera, Walker reconoce que viene de una familia con muy mal oído para la música. “Los únicos discos buenos –unos de jazz– eran de mi hermano, pero porque se los regalaron”, prosiguió irónico. Nunca había tocado un instrumento en mi vida, hasta que a los 17 escuché Iron Maiden y dije ‘quiero tocar eso’, pero no sabía ni qué era un bajo. ‘quiero tocar esa guitarra de cuatro cuerdas’. Dos años después estaba tocando en Horcas y hoy sigo tocando música y viviendo de ella a los 45 años”.





Discussion about this post