FRACRÁN. Ramona Angélica De Lima tiene 38 años y seis hijos. Jessica, de once, es discapacitada y brindarle la atención necesaria le demanda mucho trabajo. Tener una hija con discapacidad fue para ella un gran desafío como madre y para su familia. “tenemos que estar todo el día pendiente de ella”, aseguró.En una humilde casita de un barrio de Fracrán es donde vive Ramona, con su esposo, quien por un accidente de trabajo se desvió la columna, allí también viven sus hijos y su madre, una mujer sexagenaria que también requiere de atención especial.Sus días comienzan muy temprano con los quehaceres domésticos: lavar la ropa, planchar, limpiar su casa, ayudar a su madre que vive en otra vivienda en el mismo terreno, atender a sus hijos que van a la tarde a la escuela, hacer el almuerzos para la familia. Nada muy diferente a lo que realiza cualquier otra madre, pero en el caso de ella, la demanda más importante y a la que ella le dedica mucho tiempo de sus días, es Jessica. “La vida no es fácil para nosotros. Mi esposo es changarín y hace un tiempo se lastimó la columna en un trabajo que estaba haciendo, lo que nos complica mucho porque el ingreso es escaso. Hace poco comencé a cobrar la asignación universal de los chicos y eso me ayuda mucho. A la que le dedicamos mucho tiempo es a Jessica, es una de las más chicas. En este momento no va a la escuela, porque es discapacitada: no se puede mover bien y anda gateando. Es una niña muy buena y hace todo lo posible para manejarse sola pero no podemos descuidarla. Con el tiempo uno se acostumbra a la forma de vivir que lleva. Igual estoy contenta porque veo que mis hijos son felices y ella”, dice por Jessica, “está siempre alegre. Hay días que termino agotada. Acá vivimos lejos del centro de Fracrán y lejos de San Vicente, adonde tenemos que ir a hacer trámites u otras cosas. También nos queda lejos para el médico y por el estado de los caminos no podemos moverla mucho”.Pese a la situación que describe, esta mamá se las arregla para hacer que su familia tenga una vida tranquila. Sus hijos la miran con admiración: es el fiel reflejo de lo que fue su madre con ella.




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