DUBAI, Emiratos Árabes (AFP-NA). Las monarquías del Golfo se unieron a los bombardeos contra los yihadistas en Siria tras conseguir involucrar militarmente a Estados Unidos, con la esperanza de que desemboque en la caída del presidente Bashar al Asad, estiman los expertos.A corto plazo, la alianza con Estados Unidos presenta un doble riesgo para estas monarquías: el posible refuerzo del régimen de Asad y la oposición de parte de la opinión pública de sus países sunitas a combatir a grupos de su misma confesión, como el Estado Islámico (EI), añaden.Desde 2011, los países del Golfo tuvieron que lidiar con las vacilaciones del presidente estadounidense Barack Obama, que primero tuvo dudas, luego se mostró reticente y al final se había opuesto a implicarse militarmente contra Asad.Y algunos de estos Estados estuvieron acusados de financiar a grupos islamistas sunitas en Siria.Para unirse a la coalición ideada por Washington, las monarquías del Golfo pusieron “una condición muy clara: no habría apoyo a la política estadounidense contra el EI en Irak sin una acción militar en Siria”, explica Mustafa Alani, analista del Gulf Research Center, con sede en Ginebra.La alianza se oficializó el 11 de septiembre en la ciudad saudí de Yeda, donde diez ministros árabes se comprometieron, ante el secretario de Estado norteamericano John Kerry, a participar en la “lucha global contra el EI”, incluida la “campaña militar coordinada”.Esta participación se explica, ante todo, por el hecho de que se acusaba a estos países de “ayudar y financiar al EI y a otros grupos terroristas”, recalca Abdulkhaleq Abdula, profesor de ciencias políticas de la Universidad de los Emiratos.Pero “el EI es en realidad una amenaza para la seguridad (de estas monarquías) y también para la legitimidad ideológica de Arabia Saudita”, cuna del wahabismo (versión fundamentalista del islam), añade Abdula.También es “significativo” ver a Arabia Saudita y a Catar en el mismo bando meses después de que Riad acusara a los cataríes de haber apoyado a los islamistas y amenazado la seguridad regional, explica Frederic Wehrey, especialista del Golfo y de la política estadounidense en Oriente Medio en el Institut Carnegie Endowment for International Peace.Según François Heisbourg, de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), la campaña en Siria es una versión ampliada de la guerra de 2011 en Libia con la intervención de aviones emiratíes y cataríes.Pero, como por aquel entonces, las acciones de hoy contra el EI no significan que los países implicados persigan los mismos objetivos, recalca. “Con el tiempo veremos divergir las agendas de los que apoyan a los Hermanos Musulmanes (Catar, Turquía) y los otros Estados de la región”.Frederic Wehrey asegura que en un primer momento la intervención de los países del Golfo podría beneficiar a Damasco, pero Mustafa Alani opina lo contrario.En opinión de Alani, “la presencia de aviones estadounidenses en el espacio aéreo sirio, principalmente en el norte, transforma esta parte de Siria en una ‘no fly zone’ (zona de exclusión aérea) para el ejército sirio”.Según Abdula, aparte de la eliminación de los grupos islamistas radicales, el objetivo último de los países del Golfo es que Asad “vuelva a un ciclo de negociaciones, ‘Ginebra III’, con la esperanza de que al final se vaya, como sucedió con (Nuri) al Maliki”, el exprimer ministro iraquí.Paralelamente a la campaña aérea, Riad decidió entrenar a rebeldes de la oposición siria moderada.Entre tanto, estima Wehrey, los Estados del Golfo podrían verse confrontados a “una agitación por participar en una coalición dirigida por Estados Unidos”.En Arabia Saudita, “los bombardeos contra el EI son impopulares entre un segmento de la población”. “En el Golfo también se cree que Estados Unidos ataca a los sunitas y prioriza las minorías como los kurdos o los yazidíes, y en particular los chiitas”, añade Wehrey.





Discussion about this post