OBERÁ. Gladis Álvez es comunicadora social y hace más de 20 años que se desempeña en medios radiales de la zona centro. Es separada y reside en una humilde vivienda de Villa Lohr junto a sus cinco hijos. Estuvo por alrededor de diez años en una emisora local que pertenece a un concejal obereño. Sin embargo, la enfermedad de su hijo menor, Pablo Sebastián Salinas, de once años, hizo que perdiera su trabajo y hoy depende de sus hijos mayores y de la solidaridad de la gente.“Todo empezó en agosto del año pasado”, comenzó a contar a PRIMERA EDICIÓN la locutora. “Pasé con Pablito por varios controles, consultas médicas, tratamientos, pero nunca pensé que sería algo grave. A principios de este año me dijeron que es un linfoma maligno, me derivaron a Posadas y cambió mi vida”.A principios de febrero, el primer diagnóstico que le dieron en el hospital Ramón Madariaga fue “Linfoma de Hodgkin”, una patología que surge en los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre, y no es quirúrgico. Ese descubrimiento afectó terriblemente la vida de Gladis, quien “era movilera en el programa radial de la mañana y no podía concentrarme en mi trabajo, por lo que debí dejarlo y llegar a un acuerdo con mi patrón por sugerencia del Juzgado Laboral”, contó. El tema del desempleo de todas maneras no es la preocupación mayor de Gladis, ya que sus hijos mayores consiguieron trabajo y ellos la ayudan. “Mis hijos son de oro, ellos mantienen la casa y se arreglan para que todo esté bien y yo pueda dedicarme a Pablito”.Un niño con fortaleza de adultoEl tratamiento incluye sesiones de quimioterapia. “Estamos en el segundo mes de quimio, vamos a Posadas y dependiendo de cómo reacciona, volvemos o nos quedamos un par de días”, relató Gladis. Asimismo, la mamá confesó algo insólito por lo que tuvo que pasar: “Hace dos semanas, cuando me dieron el alta, decía en la planilla: linfoma linfoblástica aguda. Quedé loca, pregunté que había pasado, por qué le cambio del diagnóstico, pero no había nadie que me explicara. Volví a casa destruida. Viví un calvario. Hablé con una vecina, me comuniqué con Nidia Kurtz (tía de Facundo, trasplantado de médula ósea), con el Círculo de Periodistas, pensando en que debería llevarlo a Buenos Aires. “Entonces me llamó el director del Madariaga diciéndome que se enteró de que tenía problemas con el tratamiento. Le dije que no era eso, mi preocupación era que había cambiado el diagnóstico y nadie me dijo nada. En la siguiente consulta para una nueva sesión de quimio, le pregunté a la doctora y ahí me explicó que se mezclaron los papeles y me dieron mal, seguramente el de otro paciente. Se habían equivocado ellos, el diagnóstico de Pablito no había cambiado”, explicó con cierto alivio.A pesar de ese episodio, Gladis cree que el tratamiento va bien. “Son varias etapas, hasta el momento no tuvo reacciones negativas, yo lo veo mejor. Veo que está respondiendo bien”, evaluó. La vida de Pablito y la de su familia se modificó sustancialmente. Para sus padres y sus hermanos, él es la prioridad. Debe extremar sus cuidados y no va a clases, por eso recibirá a una maestra en su casa.Gladis Álvez confía en la ayuda de la comunidad: “Tengo en venta un número de rifa, la gente es solidaria. Sé que hay mucho por delante, pero también que vamos a salir adelante. Mientras él está conmigo, está bien. Pablito va a tener nuevamente su vida normal”.Para quienes deseen ayudar, el bono colaboración se puede adquirir en Dinco Supermercado, El Aire de Integración y en La Radio.





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