Qué hermoso es recordar algunos días de la infancia cuando mi padre me daba la mano y simplemente me mandaba invitando “¡Vamos!”. Y yo no preguntaba “donde” pues ya sabía el itinerario y que la bolsa que papá llevaba era para llenarla de “lengua de vaca” unas hojas parecidas a la achicoria pero más gruesas y carnosas, un manjar para nuestras gallinas. Mi padre se las serv{a cortaditas finas como para la ensalada y las aves se atosigaban con deleite dejando en minutos el piso del gallinero sin rastros de “lengua de vaca”.El atractivo de esas excursiones no era simplemente ese. No. Lo que merecía mi obediencia al ¡vamos! era que la caminata cada vez se hacía más larga ya que cada d{ia íbamos más lejos a buscar el alimento para nuestras gallinas. Eso implicaba, un paisaje nuevo, más motivos para preguntar, más respuestas sabias (¡porque mi viejo era un sabio!), y el aprendizaje de nuevos nombres de plantas, flores, bichitos y pájaros. Pisingallo“Y, esta planta llena de huevitos blancos… ¿cómo se llama?”, preguntaba yo y él respondía “ya te lo he dicho ayer y anteayer y el domingo”. Entonces para demostrarle que lo había atendido y entendido le disparaba un “¡Pisingallo!”Cuando estábamos solos papá no reía nunca. Pero en sus ojos del color del mar que cruzara desde España, brillaba una chispita fugaz pero brillante. Se sentía satisfecho con mi respuesta. Y ¿cuál sería el premio por haber respondido bien?, pues que él se agachaba o se sentaba en el suelo y en una bolsita de papel que llevaba siempre en esas excursiones comenzaba a guardar las frutitas de pisingallo que llevaríamos a casa, lavaríamos y luego, a repartirlas con mamá que dejaba por un momento la cocina para comer esas golosinas gratuitas, dulces y naturales. “Papá, ¿cómo se llaman los árboles de la vereda de casa?”-Tipas. ¿Cómo?- Tipas… ¿que no oíste? Si, y, ¿las de enfrente de casa? – Paraisos.¿Y esos árboles altos?Si. ya me lo has preguntado lo menos treinta veces… Son álamos. Hay dos clases: cuando crecen así altos y en forma de pluma se llaman álamos y cuando son petisos y de copa redonda se los llaman chopos”. Así fuí aprendiendo que ese árbol de flores celestes al que canta María Elena Walsh se llama jacarandá, y el de patitos rojos es el ceibo y el de la melena que cae “sauce lloró”, “pues cuando las ramas no forman esa cortina es otro sauce, es “sauce común”. Y supe que los árboles de varias calles del centro se llaman “plátanos” pero nada que ver con las bananas. El corso santafesinoUna noche de carnaval fuimos al corso. Con mamá se entretuvieron saludando amigos y yo me largué a reconocer el lugar; entre la gente que tiraba serpentinas o papel picado y los más atrevidos mojando con los pomos de agua (¡Eran de plomo!),Aturdido por los tambores de las murgas y los clarines de las comparsas ¡me perdí!Los jacarandás de la calle estaban en flor, su deslumbrante azul competía con el cielo de febrero en Santa Fe; de pronto entre ellos había un árbol con flores muy parecidas algo más alto pero sus flores eran rosadas, un poco lilas. Me quedé ahí, a su lado. Pronto aparecieron mis padres. Mamá asustada. Papá como siempre parco y de rostro indescifrable “caramba – me dijo-, niño, creí que te habrías perdido en serio”. Restando importancia a la cosa, le mostré el árbol de fl. Noté que su mirada era extraña. Giró la cabeza un lado u otro y luego mirando las flores azules me preguntó su nombre. “Jacarandás “, le dije. “Bien y tiene flores azules , entonces éste es un jacarandá rosado” , me dijo y nos fuimos a tomar algo sin hablar nada más. Lapachos, símbolo de MisionesHasta mi llegada a Misiones viví creyendo que existían jacarandás rosados. Aquí, en la tierra colorada me maravillé con la hermosura de la floración de los lapachosd árboles, cuya flor es símbolo de Misiones…. Y me sigo extasiando luego de casi 40 años en Posadas con cada vez que florecen los lapachos. Perfil del autor del relato Esteban Abad De la Redacción de Primera Edición Periodista y escritor Síntesis del relato. Si Fausto Abad -mi padre-, hubiera vivido, cumpliría mañana 117 años. Pero el 23 de septiembre de 1969 le tocó partir. Permítanme que le brinde este recuerdo como un homenaje a un padre que daba consejos (un amigo), y transmitía sus conocimientos (un maestro), sobre la Naturaleza; sobre todo de pájaros, insectos, flores, plantas y árboles.Siempre tuvo la respuesta acertada hasta que una noche de carnaval…. … apareció un jacarandá con flores rosadas !Pasaron muchos años hasta que llegué a saber que no existe ese árbol ni esas flores.




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