POSADAS. Tristeza, bronca, indignación, inoperancia. Eso es lo que siente Analía Colazo, hija del exjefe de Zona Fluvial Posadas, Sixto Ramón Colazo, cada vez que visita los ferrys que su padre condujo por años y que se encuentran a la deriva sobre el río Paraná, en proximidades del nuevo puerto de Nemesio Parma. El fuerte oleaje y la desidia de los funcionarios de turno hace que el legendario Ezequiel Ramos Mejía como su compañero de ruta, el Roque Sáenz Peña, estén en condiciones deplorables. Uno de ellos, a punto de hundirse.Colazo regresó a Misiones tras un aviso que recibió hace un mes, que daba cuenta de que uno de los ferrys se estaba poniendo de costado. “Avisé a la Gobernación y a la semana me aseguraron que se estaba hundiendo. En la visita de hoy pude comprobar que están peor de lo que observé en las fotos que tomaron para mandarme: el museo está bajo agua, robaron un timón que estaba en la proa, rompieron una paleta y violentaron los candados, las maderas y otros objetos”, se lamentó. Además, observó que “nuevamente estuvieron arreglando con cemento, que es pan para hoy y hambre para mañana. Colocan cemento en los huecos que puedan tener debajo, pero este material con el contacto con el agua corroe y en lugar de mejorarlo, lo deterioran mas aún”. Con tantos años de lucha a sus espaldas, añadió que sugirió a las autoridades que los “sacaran del agua y los soldaran con la ayuda de hierros. Son planos y pueden ser arrastrados por una maquinaria hasta tierra firme, a fin de que queden en condiciones. No se usa cemento para pegar chapas, se usa para ladrillos. Pero no escuchan a nadie y hacen las cosas como les parece”. Comentó que desde Prefectura Naval “ofrecieron bombas de achique a quienes allí trabajaban, pero las despreciaron. Si no quieren aceptar la ayuda de otros, debo pensar que quieren que se hundan. Y capaz que están esperando que terminen dando una vuelta campana”.“Me parece que hay mucha inoperancia, que las cosas no son así. Si firmás un compromiso, tenés que cumplirlo. Al menos así me enseñaron. Por una parte, agradezco a Dios que mi papá no está para verlo porque no sé cómo se pondría si los viera. Pienso en él, en el capitán Vicente Arzamendia y en todos los que somos hijos de esa gente y me parte el alma. También pienso en mis hijos, porque ellos heredaron el mismo amor y se ofrecieron a dar todo para que venga y vea como están, cuando la gente de acá no se preocupa por defender su historia”, reflexionó.Sostuvo que a ella le mueve “el amor afectivo, pero esto es parte de la historia misionera y tiene que tener un cuidado. Se tienen que preocupar más, hacer algo, porque es suyo. Mi hijo ofreció vender su celular porque yo no podía juntar la plata para el pasaje. Él sabe lo que yo siento y lo que sentía su abuelo, solamente amor ferroviario”. 101 añosEn octubre los ferrys cumplirán 101 años. “Me gustaría verlos en un espacio como la costanera o la estación de Miguel Lanús, donde todos los pudieran ver, disfrutar. Siento mucho dolor, pero sólo el que lo vivió sabe lo que significa. Estoy dispuesta a hacer todo para que vuelvan a florecer. Que los chicos puedan ver parte de su historia, porque son únicos en el mundo, y que los que no los conocieron sepan que la historia del transporte en Misiones nació con los ferrys”, manifestó entre lágrimas Colazo. Ambos ferrys fueron creados exclusivamente para Misiones, donde llegaron en 1913. De fabricación escocesa, su aporte fue fundamental para el desarrollo de Posadas.





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