LONDRES, Reino Unido (AFP-NA-Diario El País, España). La gloria del martirio y el clásico desencuentro juvenil con los valores de la sociedad llevan a británicos musulmanes a alistarse a la yihad, sostienen analistas tras la decapitación del fotógrafo James Foley a manos de un verdugo con acento inglés.El asesinato sumió al Reino Unido en una reflexión sobre cómo acabó exportando yihadistas a Siria e Irak, a las filas de la organización Estado Islámico en Irak y el Levante (EILL), y qué ocurrirá cuándo éstos vuelvan a casa.Los expertos consultados destacan que a los típicos sentimientos adolescentes hay que sumarles que se trata de jóvenes de la segunda o tercera generación de familias inmigrantes y que las perspectivas de mejora no son tan fuertes como las de sus padres, algo que contrasta con la aventura que ofrece la yihad.“Como generación, este es un grupo que no tendrá tanto éxito como sus padres”, explicó Erin Marie Saltman, una analista de Quilliam, una organización que estudia los movimientos radicales.“Es un grupo que pasa malos momentos, especialmente en un mundo globalizado en el que se supone que las identidades son cada vez más fluidas” y cuentan menos.“Algunos prefieren las estructuras y son más vulnerables a los grupos que prometen el martirio, en el que te conviertes en una figura épica, parte de un proyecto para ‘salvar al mundo´”.Un antiguo responsable de antiterrorismo del MI6, la agencia británica de espionaje en el extranjero, Richard Barrett, dijo en junio a la BBC que el número de británicos que han ido a Siria e Irak “podría ser de unos 500 ahora”.Barrett hizo estas declaraciones tras la difusión de un video de Estado Islámico solicitando voluntarios y que estaba protagonizado por varios jóvenes británicos.“El problema es que no sabemos quiénes vuelven con la intención de retomar sus viejas vidas y quiénes vuelven muy radicalizados”, explicó entonces.Afzal Ashraf, experta en ideologías terroristas del Royal United Services Institute (RUSI), dijo que entre los yihadistas hay “un número significativo de pandilleros y delincuentes que se convirtieron a la fe y se radicalizaron en la cárcel”.Simultáneamente, la cólera por los acontecimientos que rodean a los musulmanes en el mundo también juega un papel.“En la Guerra Civil española había poetas como Laurie Lee, Ernest Hemingway y otros que, como jóvenes, se indignaban con la opresión”, explicó.“Es un sentimiento parecido, que los musulmanes son oprimidos por los gobiernos occidentales o por sus gobiernos clientelistas en Medio Oriente”.Ashraf minimizó la amenaza que supone su regreso porque, de hecho, muchos están seducidos “por la narrativa mítica del martirio” y no tienen ningunas ganas de volver.Que el asesino de Foley sea un inglés no significa que los británicos sean más salvajes que el resto, dijo Erin Marie Saltman, sino que se les usa para propaganda.“Fue una decisión deliberada, una víctima estadounidense y un yihadista británico. Cuando vemos a un individuo criado en lo que consideramos una sociedad democrática civilizada, nos impacta más”.La normalidad de los yihadistas potenciales quedó en evidencia recientemente cuando Muhammad Hamidur Rahman, de 25 años, antiguo empleado de la cadena de tiendas de ropa Primark, murió al servicio del Estado Islámico.Estos jóvenes, como cualquier otro, vuelcan sus experiencias en las redes sociales, como Madhi Hassan, de 19 años, que difundió una foto con un pote de Nutella, la crema de chocolate, para convencer a los voluntarios potenciales de que no les faltará de nada.Abdel-Majed Abdel Bary, de Londres, recientemente difundió una foto con la cabeza de una víctima y un chiste: “relajándome con mi colega, o lo que queda de él”.Hasta ahora 69 sospechosos de haber participado en el conflicto sirio han sido detenidos a su regreso al Reino Unido.“Hace un mes, te hubiera dicho que el número de voluntarios procedentes del Reino Unido estaba descendiendo, pero hay más posibilidades de que la gente se sume a una causa ganadora. Y ahora el Ejército Islámico es una causa ganadora”.Ashraf discrepó. “Han causado malestar en el mundo musulmán y son, en el sentido estricto del término, una banda de perdedores”.Obama se topa de nuevo con la guerraEl presidente Barack Obama quería desplazar el foco de la política exterior y de seguridad de Estados Unidos a Asia. Su objetivo, cuando llegó a la Casa Blanca en 2009, era acabar con las guerras que heredó de su antecesor, George W. Bush, y cerrar el capítulo de una década en la que la guerra contra el terrorismo -una expresión que al Administración Obama repudió- salió cara a la primera potencia mundial en tiempo, dinero y sangre.El ascenso del EILL en Siria e Irak lleva a Obama a modificar sus planes. Días atrás, el político que hizo carrera con su temprana oposición a la invasión de Irak y que cumplió su promesa al retirar las tropas en 2011 envió aviones para bombardear posiciones del grupo yihadista suní en este país.El presidente que, tras la muerte de Osama bin Laden en 2011, celebraba que Al Qaeda estuviese “diezmada” y “en el camino de la derrota” afronta ahora una escisión de Al Qaeda, el EILL, que aspira a crear un califato en Oriente Medio y, según el Pentágono, es “una amenaza inminente” a los intereses de Estados Unidos en todo el mundo.La decapitación del periodista norteamericano supone un cambio cualitativo: el mensaje es que, de nuevo, el terror llega a Estados Unidos.“Si van por norteamericanos, iremos por ustedes, estén donde estén”. La frase no es del republicano Bush, proclive a esta retórica combativa. Es de Ben Rhodes, el joven viceconsejero de Seguridad Nacional del demócrata Obama: su portavoz en cuestiones de seguridad.En una rueda de prensa, Rhodes confirmó el viernes lo que el día anterior dijo el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto: Estados Unidos contempla ataques contra el EILL en Siria, país excluido hasta ahora de la intervención aérea en el vecino Irak.“¿Se les puede derrotar sin confrontar a la parte de la organización de reside en Siria?”, se preguntó Dempsey. “La respuesta es no”. No hay planes concretos todavía, ni está clara cuál sería la estrategia para intentar derrotar al EILL. Fatigados de guerras, los norteamericanos rechazan enviar tropas a países lejanos.Pero si Estados Unidos bombardease e
n Siria, sería una doble rectificación: por intervenir en un país que el presidente descartó hace un año bombardear cuando todo estaba a punto para hacerlo, y por bombardear no al régimen de Bachar el Asad, como planeaba hacerlo entonces, sino a los enemigos más fieros del dictador alauí, el Estado Islámico.Otra rectificación: hasta ahora el objetivo de los bombardeos de Estados Unidos en Irak fue no derrotar, sino contener el avance del EILL, que se acercaba a Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, e impedir el exterminio de la minoría yazidí. Las palabras de los jefes del Pentágono y del presidente Obama días atrás indican que la derrota del EILL está en la agenda de la primera potencia.El optimismo sobre las relaciones internacionales -era posible entenderse con otros países, Estados Unidos ya no afronta amenazas existenciales- queda lejos. Con el video del asesinato de Foley y el regreso a Irak, los fantasmas del 11-S regresan a Estados Unidos. Aquella etapa no estaba cerrada. Irak y el antiterrorismo demuestran que para los presidentes no resulta tan fácil cortar en seco con sus antecesores. Obama intentó hacerlo. Lo primero que hizo al llegar a la Casa Blanca fue prohibir las torturas y anunciar el cierre de Guantánamo.Pero Guantánamo sigue abierto y las investigaciones sobre las torturas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés de Central Intelligence Agency) siguen ocupando al Congreso. La sombra de George W. Bush sigue definiendo el campo de acción de Barack Obama.





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